Una veintena de escritores y periodistas, de Mario Vargas Llosa a Félix de Azúa pasando por Andrés Trapiello o Fernando Savater, pide a los catalanes «responsabilidad» para neutralizar en las urnas la deriva secesionista del presidente de la Generalitat.
«Los responsables finales de la involución que sufre Cataluña son los votantes. A ellos toca frenarla. Esta noche, a cinco días de la elección, Libres e Iguales pide a los catalanes que voten como ciudadanos que saben y contestan». El escrito hecho público ayer por esta plataforma de intelectuales -en la que se integran escritores, filósofos, economistas, historiadores y periodistas- supone el último eslabón de la larga cadena de manifestaciones contrarias a los planes de Artur Mas que vienen sucediéndose en la campaña del 27-S.
Tras los líderes internacionales, el Círculo de Empresarios, el Círculo de Economía, la CEOE, la Cámara de Comercio, la banca o empresarios particulares como los presidentes de Naturhouse, Almirall o Pronovias, le llegó el turno de replicar a Mas a la docta sociedad. Ese sector habló por boca de la organización impulsada el año pasado precisamente para interceder ante «el grave debate provocado por el secesionismo catalán», situación que no ha hecho sino enquistarse los últimos meses.
Por ello, Libres e Iguales alzó su voz ante más de 500 personas en el Ateneo madrileño -símbolo de la erudición, la «responsabilidad cívica» y la «razón», como señaló su presidente, Enrique Tierno- con una estudiada puesta en escena donde tomaron la palabra 21 de sus miembros:
Mario Vargas Llosa. El Premio Nobel de Literatura 2010 desgranó las diferencias entre «las ficciones benignas y las ficciones malignas». Las primeras, señaló, son «creaciones humanas que añaden algo a la realidad, nos dan placer, como la literatura, la música, las bellas artes, estimulan nuestra imaginación y nuestra sensibilidad». Frente a ellas, las malignas «no se presentan como ficciones sino como verdades, como lecturas objetivas y casi científicas de la realidad». Una de las peores es «la peste del nacionalismo, que ha echado raíces por desgracia en un sector amplio de Cataluña», región donde el autor de La fiesta del Chivo vivió cinco años y tiene grandes amistades. Sus ciudadanos están ahora ante la tesitura de «legitimar» esa «trenza de mentiras» o elegir «la verdad». Vargas Llosa concluyó con un emotivo recuerdo a la recién fallecida Carmen Balcells, «catalana, española, europea, mujer de su tiempo y mujer de libertad».
José María Fidalgo. El exsecretario general de Comisiones Obreras llamó a «defender los derechos básicos en todo el territorio español», pidió a las autoridades «que respondan a este desafío aplicando la ley sin ambages ni trampas» y recordó que el pacto constitucional tuvo como meta sentar las bases para «no retroceder nunca más a la tiranía, a la ley de la selva».
Félix de Azúa. El escritor barcelonés se refirió a las declaraciones de los poderes fácticos contra Mas -«han tardado mucho, demasiado, en ver que tienen el enemigo dentro»-, dijo no saber si eso influirá en las elecciones pero vaticinó que sí hará «sufrir» al independentismo a partir del día 28: «Aunque no sea bueno divertirse con el sufrimiento ajeno yo por lo menos me lo pasaré muy bien».
Mercedes Fuertes. La jurista ensalzó «la Europa de los derechos y las libertades, la Europa de la riqueza cultural, la Europa de la solidaridad» que se deja ver continuamente, como con la ayuda de 382.200 euros dada la semana pasada a trabajadores del bajo Ebro. «Frente a eso hay políticos grandilocuentes» que buscan «autoexcluirse, quedar aislados» y ante los que los electores deben «recordarles que no hay deseos cuerdos con esperanzas locas».
Joaquín Leguina. «Conviene repetir una y mil veces hasta la saciedad que lo que diferencia la barbarie de la civilización, lo que distingue la democracia de la tiranía es el imperio de la ley», resaltó el expresidente de la Comunidad de Madrid. «No se puede negociar con energúmenos», concluyó, siendo su intervención una de las más aplaudidas.
Andrés Trapiello. El escritor leonés puso el acento en el «caso único entre los países y comunidades bilingües del mundo» que es Cataluña, al primar una de sus dos lenguas sobre la otra. Trapiello comparó esa actitud de los gobernantes catalanes con la de los «clérigos y obispos siniestros» que hace un siglo se opusieron a la Institución Libre de Enseñanza.
«Conviene repetir que lo que diferencia la barbarie de la civilización es el imperio de la ley», clama Leguina.
Teodoro León Gross. El profesor y columnista malagueño recordó que «siempre, pero sobre todo ante el desafío de la sinrazón hay que buscar la respuesta ilustrada». En este sentido, pidió seguir la máxima kantiana de «dejar atrás la minoría de edad» y tener «el valor de actuar como un ciudadano emancipado». Sin embargó, animó a no quedarse exclusivamente ahí y a evitar que se queden los nacionalistas el «patrimonio de la emoción». León Gross reivindicó «las emociones realmente cívicas», la acción genuina de ser europeo «contra la xenofobia insolidaria».
Carlos Herrera. «Van a ganar los independentistas», vaticinó el veterano periodista sevillano. El domingo saldrá vencedor de las urnas «el permanente derecho a amenazar para obtener prebendas» pero a partir de ahí habrá «veinte meses para utilizar la inteligencia y es lo que reclamamos a todos los actores en esta película», «tenemos que utilizar la materia gris».
Francisco Vázquez. El exalcalde socialista de Coruña quiso «dar voz a los millones de conciudadanos nuestros en Cataluña que son marginados y excluidos por el uso de la lengua que ellos también quieren hablar, por la cultura que ellos sienten también como propia». A todos ellos «se les condena a ser extranjeros en su propia tierra», añadió, y es perentorio que «se exalte y defienda lo común sin menoscabo de ninguna singularidad aunque algunas de ellas tan solo hayan servido para ocultar corrupciones y establecer privilegios».
Arcadi Espada. El escritor y periodista parodió una simulación de «declaración unilateral», consecuencia de siglos de «opresión» que él cree que obedece a una «causa única y verdadera» que el independentismo no ha tenido «el valor de confesar»: «Yo también lucho por tu liberación, mi pequeña xenófoba».
Gabriel Tortella. «Tenemos fama de serios, aburridos», dijo el economista e historiador sobre los catalanes, pero «sin embargo de cuando en cuando nos da el arrebato» y la rauxa se impone al seny. Ahora el «iluminado» Mas guía a los que se mueven impelidos por esa rauxa y España se encamina a sufrir un «disgusto muy grande» solo evitable «si todos votan» el domingo.
Andrés González. El economista aseguró que «la crisis ha avivado el nacionalismo, el fascismo y el anticapitalismo» y ha dado a sus partidarios la «oportunidad para salir de sus cavernas ideológicas». «La publicidad política y engañosa promete estados imaginarios, mundos perfectos y cielos asaltados», razonó González, y se quiere volver a dar la batalla «que ya bañó a Europa en sangre hace un siglo». Pero ahora «sabemos lo que nos pasa» y los catalanes tienen una «gran oportunidad para desmantelar ese turbio negocio familiar que viene durando demasiado».
Santiago González. El columnista de El Mundo fue momentáneamente interrumpido por un Albert Boadella disfrazado de Mosso d’Esquadra. Boadella echó simbólicamente del escenario a Vargas Llosa y a González, que volvió al poco para criticar a los que se ponen morenos «caminando por la sombra», como Piqué o el Conde de Godó que luchan por la secesión pese a jugar con la selección española el primero y a «detentar» el título de Grande de España el segundo. También criticó «la división, la ruptura» que el nacionalismo lleva «en su naturaleza, es su razón de ser».
Boadella lanza dardos a quienes hacen el juego a los nacionalistas, como «Herrero de Miñón, González o Margallo».
Albert Boadella. El dramaturgo catalán ironizó sobre los «hechos diferenciales» de su comunidad -«son un misterio, como las armas químicas de Iraq»- y sobre las «invasiones de Garcías, Gómez y Bermúdez» sufridas por Cataluña: «nos han contaminado el RH». Boadella, siempre mordaz contra el nacionalismo, dedicó también pullas a quienes desde fuera caen en su trampa glosando los antedichos elementos diferenciales: Luis María Anson, Herrero de Miñón, Felipe González o el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo.
Federico Jiménez Losantos. «Dicen que este domingo se juega la libertad en Cataluña y en España», comenzó el periodista turolense, para quien la libertad «nunca está totalmente ganada, siempre hay que volver a buscarla, no es un bien mensurable ni en votos ni en escaños». Losantos calificó a la región donde pasó parte de su vida de «dictadura atroz» y «blanca», algo que ya vaticinó un Tarradellas «que conocía perfectamente al siniestro Jordi Pujol». Tras citar a los catalanes que se han ido de su región por la presión nacionalista, defendió que «la causa de la libertad es sagrada» y compete al país entero y concluyó con un «visca la llibertat!» y un «¡viva España!».
Carmen Iglesias. La historiadora, miembro de la RAE, citó a Hannah Arendt -«cuando los hechos son sustituidos por las opiniones, por la ideología, empieza a perderse la posibilidad de convivencia»- y criticó el «delirio contagioso e irracional, el mensaje mesiánico sordo y ciego» del nacionalismo catalán, que «conduce al aniquilamiento de las conciencias» y crea fronteras «entre catalanes, entre Cataluña y el resto de España». Contra «los demonios históricos de la dictadura y de la tiranía», remató, «por mí, por nosotros, que no quede».
Nicolás Redondo Terreros. El exlíder del socialismo vasco reconoció que es «difícil» para él, lejano ya «de la confrontación política», realizar este tipo de intervenciones públicas. Sin embargo, «está en juego la libertad para ser catalán, español, europeo como quiera cada cual serlo» y todo esfuerzo es poco. «La libertad es de todos o se convierte en un privilegio de unos cuantos que se asienta en el silencio y en el miedo», concluyó quien fuera uno de los símbolos de la resistencia frente a ETA en los años 90.
Santiago Trancón. El filólogo y escritor, firmante en 1982 del Manifiesto de los 2.300 en defensa de los castellanohablantes de Cataluña, aseguró que ahora se está produciendo lo que «algunos anunciamos y denunciamos hace más de 35 años». Trancón indicó que la región que preside Mas es «una anomalía democrática, ejemplo de un sistema política e institucionalmente pervertido» y culpó de ello también a los gobernantes que ante esa deriva no tomaron iniciativa alguna.
Francisco Sosa Wagner. El exeurodiputado de UPyD blandió su pasaporte, que le sirve para «ir a Kazajistán y a Uzbekistán», y cargó contra los que quieren imponer que lo necesite un barcelonés «para ir a Zaragoza». Eso sí, apuntó con sarcasmo, dicho documento se lo expedirá el nuevo Estado y «todos esperamos que la persona que encarne esa república catalana esté libre de antecedentes penales».
Fernando Savater. El filósofo donostiarra centró sus esfuerzos en reclamar que se evite la trampa de Mas y no se dote de carácter plebiscitario a los comicios. «Se nos está intentando vender un hecho consumado (…) no tenemos que olvidar lo fundamental: aunque en las elecciones del próximo domingo el 98% de los votantes votara a la lista independentista (…) una independencia unilateral sería una agresión a la ciudadanía de todos los españoles», proclamó.
Cayetana Álvarez de Toledo. Cerró el acto la periodista, diputada y portavoz de Libres e Iguales, cuya voz en off leyó el manifiesto Por la responsabilidad civil. El escrito pone el foco en el elector catalán y le pide que se movilice, ya que «cuando el Estado de Derecho se enfrenta a una agresión ideada y ejecutada desde las instituciones, la abstención de los ciudadanos supone la sumisión a la ilegalidad, cuando no su apoyo implícito». Por ello, «el ‘yo no sabía’ del abstencionista es la peor versión de la irresponsabilidad».
Muchísimas gracias a todos los asistentes/espectadores. Pedimos disculpas a todos los que no han podido entrar. Desbordados.
— Libres e Iguales (@libresiguales) septiembre 22, 2015
Unos 500 asistentes abarrotaron el salón de actos del Ateneo, quedándose varias decenas más fuera ante el «desbordamiento» de la organización. Acudieron a escuchar los pareceres de la plataforma, entre otros, los vicesecretarios del PP Pablo Casado y Andrea Levy, la presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza, el abogado Antonio Camuñas o el escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó.