Colectivos como los peluqueros, los cineastas o el turismo reclaman al Gobierno que reduzca la tasa impositiva de sus actividades, aunque éste se resiste a tocar este tributo, si bien reconoce que una bajada del mismo sería positiva «a nivel teórico».
Verano de 2012. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acuciado por el rescate al sistema financiero español e incumpliendo sus explícitas promesas electorales, anuncia una subida de los tipos generales y reducido en el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). La presión sobre las cuentas públicas y los compromisos para reducir el déficit público forzaban al Ejecutivo a reducir gastos e incrementar la recaudación a toda costa, y para ello en pocos meses se llevaron a cabo entre otras las subidas del IRPF, se aprobó una amnistía fiscal y se congelaron los salarios de los funcionarios.
El IVA es el segundo impuesto con mayor capacidad recaudatoria en España. Pero durante el inicio de la crisis, la caída del crédito, el aumento del desempleo y el desmplome del consumo hicieron caer la recaudación de este tributo hasta poco más de 30.000 millones de euros. Desde entonces, las sucesivas subidas en el IVA (iniciadas por el Gobierno de Zapatero) han logrado revertir la situación y a finales de 2014 el IVA ya suponía unos ingresos para las arcas públicas de más de 50.000 millones de euros.
En este contexto, Montoro incrementaba del 18% al 21% el tipo general del principal impuesto al consumo, subía el tipo reducido (pensado para productos de más necesidad o protección) del 8% al 10% y mantenía el súperreducido en el 4%. Además de la subida de tipos, se aprobaron varias reformas para modificar las cestas de productos y servicios que se encuadraban en cada uno de los tipos. Así, algunos productos de higiene (pañales, por ejemplo) pasaron a tributar a tipo general, y otros como las compresas, las gafas o los museos al 10%.
El IVA fue solo una más de las medidas de emergencia, si bien con ciertos visos de haber venido para quedarse. Y es que la subida de tipos y (sobre todo) la reducción de la cartera de productos y servicios con algún tipo de ayuda fiscal era una exigencia tanto de las autoridades europeas como de organismos internacionales como el FMI o la OCDE. Aún hoy, el Fondo Monetario reclama una mayor subida del IVA; y también el comité de expertos designado por el propio Gobierno para asesorarle sobre la reforma fiscal concluyó que el IVA no debería bajarse y que, en todo caso, tendría que subir.
Bajadas en el IRPF y anuncios sobre el IVA
Pero el Ejecutivo no lo tiene fácil. Y es que la mejora de la coyuntura económica, unido a la inminencia del nuevo ciclo electoral, animaron a Rajoy y Montoro a aprobar reducciones impositivas en el IRPF, lo que ha abierto la veda para que los distintos colectivos agraviados pidan también su cuota de la mejora. Incluso el PP se sumó a las ocurrencias: La nueva vicesecretaria Andrea Levy anunció la intención de su partido de rebajar el IVA a la cultura, algo que fue desmentido pocas horas después por el ministro de Economía, Luis de Guindos.
La pasada semana, peluqueros de toda España se manifestaron por las calles para reclamar al Ejecutivo que saque su negocio de aquellos que están encuadrados en el tipo general. Tal y como aseguran, la decisión de llevarles al tipo general les ha hecho un enorme daño económico, por lo que piden una sustancial reducción de su tipo. El Gobierno, según medios como El Confidencial Digital, se plantearía una reducción del tipo general para el año que viene, si bien estaría descartado un cambio en la cartera de productos y servicios encaminado a restarlos del tipo general. En todo caso, será al revés y se añadirán más, tal y como exigen los organismos internacionales.
Una de los colectivos que más veces han reclamado una rebaja al tipo súperreducido es el del turismo, uno de los motores principales de la economía española. El PP, antes de llegar al poder, había prometido esa misma medida. Sin embargo, el ministro Soria reconocía hace apenas unas semanas que aquel incumplimiento fue positivo porque así se evitó el rescate de España. Más recientemente, el director de la oficina económica de Moncloa, Álvaro Nadal, reconocía que desde un aspecto teórico una bajada del IVA al turismo sería una medida positiva para fortalecer este sector, si bien reconocía también que el Gobierno dispone de una libertad limitada a este respecto.
El problema, tal y como explica Alejandro Puyo, director del Gabinete Técnico de la Asociación de Asesores Fiscales (Aedaf), es que España en realidad dispone de unas herramientas limitadas a la hora de jugar con el IVA, toda vez que «es un impuesto armonizado a través de directivas para toda la UE. Salvo los tipos, que sí que permiten una cierta discrecionalidad a los estados, las carteras de productos y servicios están bastante fijadas», asegura.
Más allá de que todos los colectivos afectados por las subidas del IVA tienen motivos legítimos para quejarse, Puyo cree que es el sector del cine y la cultura los que quizás más razones tengan para reclamar una bajada hacia el tipo reducido, toda vez que además de aquella subida impositiva ha sido un sector golpeado por la caída de la inversión y las ayudas. «Aunque sea una especie de promesa electoral del Gobierno, hay que tener claro que no será sencillo porque ahora es la Unión Europea la que tiene la última palabra», concluye.
Partidos como Ciudadanos proponen eliminar el tipo súperreducido y a la vez reducir los dos tipos restantes (al 16% y al 8%, respectivamente). Es decir, que se recaudaría más con unos tipos generales más bajos, ya que se eliminarían las reducciones que actualmente benefician a todos aquellos productos y servicios que el Estado considera que merecen tal categoría.