Iglesias insinúa que la formación ecosocialista «y sus aliados» hubieran desaparecido del Parlament si no llegan a concurrir junto a su formación. Garzón destaca que el eurodiputado y su núcleo duro monopolizaron la contraproducente campaña de Catalunya Sí que es Pot, mientras Llamazares habla ya de «cambiar de aliados».
Existe algo aún peor que un pésimo resultado electoral: la digestión del mismo y la asunción de responsabilidades. El día después del 27-S fue especialmente duro para la candidatura de confluencia, Catalunya Sí que es Pot, con sus principales referentes culpándose entre ellos del desastre y aún paralizados por un batacazo que no vaticinó ni el más desfavorable de los sondeos. La lista donde se agruparon Podemos, ICV, EUiA, Equo e izquierdistas independientes de la sociedad civil, que en algún momento soñó con poder liderar un Gobierno alternativo al del independentismo, no llegó ni al 9% de los votos, el 8% de los escaños. En ningún municipio quedó primero o segundo y solo en una decena de plazas mínimamente relevantes, como Cornellá o Sant Boi, obtuvo más del 15% de los sufragios.
Un descalabro que ha cuestionado la pertinencia de la alianza, ya cerrada también para los comicios de diciembre. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, volvió a dar la cara ayer -la noche del domingo lo hizo para admitir lo “altamente decepcionante” del resultado- y descartó cambios en la “hoja de ruta”. La estrategia “se mantiene”, dijo, “seguiremos trabajando en la misma dirección para ganar las próximas elecciones generales”.
Ello implica conservar el pacto con ICV y EUiA, que en cualquier caso deberán asumir una candidatura cuya papeleta “tendrá el logo y el nombre de Podemos”. Iglesias estuvo especialmente incisivo en ese punto, repitiendo en varias ocasiones que la de su partido “es una marca consolidada” que debe prevalecer sobre el resto. Es el mismo discurso mantenido con anterioridad, unas exigencias que despiertan recelos en algunos de sus potenciales aliados.
Pero el principal punto de fricción con sus socios catalanes no está en esas condiciones ya asumidas, sino en la lectura del fiasco del 27-S. El líder de Podemos trata de venderlo como la consecuencia de su “responsabilidad de Estado” ante el órdago secesionista, en la esperanza de poder capitalizarlo en las generales. Además, Iglesias respondió a las críticas hacia su formación deslizando que si ICV-EUiA conserva grupo parlamentario en Cataluña es gracias a su partido.
Compara a ICV con Unió
“Los dos actores que se quedaron fuera de juego en términos políticos después de la convocatoria de estas elecciones fueron Unió, que ha desaparecido del Parlamento, e Iniciativa y sus aliados”, indicó, dando a entender que el devenir de ICV-EUiA hubiera sido el mismo que el de la formación democristiana si se hubiera presentado por su cuenta. Pero Iniciativa hizo “una apuesta valiente y coherente” al unirse a su proyecto y obtuvo así 11 escaños. Las dos fuerzas citadas por el eurodiputado se desmarcaron del desafío de Artur Mas tras mostrarse este dispuesto a vulnerar la ley. Antes, le habían asistido en su reclamación del derecho a decidir y en la celebración de la consulta del 9-N.
Iglesias considera que al bajarse del barco del procés con las elecciones a la vuelta de la esquina, su situación era crítica. “A la vista de los datos que ya nos llegan por diferentes barrios y por diferentes áreas da la impresión de que nuestra presencia humildemente ha sido fundamental para salvar el resultado final, que insisto que ha sido malo y que no nos gusta”, añadió por si quedaba alguna duda de su posición.
Esa era la respuesta que daba a Alberto Garzón, candidato de IU a La Moncloa, que poco antes había hecho un análisis diametralmente opuesta. El diputado malagueño resaltó como “un hecho constatable” que la campaña de Lluís Rabell había tenido una “visualización mediática fundamentalmente de Podemos”, desmarcándose así de la responsabilidad del resultado. Aunque abogó por hacer una “valoración colectiva”, incidió en esa patrimonialización de la campaña por la dirección de Iglesias indicando que “hemos ido donde nos han dicho, hemos participado donde nos han invitado con toda generosidad y capacidad, no hemos puesto condiciones”.
IU descarga toda la responsabilidad en Podemos: «hemos ido donde nos han dicho, donde nos han invitado»
No obstante, Garzón no puso en tela de juicio la confluencia, por cuyo lanzamiento “desde abajo” sigue apostando, cosa que sí hizo Gaspar Llamazares. El excoordinador general de IU y portavoz de la coalición en Asturias mantiene una postura mucho más distante con Podemos, cuyo planteamiento de las catalanas -hablando de la primera vuelta de las generales- cuestionó sin disimulo. “Habrá que cambiar las alianzas”, llegó a decir, para que la relación “no sea subordinada y que en la campaña se valore más los activos de la izquierda”.
El debate se ha instalado también en el seno del partido del círculo, donde la voz discordante volvió a ponerla Juan Carlos Monedero. El exnúmero tres de Podemos criticó en declaraciones a Europa Press la “sopa de siglas” de Catalunya Sí que es Pot, una fórmula electoral “que no funciona”. Monedero aseveró también que Rabell ha sido un candidato fallido -“una bellísima persona que no ha sido capaz de enamorar”– y pidió a Iglesias una reflexión que le lleve a “contar más con la gente” y replantearse apuestas como la equidistancia en el debate soberanista, donde ha buscado “contentar a todo el mundo”.
Monedero cree que Rabell no funcionó: es «una bellísima persona que no ha sido capaz de enamorar»
Las elecciones catalanas han sido la primera prueba de fuego para la confluencia en unas autonómicas, tras las experiencias exitosas en las municipales de Ahora Madrid, Barcelona en Comú o las mareas gallegas. Su fracaso coloca a los potenciales aliados de Podemos en otras regiones en una posición de fuerza, a apenas unas semanas de tener que cerrar las alianzas. El Bloc, la formación mayoritaria en Compromís, rechazó recientemente coaligarse con Podemos, algo a lo que sí se avinieron Anova y Esquerda Unida en Galicia.
El preacuerdo en esa autonomía está pendiente de sumar al BNG, que ayer insistió en reclamar “una candidatura plural no supeditada a ningún otro grupo”. El alcalde de La Coruña, Xulio Ferreiro, referente de la unidad popular gallega, vio en el escrutinio del 27-S la prueba de que Podemos solo “es uno más en el motor de cambio” y de que debe construirse “un frente amplio” de confluencia. Frentes que requerirán generosidad por parte de todos y muchas tragaderas por parte de algunos.