La batalla que se vivía en el seno del Gobierno a cuenta del reparto de las nuevas licencias de TDT ha tocado a su fin. A la espera de una próxima aprobación en el Consejo de Ministros, el Ejecutivo se ha encargado ya de comunicar su decisión a los agraciados. Entre ellos no está Prisa, un hecho que se interpreta como una derrota en toda regla de la vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en cuyos planes estaba contar con el grupo de Juan Luis Cebrián. Fuentes bien conocedoras de lo que se cuece en el palacio de la Moncloa dan a SABEMOS su visión de lo ocurrido: “Los auténticos triunfadores son los ministros contrarios a la número dos del Ejecutivo, encabezados en este caso por el titular de Industria”.
Hay tanto en juego en los próximos comicios a Cortes Generales que el Gobierno no ha querido perder tiempo. Tres días después de las elecciones catalanes y cuando ya ha empezado la precampaña para las legislativas, el Gabinete de Mariano Rajoy se apresura a culminar la gran reforma audiovisual de la legislatura.
Según la decisión definitiva del Ejecutivo, los tres nuevos canales de alta definición serán propiedad de Atresmedia, Mediaset y Real Madrid Televisión y los tres de calidad estándar irán al Grupo Secuoya, 13TV y Kiss FM.
Con tal decisión, el presidente del Consejo de Ministros, Mariano Rajoy, se asegura -a dos meses y medio de las elecciones generales- el apoyo de las dos grandes cadenas de televisión, en numerosas ocasiones altamente agresivas –especialmente, sus segundos canales (Cuatro y La Sexta)- con la gestión gubernamental.
Fuentes del PSOE consultadas por este periódico digital se mostraban ayer indignadas con la resolución del asunto. “Aunque el reparto era esperado para estas fechas, no deja de ser un juego sucio del partido en el Gobierno en plena precampaña de las elecciones generales. A partir de ahora, ya no quedarán cadenas críticas con la labor del presidente del Ejecutivo”, aseguró un portavoz del partido del puño y la rosa.
El PP da solución a su problema mediático
Más allá de cuestiones partidistas, lo cierto es que el calendario elegido por el Ejecutivo ha causado un profundo malestar en el sector. Desde que se conoció el procedimiento de la licitación –allá por el mes de abril-, no han faltado las críticas al Gobierno por no tener, según decían, una ruta definida en materia audiovisual.
“Tan sólo busca garantizarse el apoyo editorial de las televisiones en vísperas de unos comicios que se presentan muy complicados y reñidos para los populares”, comentaba entonces un alto dirigente de una importante cadena de televisión, que quería mantener su nombre en el anonimato.
Y es que, tras el batacazo del PP en las elecciones autonómicas y municipales, Rajoy lo tuvo claro: “El gran problema es la comunicación”, dijo tras conocer el resultado del 24-M. Y el reparto de las nuevas licencias de TDT era su gran baza para mejorar en ese ámbito.
Con la amenaza de no culminar el proceso de concesión de licencias, los terminales monclovitas se han puesto manos a la obra, durante las últimas semanas, en su labor de controlar los programas de opinión de las grandes cadenas. Con el inicio de la nueva temporada televisiva, se ha revisado a conciencia el plantel de tertulianos, sobre todo aquellos que corresponden a la llamada coloquialmente cuota pepera.
Prisa y Vocento, los grandes perdedores del reparto
Los grandes perjudicados por el reparto de licencias de TDT son dos grandes grupos de comunicación: uno de centro-izquierda (Prisa) y el otro conservador-monárquico (Vocento). La empresa editora del diario ABC nunca estuvo en quinielas para ser favorecida por el Gobierno.
No era el caso de Prisa, que aparecía en todos los pronósticos, sobre todo después de conocer los planes de la vicepresidenta del Gobierno, nunca desmentidos por su entorno. Al parecer, el diseño preparado por Sáenz de Santamaría pasaba por conceder las licencias a Atresmedia, Mediaset, 13TV y Prisa.
El proyecto de la número dos del Gabinete empezó a torcerse tras el descalabro del PP en los comicios de mayo. Fue entonces cuando Rajoy tomó el mando en la concesión de las seis licencias, una gestión de la que se encargaba directamente su número dos. El presidente decidió entonces que fuese el ministro de Industria, José Manuel Soria, quien acompañase a la vicepresidenta a todas las reuniones con los grupos de comunicación.
Soria –uno de los más destacados adversarios de Sáenz de Santamaría dentro del Gabinete- tuvo desde entonces una participación activa en las negociaciones.
El G-8 siempre se ha mostrado receloso de las buenas relaciones entre Soraya y Prisa, un grupo que siempre se ha posicionado en contra del PP. A ella se le atribuye el hecho de haber conseguido que los bancos refinanciasen la gigantesca deuda que acumula la empresa fundada por Polanco, así como la fusión entre Antena 3 y La Sexta.
“El reparto final de licencias que cuenta con el visto bueno de Rajoy ha dado la razón al titular de Industria y deja en mal lugar a la vicepresidenta del Gobierno. La batalla final ha sido ganada por el G-8”, señalaban ayer las fuentes de Moncloa consultadas por SABEMOS