Tiene a la mayoría del censo de afiliados en contra, a políticos destacados haciendo declaraciones contra la mera posibilidad de sentarse a hablarlo, y a los malos resultados en Cataluña pesando como una losa, el pacto entre Compromís y Podemos tiene tantas cosas en contra que el hecho de que aún no se haya roto es la única baza de sus defensores para creer que al final se hará.
«Yo creo que las conversaciones progresan adecuadamente”, con estas declaraciones dichas estratégicamente a los medios a la salida de la Junta de Síndics (portavoces) que se celebró este mismo miércoles en Valencia, el líder de Podemos en la Comunidad Valenciana, Antonio Montiel, añadía presión a la coalición Compromís que se encuentra más dividida que nunca por culpa del ofrecimiento de Podemos de crear una lista electoral conjunta de cara a las generales.
Sobre el papel no debería haber motivos para el optimismo de Montiel. Las negociaciones internas de Compromís se bloquearon este martes y los dirigentes de la coalición decidieron no volver a tratar el tema hasta el próximo 20 de octubre, para poder así centrarse en la defensa de una nueva financiación autonómica, de la que pende el autogobierno mismo de la Comunitat, y la celebración del día de la autonomía que quieren que juegue un papel vital en esa misma reivindicación. De esta manera aunque Compromís alcanzara una postura común para negociar con Podemos el mismo día 20, sólo le quedarían 17 días—el plazo para presentar coaliciones electorales finaliza el 6 de noviembre—para alcanzar un acuerdo con Podemos y lograr que lo ratificaran las bases. Sin embargo Montiel sonríe porque sabe que cuenta con la fuerza de la mismísima Mónica Oltra de su parte, aunque aún está por ver si esta bastará.
La cuenta que no sale
Tal y como ha venido informando Sabemos la rama valenciana de Podemos tiene como uno de sus objetivos principales conseguir una foto de campaña de Pablo Iglesias junto a Mónica Oltra para las próximas elecciones generales. Como partido recién creado que es, Podemos apenas tiene figuras establecidas en la Comunidad Valenciana y ese problema se solventaría asociando la potente marca de Podemos al carisma mediático de Oltra y la bolsa segura de votos que supone la pujante marca de Compromís.
Todo invitaba a pensar en un acuerdo rápido. Oltra se mostró partidaria desde el principio a utilizar el potencial de Podemos como trampolín para el desembarco masivo de Compromís en Madrid, pero el Bloc Nacionalista Valencià mostró su oposición frontal. El nacionalismo valenciano consiguió en las últimas elecciones autonómicas los mejores resultados de su historia pero aún así su implantación es débil entre la sociedad local, el Bloc ve a Podemos como una amenaza que fagocitara a Compromís y echará por tierra todo el trabajo hecho hasta ahora. En opinión de los nacionalistas no se puede ser una opción política que presume de ser la única de las que concurren que no ha de rendir cuentas a un partido en Madrid y a las primeras de cambio someter sus intereses a la agenda de Podemos. Los malos resultados de la coalición impulsada por Pablo Iglesias en Cataluña, donde se han conseguido menos escaños de los que sumaban los partidos que ya estaban en el Parlament, no ha hecho más que enrocar a los críticos de Bloc en su postura.
Los afiliados del Bloc votaron masivamente no concurrir junto a Podemos en las generales y eso dejaba en franca minoría a Mónica Oltra cuyo partido, Iniciativa del Poble Valencià, es tres veces menor en censo que la facción nacionalista de Compromís. Sin embargo la actual vicepresidenta del Consell no dio su brazo a torcer puesto que sabía que el apoyo de las otras dos patas de la coalición Els Verds-Equo, partido que aporta unos 200 afiliados a Compromís, y sobre todo a los independientes y simpatizantes agrupados en Gent de Compromís, 853 miembros, le permitiría plantar batalla al ser tres formaciones contra una discutiendo por cual debe ser el rumbo de la coalición. Sin embargo Oltra sólo consiguió el apoyo de los verdes viendo de nuevo frustrado sus deseos de pacto con Podemos.
Las bazas que quedan a Podemos
En su oportuno encuentro con los medios de este miércoles, Antonio Montiel tiró de su condición de académico—es profesor asociado en el departamento de Derecho Constitucional, Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Valencia—para tildar a Compromís de incapaz de “identificarse como opción de cambio en Madrid” y acusarle de no ser “un voto útil en términos politológicos, en términos de comportamiento electoral”. Pero mucho más interesante fue el momento en que dejó caer que “algunas fuerzas” están esperando los resultados de “unos sondeos electorales que algunos medios publicarán con ocasión del 9 d’Octubre” para definir su estrategia nacional. Esta referencia velada al anuncio realizado por el diario Levante-EMV de dedicar el puente de cuatro días que disfrutaran los valencianos a las encuestas de opinión, desvela la baza que va a jugar IPV en su lucha contra el Bloc. El votante percibe a Oltra como un rostro de la nueva política y por lo tanto es muy posible que no vea como algo extraño que concurra junto a Podemos. Montiel confía en que la presión popular conceda a Oltra el arma que necesita para vencer la resistencia de las facciones nacionalistas y forzar la negociación.
En todo caso si Oltra logra convencer al Bloc de la necesidad de sentarse a pactar con Podemos, los de Pablo Iglesias aún deberán salvarse dos escollos importantes: que tanto IPV como el Bloc han expresado su intención de que Podemos les facilite, mediante cesión de diputados, la constitución de un grupo político valenciano en el Congreso de los Diputados que tenga como portavoz a un miembro de Compromís; y el nombre con el que se concurrirá a las elecciones generales.
No se volverá a consultar a los militantes
De salvarse estos dos problemas aún quedaría la importante tarea de dotar de carácter democrático algo que va contra el deseo de la mayor parte de las bases. En este sentido cabe destacar que los miembros de IPV ya han descartado convocar un referéndum alegando que en este tipo de consultas se pierden los matices que conllevan toda negociación. Por lo que todo apunta a la opción de someter el acuerdo final a la opinión del Consell General, una asamblea reducida que se creó para agilizar la toma de decisiones en una coalición formada por cuatro opciones políticas.