Z Nation , la serie de zombies de Syfy, no era más que el hermano pobre y de serie Z, nunca mejor dicho, de The Walking Dead . Un guión mucho más pobre, unos personajes mucho más planos, una cinematografía cutre y más acción que trabajo de guión no hacían esperar gran cosa. Sin embargo, el final de la primera temporada y los primeros capítulos de la segunda nos demuestran que, pese a sus limitaciones, nos encontramos con un producto plagado no sólo de zombies sino también de buenas y refrescantes ideas. Después del sopor de Fear The Walking Dead , se agradecen…
Partimos de la base, por supuesto, de que hablamos de una producción de The Asylum, una compañía a la que bien podríamos considerar la nueva Troma. Los responsables de un montón de mockbusters (versiones de baratillo de grandes éxitos de taquilla que, rodadas por mucho menos de un millón de dólares, consiguen rentabilidad a gran velocidad aprovechándose de las grandes campañas publicitarias de los estudios). La lista de productos de la compañía es para verla… ¡Transmorphers! ¡Snakes on a Train! ¡The Da Vinci Treasure! ¡Atlantic Rim!
El caso es que en los primeros compases de Z Nation teníamos más o menos lo que esperábamos de ella. Zombies baratos, actores casi desconocidos o secundarios en películas normales (como DJ Qualls, alias Ciudadano Z, el flaquito de Road Trip; Tom Everett Scott, prota de The Wonders y Un hombre lobo americano en París; o Harold Perrinau, al que conocemos de Romeo y Julieta de Baz Luhrmann y la serie de Constantine, entre otros papeles), y un guión plagado de tópicos, sin mucha elaboración y con una premisa tontorrona. Un grupo de supervivientes del apocalipsis zombie tiene que llevar a California a Murphy, un convicto con el que han experimentado y que puede ser la única salvación de la raza humana.
Reconozco que abandoné la serie por una mezcla de vergüenza y aburrimiento. No aportaba nada y la comparación con The Walking Dead era odiosa. Pero, cosas de la vida, llegó Fear The Walking Dead, el spin-off de la popular serie de AMC, y resultó tan soporífera que tuve que buscarme una alternativa Z para pasar el rato. Fue como ir al Burger King después de quedarte con hambre en un restaurante con estrellas michelín. Inconfesable, pero satisfactorio.
Así que retomé Z Nation y, ¡maldición!, resulta que la serie remonta. No es que sea buena. No lo es. Nadie puede argumentar algo así. Sin embargo, es tremendamente divertida, los personajes no se toman en absoluto en serio la situación y nos encontramos con una mezcla de Dead Rising con Sharknado. En serio, en un episodio tenemos un tornado con zombies voladores que atacan desde el aire…
Sin embargo, nos encontramos con episodios sorprendentemente interesantes, como el sueño dentro de un sueño de Muere, Zombie, Muere; otros que juegan con instituciones como la iglesia (Resurrección Z); varios cuyo único interés es presentar zombies exóticos (¡zombies radioactivos en Going Nuclear! ¡zombies planta de maría en Batch 47! ¡zombies voladores! ¡zombies puestos de viagra y oxitocina! ¡osos zombie! ¡sectas de mujeres locuelas!) Un batiburrillo de clásicos post-apocalípticos aderezados con una guarnición de zombies variados y unos personajes que sin llegar a ser nunca interesantes, tampoco quieres ver muertos.
Destaca, entre todos, Kellita Smith, una actriz que después de haber interpretado durante años a la mujer de Bernie Mac podíamos dar por amortizada y que, sin embargo, está genial como la teniente Roberta Warren. Russell Hodgkinson, Doc, es otro personaje totalmente insustancial que lamentaré ver morir, lo mismo que la Addy de Anastasia Baranova, cuya cuenta de Instagram es un magnífico recopilatorio de fotos de rodaje.
Pero si hay una redención en Z Nation es el personaje de Murphy, que aparece como un McGuffin y crece como un mesías Z en toda regla. Keith Allan, un actor desconocido, experto en salir de paquete y que en los últimos años había trabajado en los rodajes de Asylum, coge el toro por los cuernos y se echa encima la serie con un personaje repugnante, antiheróico, cobarde y maravilloso. The Murphy es el motivo por los que hay que ver Z Nation. La escena de Murphy, con sus poderes cada vez más bajo control, en el club de striptease, es caramelo para los ojos de cualquiera que sepa que a veces las mejores películas son las peores y viceversa. Muy recomendable esta entrevista en la que habla de cómo fue el proceso para el casting y lo que le pasó con la uña del pie.
No presumirás con tus amigos moderniquis de ver Z Nation, pero tampoco lo dejarás. Y descubrirás las ventajas de vivir en un mundo donde los personajes hacen bromas constantemente sobre el apocalipsis en lugar de gritar «¡Carl!» una vez cada tres minutos…