Tras la absorción de la canadiense Talisman, la petrolera lanza un nuevo plan estratégico -el primero de la era Imaz- que contempla desinversiones por 6.200 millones de euros, ahorros de costes de 2.100 millones al año, una reducción de las inversiones del 40% y un recorte de plantilla de 1.500 empleados. Su compromiso para los próximos cinco años: reducir deuda y, como mínimo, mantener el dividendo (aunque no descarta incluso subirlo).
Repsol se reinventó… después de que la reinventaran a la fuerza. En abril de 2012 el Gobierno de Argentina anunció la expropiación de casi toda la participación que Repsol tenía en la petrolera YPF. De esa confiscación nació una nueva Repsol, más pequeña y con necesidades urgentes de encontrar una nuevas vías de crecimiento.
Esa nueva Repsol consiguió salir adelante y empezar a mirar al futuro gracias al acuerdo con Argentina para cerrar el litigio que se avecinaba. Una solución pactada que le permitió salir de Argentina con unos 5.500 millones en el bolsillo. Y esa nueva Repsol, que ya se ha quedado antigua, se reinventó de nuevo el pasado diciembre cuando anunció la compra de la canadiense Talisman. Una macroperación valorada en más de 10.000 millones de euros (deuda incluida) con la que Repsol recuperaba mal que bien el tamaño que perdió con el expolio de YPF.
Desde Repsol se insiste en que la compra de Talisman se hizo en el mejor momento posible. La caída del petróleo hasta los 60 dólares en diciembre (frente a los 115 dólares de seis meses antes) fue lo que posibilitó alcanzar un acuerdo y hace viable la operación financieramente. Sin embargo, con el petróleo estancado en el entorno de los 50 dólares aún hoy, la acción se resiente (con una caída del 20% en lo que va de año) y las perspectivas de negocio se endurecen. Y con la deuda por encima de los 13.000 millones de euros, las agencias de evaluación amenazan con rebajas del ráting de la petrolera española.
Una hoja de ruta de ajustes hasta 2020
Con estos mimbres, Repsol ha presentado hoy su nueva hoja de ruta para los próximos cinco años. Un nuevo Plan Estratégico 2016-2020 que, pese al entusiasmo con que lo ha desvelado el consejero delegado del grupo, Josu Jon Imaz, es una guía de recortes, dura, de apretarse el cinturón con los objetivos de fortalecer balance y salvar el ráting, de mantener el dividendo (al menos mantenerlo, sin descartar subirlo) y de digerir la absorción de Talisman y ser rentable en un escenario de petróleo barato. De hecho, Imaz ha subrayado que todas las métricas del plan se articulan en base a un escenario (no esperado, pero sí más exigente) de que el crudo se mantenga en 50 dólares durante el próximo lustro.
Las medidas de ajuste predominan en el nuevo plan. Más desinversiones, reducción de costes, recorte de plantilla, rebaja de inversiones… Ajustes con el que Repsol se compromete con los analistas e inversores a recortar la deuda al menos un 45% en 2020, hasta el entorno de los 8.000 millones de euros, y a mantener la retribución al accionista en el actual nivel de 1 euro por acción en forma de scrip dividend (destinando 3.600 millones en el periodo de vigencia del plan).
Sin embargo, si el petróleo se sitúa por encima de los 50 dólares se dedicará el excedente de caja obtenido primero a reducir aún más el endeudamiento y, si es posible, a mejorar el dividendo. La compañía prevé obtener 10.000 millones de euros de caja en el próximo lustro en el peor de los escenarios, y ve factible alcanzar los 20.000 millones para financiar todas las medidas.
Ventas de activos por otros 6.200 millones
Repsol pretende continuar con las desinversiones y prevé vender activos por valor de otros 6.200 millones en los próximos cinco años (aunque 600 millones corresponden a la operación de parte de su negocio de propano anunciada la pasada semana). Unas desinversiones que no tienen aún “ni nombre ni apellidos”, dice Imaz, pero entre las que no se incluye la posible venta, ni total ni parcial, del paquete del 30% que mantiene en Gas Natural Fenosa.
En paralelo, Repsol se ajustará el cinturón con un plan de eficiencia y de ahorro de costes que permitirá obtener 2.100 millones de euros anules a partir de 2018. Un plan en el que se incluirían el recorte de 1.500 empleos ya anunciado (un 6% de la plantilla); el nuevo objetivo de sinergias de la unión con Talismán, hasta los 350 millones de dólares (frente los 220 millones previstos inicialmente); y un ineludible recorte de inversiones. La compañía pretende recortar sus inversiones un 38%, quedándose en los 23.000 millones hasta 2020.
La absorción de Talisman le ha permitido a Repsol contar actualmente con una producción de 682.000 barriles de crudo diarios equivalentes. Incluso después de las desinversiones (que se centrarán muy especialmente en el área de producción y exploración), la petrolera prevé plantarse en 2020 con una producción de entre 700.000 y 750.000 barriles diarios y con el foco puesto muy especialmente en Norteamérica, Latinoamérica y sudeste asiático como áreas de desarrollo. El Plan Estratégico 2016-2020 prevé que al final del periodo, Repsol habrá multiplicado por dos su resultado bruto de explotación (ebitda) acoste medio de reposición de inventarios, hasta los 11.500 millones de euros.