Pakistán cuenta en la actualidad con un arsenal de entre 110 y 130 cabezas nucleares y, si se mantiene el ritmo experimentado desde hace 20 años y se cumple su actual programa de despliegue armamentístico, podría convertirse en 2025 en la quinta potencia del mundo en posesión de armas nucleares. El país, uno de los más inestables del mundo, no pertenece al Tratado de No Proliferación (TNP).
La semana pasada, el Gobierno de Pakistán anunció por primera vez su intención de utilizar sus “armas nucleares de bajo rendimiento” en respuesta al programa de defensa indio Cold Start y en caso de que se produzca un nuevo enfrentamiento militar entre los dos países. El anuncio fue hecho por el su ministro de Exteriores paquistaní, Aizaz Chaudhry, precisamente durante la rueda de prensa en la que anunció el próximo viaje oficial del primer ministro, Nawaz Sharif, a Washington, donde será recibido el jueves en la Casa Blanca por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Nawaz Sharif
Fuentes oficiales han asegurado que Sharif aprovechará el encuentro para advertir de que su país no va a aceptar que “nadie” le limite el uso ni la fabricación de ningún tipo de armas, ni siquiera las nucleares. Varios expertos militares, entre ellos el mismísimo jefe de la División de Planes Estratégicos de Pakistán (el cuerpo del Ejército encargado del arsenal nuclear), el general Jalid Kidwai, han reconocido que el programa de armas nucleares de corto alcance por parte de Pakistán incrementaría realmente el riesgo de una guerra nuclear en el sur de Asia.
«Si es necesario, Pakistán comerá hierba»
Pakistán, un país desmesuradamente dominado por el Ejército y amenazado por un sinfín de fuerzas centrífugas de fuerte contenido religioso, no figura oficialmente como Estado nuclear en los términos del TNP, cuyo artículo 9 limita esa categoría a los países que hayan fabricado o ensayado armas nucleares antes del 1 de enero de 1967. En 2000, la Conferencia de Examen del TNP instó a Pakistán (además de a India e Israel) a adherirse al Tratado “en calidad de Estados sin armas nucleares, de forma rápida y sin condiciones”, pero desde entonces no ha habido avances en este sentido ni tampoco se les ha insistido demasiado.
La gran obsesión exterior de Pakistán es India, con la que se ha enfrentado militarmente en tres ocasiones desde la independencia de ambos países en 1947, con el control de la región de Cachemira como permanente casus belli. A principios de los años setenta, cuando se empezó a impulsar el programa nuclear, el entonces primer ministro, Zulfikar Alí Bhutto, fue concluyente: “si es necesario, Pakistán comerá hierba” para igualar el potencial nuclear de India.
En este contexto de alternancia entre conflicto abierto y “paz armada”, el poderosísimo Ejército de Pakistán ha ensayado en los últimos años tanto misiles con capacidad para alcanzar todo el territorio de India como otros misiles tierra-tierra de menor alcance para defenderse en el caso de que se produzca una incursión militar en la frontera.
Zulfikar Alí Bhutto y Pervez Musharraf
Por si fuera poco explosivo el permanente rifirrafe con India, un informe secreto del gobierno provincial de Baluchistán (suroeste y limítrofe con Afganistán), recogido por NBC News, advertía muy recientemente de que el grupo terrorista Daesh (Estado Islámico) había puesto a Pakistán en su punto de mira y había empezado a desarrollar una “rama de planificación estratégica» con el objetivo de unir fuerzas con otros grupos armados paquistaníes, entre ellos los talibanes y las milicias de Al Qaeda, para enfrentarse al Ejército.
En noviembre de 2007, el entonces dictador militar Pervez Musharraf aseguró que el sistema de protección de las instalaciones y el arsenal nuclear de Pakistán estaba entre “los mejores del mundo”, pero admitió (para justificar la imposición del Estado de excepción) que existía el riesgo de que las armas atómicas cayesen “en manos erróneas».
El informe del FAS
En este contexto, un informe de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS), publicado ayer domingo en el influyente Boletín de Científicos Atómicos, advierte de que Pakistán posee en la actualidad entre 110 y 130 cabezas nucleares, un número claramente superior a las entre 90 y 110 estimadas en 2011.
El documento, elaborado por los expertos Hans M. Kristensen y Robert S. Norris, indica que, “con sus sistemas de despliegue en pleno desarrollo, con sus cuatro reactores operativos de producción de plutonio y con sus instalaciones de uranio, el arsenal del país podría incrementarse en los próximos diez años”. Este incremento “depende de muchos factores”, entre ellos “la cantidad de lanzaderas con capacidad nuclear que pretenda desplegar Islamabad y el propio alcance del crecimiento del arsenal nuclear indio”.
En todo caso, “basándonos en las tendencias de los últimos veinte años y en el despliegue actual y previsto de armas, el arsenal podría incrementarse, desde una perspectiva realista, hasta las 220 a 250 cabezas, convirtiendo al país en la quinta potencia de armas nucleares del mundo”, advierte el informe de la FAS, una organización no lucrativa fundada en 1945 por parte de los científicos del Proyecto Manhattan de desarrollo de las primeras armas atómicas y cuyos principales objetivos son, entre otros, “reducir la propagación y el número de armas nucleares e impedir el terrorismo nuclear y radiológico”.
Estas previsiones superan claramente las del propio Gobierno de Estados Unidos. En 1999, la Agencia de Inteligencia de la Defensa proyectó que Pakistán llegaría en 2020 a entre 60 y 80 cabezas nucleares, unas cifras que aparentemente se alcanzaron en 2006 o 2007 bastante antes de lo previsto, según la FAS. Asimismo, estas estimaciones superan incluso las que adelantó hace casi un año el think tank estadounidense Council on Foreign Relations, que advertía de que Pakistán, cuyo programa nuclear era el “de más rápido crecimiento en el mundo”, podría contar con alrededor de 200 cabezas en 2020.
En todo caso, aunque las estimaciones se han superado claramente, los autores del informe del FAS no creen que Pakistán tenga capacidad para llegar a las 350 cabezas nucleares, “como han sugerido algunos”. Esa cantidad, que la convertiría en la tercera potencia militar nuclear del mundo, requeriría una capacidad de crecimiento “dos o tres veces más rápida que la de las dos últimas décadas”, añaden.
Imagen | ZA Balti, fotógrafo personal de Sharif, CC en Wikipedia FOCR – http://fototeca.iiccr.ro/, CC en Wikimedia Antônio Cruz/ABr – Agência Brasil Commons