Decidido. Le perdonamos la vida pese a haber cumplido los 50. Monica Bellucci consigue ser la imagen de la nueva película de 007 pese a salir tan sólo 5 minutos. Aunque ha tenido que justificarse en público por su edad afirmando, de modo inteligente, que no es una chica Bond si no una «mujer Bond» y que no puede tener la belleza de la juventud. Vamos, como una disculpa en público por atreverse a romper con una norma no escrita: Aparecer como icono superados los 40, como si fuese lo más transgresor en la dictadura estética actual.
Las revistas low cost nos muestran la cantidad de cosas que tenemos en mal estado y en las que no habíamos reparado: talones agrietados, rodillas descolgadas, culo carpeta, una forma inadecuada del canalillo, los temibles codos que confiesan a gritos nuestra edad, la forma de los dientes, la papada, el óvalo facial desdibujado… y me dejo un montón de argumentos que pese a servir para el deleite del lector, acaban alimentado más la obsesión. ¡Ah! Los pliegues del sobaco (a los que se bautiza con el nombre de sobaquingles).
Y las temibles comparativas de personajes públicos de la misma edad. Argumento que reiteran en muchos artículos de la prensa digital. ¿Sirven de consuelo o de acicate para fomentar la obsesión de que vivimos cuesta abajo, en una cuenta atrás que nos invita a pensar que nunca volveremos a ser lo que fuimos?
La edad: La única cosa de la que no somos responsables. Hay una censura mayoritaria en las revistas: No mostrar a nadie de más de 55… o hacerlo muy aisladamente. Si un marciano aterrizara y mirase una publicación no se haría una idea representativa de la sociedad en la que está. Especialmente en España, con 83 años de esperanza de vida. Paradójicamente han conseguido que a más edad, sintamos más inseguridad. Cuando debería ser lo contrario.
Carmencita Martínez Bordiu en el programa de Bertín Osborne de hace unas semanas (que bien se debería llamar «Los ricos también lloran») se declaraba en contra de la moda que tienen ahora las revistas de adjuntar la edad al lado del personaje. Una moda anglosajona que las revistas británicas llevan haciendo décadas. Y que sirve para el eterno: «Está bien… para la edad que tiene». «¡Cómo quieres que esté si solo tiene…!».
De nuevo una disculpa
En España lo instauró la revista Cuore, un curioso experimento en la línea de las revistas low cost británicas que empezaron a exhibir la peor cara de las celebrities.
Revista imitada rápidamente por otras. En primer lugar, por poner la edad junto al nombre de la personalidad. En segundo lugar, por ofrecer la cara B de las mismas, el consuelo de que las estrellas son mortales. En tercer lugar, para enmascarar prodigiosamente la publicidad.
«¿Quién lo lleva mejor?» o «¿A quien le sienta mejor?» es una sección perfecta para exhibir vestidos y complementos de firma y resultar un entretenimiento similar al de las 7 diferencias. La cantidad de consejos y técnicas para imitar a las famosas remiten a un sin fín de productos. El arte de convertir un folleto publicitario en una diversión. No es que vendan estilos de vida, como las revistas acostumbran, si no que directamente venden los productos, con referencia y hasta precios en algunas ocasiones.
El caso es que la edad no debería ir acompañada de una disculpa. Y menos cuando el tiempo ha estado bien aprovechado. No se debería mostrar como una tara, casi como una minusvalía que alguien ha superado. Y la propaganda no cesa, en un modo actual de discriminación que hace pedir perdón a Mónica Belucci por ser mayor que Craig. Cuando en todas las películas el actor protagonista tiene como acompañante a una actriz que tiene unos 25 años menos que él.
Analícenlo y hagan esa comparativa. En la vida real, esos hombres serían los padres de las protas. Pero la propaganada va calando, como la gota malaya, hasta que las mujeres hechas y derechas quieren ser igual que las adolescentes de calendario. Una nueva forma de machismo que las féminas nos autoinfligimos.
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