El borrador de condiciones para subastar el fútbol en España es una vergüenza, tal y como ha señalado –utilizando términos más suaves–, la Comisión Nacional de Mercados y Competencia en un informe que ¡sorpresa! no es vinculante. Javier Tebas estaba empeñado en darle un pedazo del pastel a Mediapro y, al mismo tiempo, seguir cobrando muchos cientos de millones de Telefónica. ¿Cubrirá La Liga sus objetivos o se plantarán los operadores ante el chantaje?
Analicemos algunas cuestiones al respecto:
1. El Real Decreto-ley 5/2015, de 30 de abril, de medidas urgentes en relación con la comercialización de los derechos de explotación de contenidos audiovisuales de las competiciones de fútbol profesional, deja claro un hecho: los clubes eran como niños chicos. «Las dificultades del sector para autorregularse han llevado a los actores a reclamar la actuación urgente del Gobierno, que únicamente accede a intervenir en atención a la dimensión y relevancia social del fútbol profesional en España», reza el BOE.
Nada que discutir, después de varias «guerras del fútbol»…
2. Esto llevó a una decisión que se antoja sensata: forzar a que sea La Liga quien comercialice de forma conjunta los derechos de los clubes. Y deberá hacerlo, volvamos al texto del decreto, «mediante un procedimiento público, transparente, competitivo y sin discriminación de licitadores, basado en criterios objetivos entre los que deberán figurar, principalmente, la rentabilidad económica de la oferta, el interés deportivo de la competición, y el crecimiento y el valor futuro de los derechos audiovisuales que pueda aportar el adjudicatario». Esto es lo que los términos de la subasta, según están planteados, incumplen gravemente. Pues como indica la CNMC, facilitan que La Liga pueda, discrecionalmente, elegir prácticamente a quien le venga en gana, con criterios oscuros en los que la mejor oferta económica puede no ganar.
3. La Liga quiere ganar con los derechos del fútbol de pago de las próximas tres temporadas, que son los que están en liza, una cantidad que se situaría en el entorno de los 900 millones de euros anuales de media. Quizá algo más bajos al principio y más elevados al final. Pero es la cantidad de la que se está hablando.
Esta suma es un absoluto disparate. No tiene sentido económico posible. Es el Aeropuerto de Castellón de los derechos televisivos. Imaginemos que esos 900 millones se tienen que repartir entre ¿dos millones de clientes de fútbol de pago? Pongamos que son tantos, aunque hasta hace bien poco no lo eran. Asimismo, esa suma se tiene que repartir entre diez meses, entre agosto y mayo. La suma total es de 45 euros por cliente. Sin contar el IVA, y sólo por la Liga y la Copa del Rey. Vale, es una cuenta gruesa, pero muy clara. No tiene sentido gastar tanto en un contenido que, de ninguna manera, se va a rentabilizar. Bueno, siempre queda la opción de subir el precio de la banda ancha a todos los clientes para que unos pocos puedan disfrutar de las hazañas de dos equipos que habitualmente zurran la badana a otros 18 que se ponen muy contentos con cada excepción a esta regla…
4. El Real Decreto estipula que un operador no puede comprar más de dos lotes a menos que alguno se quede vacante. Así, Telefónica sólo podría comprar los derechos del partidazo y el resto de encuentros de pago de la jornada. Y por las condiciones de la compra de Canal+ está obligado a revendérselos a sus competidores.
Si ya era descabellado pedir tanto dinero, más aún lo es hacerlo enfadando al máximo al operador que más clientes pone sobre la mesa, que es Telefónica. Las condiciones de La Liga no sólo impiden a la compañía que preside Luis Miguel Gilpérez comercializar en los bares, ya que no puede comprar más de dos lotes. Bueno, sí, quizá pueda hacerlo bajándose los pantalones y aceptando las condiciones que Mediapro u otro adquirente le impongan. Y apretando mucho los dientes.
En el lugar de Vodafone y Orange, me plantearía comprar el lote del fútbol en los bares, se lo quitaría a Mediapro y me lo quedaría en exclusiva. Nada impide a estos operadores no revender ese producto y quedárselo para ellos. Además, podría intentar revendérselo a Telefónica en zonas en las que ellos no tienen cobertura y recuperar así parte de la inversión.
Pero de lo que tiene que dar gracias Javier Tebas es que yo no esté en el lugar de Luis Miguel Gilpérez. Si así fuese dejaría claro, desde ya mismo, mi intención de no pujar por nada si se mantienen las condiciones anunciadas por La Liga. Todo el poder de la competición pasa por la convicción de que ni Telefónica ni sus competidores van a renunciar al fútbol. Pero los operadores tienen mucha más fuerza que Tebas. Lo han demostrado con los derechos de la Champions. Todo el mundo daba por hecho que Gilpérez asumiría unas condiciones que él considera injustas. Y se plantó, dejando a Mediapro con un enorme agujero.
9. Para colmo, la Liga va a entregar en bandeja a Mediapro la producción de la competición.
Es una decisión que tiene cierto sentido, especialmente para los competidores de Telefónica, pero que impide a Telefónica personalizar el producto como ha venido haciendo hasta ahora. Un motivo más para plantarse.
10. Los operadores alternativos a Telefónica creen que Mediapro es su aliado.
Se han visto obligados a pagar mucho a Telefónica por unos derechos que no van a rentabilizar y Mediapro les ofrece un reparto más equilibrado que haría recaer la inversión básicamente en los azules. Para colmo, una producción neutral les igualaría en cuanto a valores de producción y calidad de los comentaristas. Pero no hay chollos si La Liga consigue lo que quiere. Con 900 millones al año sobre la mesa, no hay reparto que no sea un robo a mano armada.
En suma, me planteo un escenario que consiste, básicamente, en romper la baraja y dejar a la Liga con un palmo de narices. Con un riesgo enorme si no sale bien. Si Gilpérez anuncia que no concurrirá a la puja y que en ningún caso, ni ahora ni después, comprará los derechos por más dinero del que ha pagado esta temporada por ellos, estará condicionando a cualquiera que sí quiera presentar una oferta. Mediapro sabe de lo que hablamos. Y es que, por más que hayan crecido el resto de operadores con las ofertas de los últimos meses, hoy Movistar+ es indispensable en cualquier modelo de comercialización. Si dejan clara su postura, La Liga estará obligada a abandonar sus planes actuales y buscar alternativas más razonables para todas las partes.
Pero para eso Telefónica y el resto de operadores tienen que echarle pelotas al fútbol.