Ayer, cinco años después de Fallout: New Vegas , salió a la venta Fallout 4 . Y como no podía ser de otra forma, ayer mismo echamos las manos a una edición especial Pip-Boy. Y aquí está lo que nos encontramos dentro…
Pero lo que realmente importa, ¿y el juego, qué tal? He tenido tiempo ya de jugar varias horas con él y las sensaciones son, de momento, muy positivas.
El juego empieza justo antes del holocausto nuclear que provoca el entorno en el que se desarrolla la saga. En el año 2077 la humanidad utiliza la nuclear como fuente de energía habitual, la robótica está a la orden del día (de hecho, el Señor Mañoso que vimos en entregas previas aparecen aquí como una especie de robot doméstico), pero se respira tensión en el ambiente. Tanto es así, que justo después de crear el personaje (personalizando aspecto y atributos como ya vimos en entregas anteriores), empiezan a caer las bombas y nos convocan al que será nuestro lugar en los próximos años, el Refugio 111.
Pero no todo es lo que parece en nuestro idílico hogar subterráneo. Resulta que acabamos criogenizados, y despertamos doscientos diez años después, unos diez años después de los eventos de Fallout 3, en un mundo que nos suena muy familiar. Somos el único superviviente del Refugio, y salimos a la calle totalmente desconcertados. Nos encontramos con nuestro irónico robot mayordomo y empieza la historia. Y en las dos primeras horas ya tenemos el personaje listo, equipado, con un Pip-Boy y habiéndose enfrentado ya a Saqueadores, Mutarachas y Ratas-Topo, pirateado consolas para abrir puertas y forzado cerraduras con horquillas.
Se nota el salto gráfico de generación de consola, sin duda. Y el sistema de juego está levemente retocado, pero sigue siendo básicamente el mismo que Fallout 3 y New Vegas. Y que Skyrim y Oblivion. Si hay que poner algún pero a este juego, es que Bethesda lleva años lanzando al mercado una y otra vez el mismo sistema en sus juegos. Sí, en este hay algún cambio, como que no hace falta parar el juego para registrar escritorios y armarios, basta con mirar hacia ellos, y veremos lo que hay dentro. Si no nos interesa, ni nos detenemos. También está muy depurado el sistema de combate, ya no hace falta recurrir al VATS para cada disparo, el sistema FPS es perfectamente funcional.
Las conversaciones con los personajes que nos vamos encontrando han cambiado levemente. Ahora las vemos en tercera persona, y nuestro personaje, el Superviviente, pronuncia sus líneas de diálogo en lugar de ser un texto escrito en la pantalla sin más.
¿Y el Pip-Boy ese que viene en la caja, sirve para algo? Bueno. Hay una app que puedes instalar en el teléfono que se conecta a la consola y te permite gestionar en tiempo real todo lo que harías con el Pip-Boy del juego, siendo el aparato físico simplemente un soporte para el teléfono. Todos esos botones y ruedas que parecían ser funcionales se quedan en un mero adorno. Es un dispositivo para molar más que nadie, vamos. Aun así, me parece más rápido acceder al Pip-Boy en la consola que desviar la vista para mirarse a la muñeca.
¿Qué sensaciones me ha producido? Bueno. Lo que esperaba, ni más ni menos. El mismo tipo de juego que las dos entregas anteriores, con una evolución gráfica acorde a los cinco años que han pasado, y una experiencia de juego retocada pero sin grandes cambios. Es un juego que no gustará a los que no gustó Fallout 3, desde luego. Pero a los que nos lo pasamos como enanos por Yermo Capital, promete ser una delicia. Y yo me jugué tres veces Fallout 3 y cuatro New Vegas. Pero vamos, que en unos días os cuento más. Ahora tengo una plaga de mutarachas por aquí esperándome.
Ya sabéis, la guerra no cambia nunca.