El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados ha advertido de que convertir a los refugiados sirios en los “chivos expiatorios” del terrorismo islamista no sólo contribuye a generar xenofobia, sino que pasa por alto que estas personas “están huyendo del extremismo y del terrorismo provocados por la misma gente” que perpetró los atentados de París. ¿ Buenismo o, sencillamente, sentido común?
“No es el flujo de refugiados la causa del terrorismo, son el terrorismo, la tiranía y la guerra las causas de que haya refugiados”, ha declarado el máximo responsable del ACNUR, António Guterres, durante un acto en Presevo, una localidad fronteriza con Macedonia que alberga el principal punto de entrada de refugiados de Serbia.
Las palabras del ex primer ministro portugués intentan contrarrestar las pronunciadas recientemente por demócratas de la talla del candidato republicano y multimillonario Donald Trump, la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen o el concejal popular Martín Noriega Campillo (desautorizado por su propio partido), quien ha propuesto solucionar la crisis de los refugiados con una receta de lo más civilizada: “Un puto tiro en la cabeza y fuera”. A juicio de Guterres, acusar a los refugiados de ser un Caballo de Troya del terrorismo “no tiene sentido”.
Guterres se dirige a la prensa en Presevo
“El asilo y el terrorismo son incompatibles”, ha advertido, por su parte, la portavoz de ACNUR, Melissa Fleming, durante una rueda de prensa en Ginebra. “La Convención de 1951 relativa al estatuto de refugiado lo enuncia con precisión y excluye explícitamente de su campo de aplicación a las personas que hayan cometido crímenes graves”, ha proseguido.
“Un mundo que acoge a los sirios puede ayudar a luchar contra el extremismo, mientras que un mundo que rechaza a los sirios, especialmente a los refugiados musulmanes, no hace más que alimentar su propaganda”, ha añadido.
“La inmensa mayoría de las personas que llegan a Europa”, según Fleming, “vienen huyendo de la persecución o de las amenazas contra su vida derivadas del conflicto”, y la decisión de algunos Estados, tras los atentados de París, de retractarse de sus compromisos respecto a los refugiados forma parte de un “lenguaje que demoniza” a estas personas. “Es peligroso y contribuirá a la xenofobia y al miedo”, ha advertido la agencia. “Los refugiados no deben ser señalados como chivos expiatorios y no pueden convertirse en las víctimas indirectas de estos trágicos sucesos”, ha alertado la portavoz.
Por su parte, la prestigiosa organización de derechos humanos Amnistía Internacional (galardonada, al igual que ACNUR, con el Premio Nobel de la Paz) ha advertido de que “ceder al miedo tras las atrocidades de París no va a ayudar a proteger a nadie”. “La Unión Europea debe resistir la tentación de sellar aún más sus fronteras exteriores, ya que ello contribuirá a incrementar los abusos contra los derechos humanos sin mejorar por ello la seguridad ni poner fin al flujo de refugiados que huyen desesperados”, ha añadido.
“En nuestro país nos enfrentábamos todos los días a este tipo de violencia”, ha advertido Mohamed, un refugiado sirio instalado en el campamento de Calais, un centro del este de Francia que alberga a alrededor de 4.500 migrantes que, según sus propias palabras, han “huido de Daesh para disfrutar de una nueva vida”.
“Tienen métodos bien claros para asesinar a sangre fría. Tanto en París como en Siria les encanta hacerlo en público, para que todo el mundo lo vean”, ha proseguido ante la prensa gala. “Los franceses deben comprender que Daesh destruye mezquitas”, que tanto los franceses como los refugiados están “en el mismo bando”.
Atentado en Beirut: la mayoría de las víctimas eran refugiados sirios
El pasado jueves, un día antes de los atentados de París, 43 personas murieron y más de 240 resultaron heridas como consecuencia de la explosión de una bomba en un suburbio de Beirut habitado por numerosos simpatizantes del movimiento chií Hezbolá.
Con éste ya son al menos 18 los atentados terroristas perpetrados en Líbano en los últimos 30 meses, pero únicamente es el segundo reivindicado por el Daesh. El reciente derribo de un avión comercial ruso, con 224 pasajeros y tripulantes a bordo, cuando sobrevolaba la península del Sinaí, y el ataque suicida cometido recientemente durante una manifestación kurda en Ankara, que causó más de cien muertos, revelan, junto a la matanza de París, que Daesh ha decidido atacar más allá de Irak y Siria.
Una de las ironías más macabras del atentado de Beirut es que la mayoría de los muertos o heridos eran precisamente refugiados sirios que hacían cola con su cartilla de racionamiento de Unicef y que se habían trasladado a Líbano huyendo de la barbarie en su país de origen. Líbano alberga en la actualidad a más de un millón de refugiados sirios.
El apoyo brindado por Hezbolá al régimen sirio de Bashar al Assad en la recuperación de los territorios al norte de Damasco hace temer seriamente una oleada de atentados del Daesh en Líbano. En un comunicado, este grupo terrorista suní celebró el ataque de Beirut, cometido por “un soldado del Califato que se inmoló en el feudo de los herejes (su nombre de código para los chiíes)”. “Después de que una multitud de apóstatas se concentrara en el lugar de la explosión, un segundo mártir hizo activar su cinturón de explosivos”, agregó. Hezbolá ha jurado venganza.
Refugiados y 13N
En lo que respecta a los atentados de París, todas las personas cuya implicación ha podido confirmarse hasta el momento eran residentes en Francia o Bélgica y tenían las nacionalidades de estos dos países.
La principal (y prácticamente única) prueba sobre los vínculos entre los autores de la matanza de París y la oleada de refugiados llegados a Europa es un pasaporte localizado en las proximidades del Stade de France y que corresponde a un individuo que había entrado en la isla griega de Lesbos el pasado 3 de octubre y que, después de presentar una demanda de asilo el 7 de octubre en Presevo, se desplazó a Austria y posteriormente a Francia.
Su nombre es Ahmed al Mohamed, nacido en Idlib (Siria) y presunto autor de la explosión en la puerta D del estadio. Según la fiscalía de París, las huellas dactilares tomadas en Lesbos corresponden exactamente con las de un kamikaze identificado en el estadio.
No obstante, como reconocen las autoridades francesas, aún no se ha verificado la autenticidad del pasaporte ni se ha confirmado si el portador del documento era su verdadero propietario legal.
En este sentido, cabe la posibilidad de que se trate de un pasaporte robado. La posesión de un pasaporte sirio facilita la concesión del asilo en Europa, lo cual ha producido un mercado de documentos sirios robados. Un pasaporte puede llegar a venderse por varios miles de euros en un mercado que la propia agencia fronteriza europea ha calificado de “problema creciente”.
También se han registrado numerosas falsificaciones. Por ejemplo, la Policía serbia detuvo el pasado sábado a un migrante que poesía un pasaporte sirio emitido exactamente con el mismo nombre que figura en el documento localizado en el lugar de los atentados de París.
“El documento contenía el mismo nombre y los mismos datos, pero una fotografía diferente”, indica el diario serbio Blic, sin citar fuentes. “Es muy probable que los dos hombres hubieran comprado por separado los pasaportes sirios falsos a un mismo falsificador en Turquía”, añade.
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