Ciudadanos ha querido cerrar el capítulo negro de su breve trayectoria política en Valladolid con la expulsión del partido de Jesús Presencio. Pero su ex portavoz se resiste y no solo no entrega el acta, como le han pedido y recoge el reglamento interno de la formación, sino que ha solicitado al Ayuntamiento un despacho y la asignación de personal laboral en su nueva condición de concejal no adscrito.
“Este caso está cerrado”, dijo el propio Albert Rivera en una reciente visita del líder de Ciudadanos a Valladolid. Era una sentencia para acabar de cicatrizar una herida abierta apenas dos meses después de iniciarse el nuevo mandato municipal que otorgó dos concejales a Ciudadanos en el Ayuntamiento de la principal capital de Castilla y León. A mediados de agosto, el portavoz del partido en Valladolid, a su vez coordinador provincial, fue sorprendido ebrio al volante al regresar de un pueblo de la provincia en fiestas. La historia ya es conocida y su desenlace, además de la correspondiente multa y retirada del permiso de conducir tras negociar con el juez, llevó a Ciudadanos a iniciar un proceso de aplicación de su reglamento interno que tenía como objetivo ejecutar la sanción que marca el partido para estos casos. Y como se trata de un asunto “cerrado” en palabras de Rivera, fue expulsado de manera fulminante una vez conocida la sentencia judicial que, importante, el propio Jesús Presencio se encargó de maquillar tras alcanzar un acuerdo de asunción del delito. El caso había trascendido de la escena local y ponía a prueba los mecanismos de un partido que quiere abanderar la regeneración política.
Ciudadanos expulsó a su concejal como militante del partido. Primero le retiró su condición de portavoz y después le borró de la militancia en contra de un movimiento que Presencio auspició para demostrar que contaba con más apoyos de los que se podía imaginar la cúpula de Ciudadanos en Barcelona.
La expulsión se ha visualizado en el Pleno Extraordinario de este lunes cuando los dos concejales originales de Ciudadanos, Jesús Presencio y Pilar Vicente, ya no se han sentado juntos en dicha sesión. Pero Presencio no cede. Se ha mantenido en el escaño que ocupó el primer día, lo que ha obligado a su ex compañera a buscar otra ubicación. Hay más todavía. En su condición de concejal no adscrito a ningún grupo municipal, ha pedido otras prebendas que considera necesarias para realizar su labor. El alcalde de Valladolid, el socialista Óscar Puente, ha confirmado la solicitud de un despacho y personal labor a su disposición. El primer edil de la ciudad, que no sale de su asombro, asegura que el reglamento “impide” que un edil del grupo de concejales no adscritos pueda disponer de personal laboral a su cargo, mientras que ha dicho que también es “difícil” que pueda reubicarse en otro despacho.
Ha presentado alegaciones
La rocambolesca situación se mantiene hasta que Ciudadanos resuelva las alegaciones presentadas por Presencio tras su expulsión del partido. Por eso, “técnicamente” se considera todavía miembro de la formación naranja, lo que le ha llevado a mantenerse en su sillón municipal. “Yo estaba en el sitio que tenía que estar. Soy una persona legalista y me dedico a cumplir las leyes”, dice sin rubor alguno protagonizando episodios pintorescos en cada aparición. “Él ha dicho que no se iba a mover del sitio. Como entenderéis yo formo parte del Grupo Municipal Ciudadanos, él ya no forma parte del mismo y yo no voy a sentarme más a su lado”, comentó al final del Pleno su ex compañera Pilar Vicente, portavoz ahora de Ciudadanos y blanco de las iras de un Presencio dispuesto a hacerse nota tras el portazo del partido.
Porque en los últimos días, el concejal expulsado ha protagonizado titulares vistosos como calificar al alcalde de Valladolid de “socialista de pacotilla” después de que Óscar Puente dijera de él que había sido un “fraude político”. Pero su demostración de fuerza interna ha sido más visible con la dimisión en bloque de toda la directiva de Ciudadanos en Valladolid acompañado de duras críticas a Albert Rivera y a toda la organización de Castilla y León.
Quizá por asentar al partido en este territorio, Rivera dedicó una jornada entera a Valladolid para hablar de sus políticas, cerrar el ‘caso Presencio’ y respaldar el trabajo de un grupo que es fundamental en la estabilidad del gobierno regional en minoría del PP en Castilla y León pero que se ha visto fracturado en la capital vallisoletana por las particularidades del que fue su número uno al Ayuntamiento al que le han enviado una carta de despido con la petición de un acta que, de momento, se resiste a entregar.