Los líderes de Ciudadanos y Podemos se dedican duras pullas en el debate de la Universidad Carlos III de Madrid, al que asistió un millar de estudiantes entusiasmados con ambos. El candidato naranja patina al no acertar a recomendar una obra filosófica, como pidió uno de los jóvenes.
Thinking outside the box. “Pensar fuera de la caja” es una práctica muy recomendable también en política. Las cerca de 20.000 personas que esta mañana han seguido el cara a cara entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en la Universidad Carlos III de Madrid seguramente estén ahora convencidas de que el evento ha sido un hito de la precampaña electoral. Qué decir de los 1.200 jóvenes entusiastas que han abarrotado el auditorio, muchos de ellos tras hacer cola desde las 8h de la mañana. Y seguro que la confrontación entre ambos líderes ha tenido mucho de inédita, amén de contribuir a la salud democrática del país, pero la relevancia del acto, fuera de la caja, no pasará de ser modesta.
Porque la audiencia era reducida, por no decir marginal, porque el eco que se puede tener un viernes laborable por la mañana es más bien limitado y, sobre todo, porque los jóvenes que han estado atentos ya figuraban en el barco naranja o en el morado, como han demostrado con sus continuos aplausos. Abucheos o murmullos de reprobación, apenas se han escuchado. Se dice que los debates tienen escasa influencia en el voto porque quienes los ven están convencidos de antemano y no parece que eso vaya a cambiar con la ‘nueva política’. Rivera e Iglesias han dado un pasito más en su camino por marcar distancias con PP y PSOE, cuyos líderes rechazaron acudir al evento, pero hoy no tienen muchos más votos que ayer en el zurrón.
Los contendientes se enzarzan a cuenta del sueldo que debe tener el presidente y de la respuesta al yihadismo
Durante la primera parte del cara a cara lo mejor han sido los apuntes irónicos del moderador, Carlos Alsina. Porque los debatientes se enredaban en la explicación de sus respectivos programas, hasta que Alsina pidió debatir propuesta a propuesta y dejar a un lado “el mitin”. Entonces han venido los instantes de más tensión, con dos momentos cumbres: la polémica sobre el sueldo para el presidente del Gobierno que propone Ciudadanos y la respuesta que debe darse ante el terrorismo yihadista.
Iglesias tiene aferrado el hueso de la “tabla de sueldos” de Rivera desde el primer momento que salió a la palestra y no lo suelta, como ávido político que es. Consciente de lo impopular que resulta plantear un salario de 300.000 euros para el inquilino de La Moncloa, atiza a su rival con ello cada vez que puede, aprovechando el error comunicativo de C’s en ese punto, que no supo explicar una medida que ni siquiera contempla ese salario. “Me conformo con que el presidente cobre lo mismo que tú de eurodiputado”, acertó a responder Rivera, que afeó a Iglesias que destine las dietas que cobra “a La Tuerka”. “Demuéstrame que un eurodiputado tuyo dona sus dietas”, le respondió el líder de Podemos, mucho más enérgico y rápido hoy que en el programa de Jordi Évole hace unas semanas.
Respecto al yihadismo, es el presidenciable naranja quien sabe que cuenta con un filón. “No se puede ser presidente ni aspirar a serlo sin estar en un pacto de estado contra el terrorismo”, le espetó a su rival cuando salió el tema. Además, le afeó su alianza con Bildu en Navarra y le recordó que a ETA la derrotó la unión de todos los demócratas y no el acercamiento a sus satélites políticos. El público aplaudía casi al final de cada intervención, como advirtió un Iglesias que al final sintetizaba sus mensajes como si estuviera en una asamblea de Podemos, esperando los vítores del respetable, que siempre se producían.
Citas de Iglesias y patinazo filosófico de Rivera
El líder del partido morado hace tiempo que ha endurecido su discurso ante Ciudadanos, como hoy ha vuelto a demostrar. Además de por la tabla de sueldos, ha criticado al político barcelonés por su discurso económico –“el mismo del PP, que ha llevado a diez millones de españoles a estar en riesgo de pobreza”-, o por el belicismo de sus respuestas ante el yihadismo y hasta ha hecho referencias veladas a su coaching y una directa al pacto con Libertas que firmó para presentarse a las elecciones europeas de 2009.
Rivera ha dedicado todos sus esfuerzos a seducir a unas clases medias “en descomposición”, sin importarle que seguramente ningún miembro o exmiembro de ese sector le estaba escuchando. Pero todo su proyecto se basa en seducir a los descontentos con el bipartidismo, a quienes han visto frustradas sus esperanzas por la gestión de Gobiernos de PP y PSOE, a quienes receta “valores civiles”, una revisión del modelo económico que ponga el foco en la productividad y la generación de riqueza y transparencia en las instituciones. Tres pilares que ha desarrollado ante los estudiantes.
Iglesias, cuyo partido político fue impulsado por un grupo de profesores de la Complutense encabezado por él, se sentía como pez en el agua. Citaba a Carlo Levi, a Vázquez Montalbán y a Roosevelt y regalaba los oídos del público de la Carlos III aludiendo a su preparación y capacidad de juicio. Su mejor momento ha venido casi al final, cuando se ha dado paso a preguntas de los asistentes y uno de ellos ha pedido que los políticos recomendaran “un libro de filosofía”.
El secretario general de Podemos, doctor en Ciencia Política, sabía que era su momento. La Crítica de la razón pura, de Kant, ha sido su elección para un ser de inquietudes como el que interpelaba, si bien ha sufrido un lapsus al citarla, cambiando «crítica» por «ética». Luego ha loado “la paz perpetua” teorizada por el filósofo alemán y ha dedicado un último elogio al ramo: “Un país que quiere ser serio, tiene que apostar por la filosofía”.
El líder de Ciudadanos no acertó a reomendar un libro de filosofía concreto cuando un estudiante se lo pidió a ambos candidatos
Rivera había tenido algunos minutos para pensar una buena respuesta. Aunque empezó bien, ampliando a “la música o las humanidades” los elogios de Iglesias a la filosofía, luego fue incapaz de citar una obra concreta. A menudo de los debates queda una anécdota, un detalle, si es que queda algo. A Rajoy todavía se le recuerda su celebérrima «niña» de 2008, sin ir más lejos. En esta ocasión, tiene toda la pinta de que perdurará esta decepcionante respuesta de Rivera, que recomendó también a Kant, en genérico y después de que lo hiciera Iglesias: «es un referente también para los juristas». Alsina le pidió “un título concreto” y respondió que no lo ha leído en libros, sino a través de compendios o textos sueltos, como por otra parte resulta obligado a un licenciado en Derecho. «Las teorías de Rawls también me sirven, sobre el liberalismo social, en fin, no sé, quien usted quiera», añadió.
El resto del debate ha estado plagado de alusiones a los ausentes, de críticas a decisiones de Gobiernos socialistas y populares e incluso ha habido espacio para que los debatientes mostraran su sintonía en algunos aspectos, como la propuesta de reforma del sistema electoral. Concluyó Iglesias con un nuevo piropo a los estudiantes, diciendo que no podía pedir el voto a tan solvente audiencia, sino que leyeran los programas de todos los partidos y decidieran en consecuencia. Rivera no se salió del guion y citó a Suárez para subrayar que España se encamina a una etapa tan crucial como la Transición: “Ganemos el futuro, cuento con vosotros”. Los dos se comprometieron a regresar a los cien días de tomar posesión si son elegidos presidentes del Gobierno. Más aplausos. Como para no volver.