La Liga anunció ayer el resultado de la subasta del fútbol. Telefónica ganó el lote 5, el del llamado ‘partidazo’, por 750 millones de euros durante tres temporadas. Mediapro, en un ejercicio con más riesgo que el del funambulista Philippe Petit entre las Torres Gemelas, se va a jugar 1.900 millones de euros a que será capaz de poner a la mayor multinacional española de rodillas.
Existe un precedente de esta apuesta, que fue la compra de los derechos de la Champions. Mediapro probablemente se decía a sí misma, «¡es imposible que Movistar no ofrezca la Champions!». Telefónica renunció tan pichí a la mayor competición continental y sin perjuicio aparente.
La jugada de Mediapro está clara: pedir a Movistar que pague los 1.900 millones y ofrecer precios razonables a Vodafone, Orange y otros operadores, que a su vez comprarán a Movistar a precios regulados el ‘partidazo’. Esto meterá presión a los azules, que verán a sus rivales ofrecer todas las competiciones cuando ellos sólo tendrán a su disposición el mejor encuentro de cada jornada (con el segundo mejor en abierto, no lo olvidemos). ¿Qué esperan conseguir? Recuperar los 1.900 millones y, además, sacarse su preceptiva comisión.
Pues van listos.
Si algo ha demostrado el modelo del fútbol televisivo en España es que es profundamente deficitario. Los clientes lo quieren todo barato, y Javier Tebas quiere muchísimo dinero que repartir entre los clubes. Es imposible conciliar todos los intereses. Este año hemos visto la Liga más barata y accesible de la Historia, pero va a ser un caso aislado.
Porque Movistar no va a ceder. Si Luis Miguel Gilpérez sigue presidiendo la filial española de Telefónica, cualquiera que le conozca sabe que no se plantará ante el chantaje orquestado en comandita por la Liga y Mediapro. Con 1.900 millones la operadora compra todos los Juegos de Tronos del planeta, regala televisores a todos sus clientes, y financia la mitad de las series españolas premium que vayan a producirse durante los próximos años. «Me gusta el fútbol, los domingos por la tarde es la mayor de las pasiones», rezaba el viejo anuncio de Canal+. «Me gusta el futbol porque soy Dios en casa por un día», cantaba Melendi años después. Lo que no dice es cuánto estaba dispuesto a gastar Dios.
Y si Movistar no cede, Mediapro se va al carajo, porque no hay cuenta de resultados que aguante las pérdidas que esto le causaría. Y el resto de operadores dejarán de sentirse presionados para poner precios tan bajos y empezarán a subir las tarifas. Una situación lose-lose.
Que nadie piense que existe alternativa de rentabilidad para el fútbol sin que Movistar ponga a sus clientes en el saco. 1.900 millones no se rentabilizan con los abonados de Vodafone, Orange y Telecable, y desde luego no se aprovechan con servicios OTT plagados de errores como BeIN Sports o Total Channel.
Para la próxima temporada vamos a ver un tira y afloja brutal entre ambas compañías. Mediapro se juega todo su futuro y unas pérdidas asesinas. Movistar se juega un año en el que «sólo» ofrecerá los dos mejores partidos de cada jornada. ¿Cuántos clientes perderá por eso?