Esta reseña sucedió por casualidad. Mi único acercamiento a esta película fue un simpático trailer en el que quedaba claro que no estábamos ante una cinta convencional. Pero nunca sospeché hasta qué punto.
La presencia de actorazos como Toni Collette, Adam Scott, Allison ‘Fargo’ Tolman o David ‘Champ Kind’ Koechner nos hablaba de una comedia agridulce, y esa impresión quedaba reforzada con la triste secuencia de los créditos, un homenaje a la brutalidad consumista de estas fiestas.
El trailer incluso nos planteaba la violencia con la que íbamos a toparnos a continuación, con un Santa malvado que persigue a los niños malos acompañado de sus sicarios.
A pesar de las señales, reconozco que no estaba preparado para la que se me vino encima durante todo su metraje. La única película en la que he sentido algo similar, lo reconozco, fue la primera Gremlins de Joe Dante. Dicho film ofrecía señales tremendamente contradictorias que obligaban al espectador a mantenerse a la expectativa sobre lo que estaba viendo en realidad. Era buena parte de su encanto.
¿Recordáis el discurso de Kate sobre la muerte de su padre, en el que no sabíamos si partirnos de la risa o empatizar? ¿O la cantidad de gente que muere o resulta herida en pantalla pese a tratarse de una comedia (¡adios, señora Deagle!)? ¿O las críticas recibidas por la película porque los gremlins, para los mal pensados, eran educados asiáticos que se transformaban en negros?
Con Krampus tenemos algo muy parecido, y un producto realmente interesante para uno de los públicos peor tratados de los últimos años en el cine: los niños de entre 11 y 13 años. La ausencia de violencia explícita, más allá de algunas heridas bastante complicadas, y un mensaje bastante interesante, ayuda a tomar la decisión de llevar a la muchachada. Pero claro, estáis hablando con alguien que se leyó IT, Carrie o Salem´s Lot antes de entrar en el instituto, así que quizá no sea el padre más ejemplar del mundo. Si queréis, podéis llevarlos a dormir el Viaje de Arlo y alucinar con lo realistas que son las hojitas y el agua.
Algo muy curioso de Krampus es que, en realidad, es una leyenda real de países alpinos, y los llamados Krampuslauf son toda una institución en los mismos países en los que se celebra a San Nicolás. En EEUU, además, hay cierta recuperación de su figura (esta película no es casualidad) gracias al trabajo de Monte Beauchamp. Muy recomendable este artículo en National Geographic sobre cómo se produjo la introducción de esta figura en EEUU a lo largo de este siglo.
La recreación de los villanos, más inspirados en el kabuki y las máscaras tradicionales que en los omnipresentes orcos de El Señor de los Anillos, imitados hasta la nausea, le otorga al conjunto un punto artesano que nos recuerda a otras películas complejas para niños como Dentro del Laberinto, una película sobre una preadolescente que no duda en entregar a su hermano a un señor mayor y de sexualidad extravagante que se la quiere llevar al huerto de los goblins.
Por cierto, aunque no está claro si ha sido por la reciente popularidad del personaje o porque el público quiere horror navideño, en EEUU Krampus ha sido una relativa sorpresa en taquilla, con un muy meritorio segundo puesto en su primer fin de semana en el que recuperó más de los 15 millones que costó hacerla.
En España no está claro cómo funcionará, teniendo en cuenta las enormes colas para ver Ocho apellidos catalanes, el hit indiscutible de la temporada y la prueba irrefutable de que el público rara vez se fía de la crítica.
Pero si es por nosotros, a por ella. A diferencia de monstruos genéricos con vocación familiar como Noche en el museo, Krampus al menos nos ofrece algunas reflexiones, valentía, reglas del juego poco claras y una más que seria sensación de desasosiego.
SPOILER ALERT
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Cada espectador maleducado que gritó «¡Es como el final de los Serrano!» al terminar la filmación se llevó un zasca épico. Pude sentir como Krampus le reservaba una campanita al listillo que tenía detrás. Sólo por eso ya mereció la pena pagar la entrada.
Fotos del Krampuslauf de Munich: Tribp en Flickr