Un año más, y ya van dieciocho, se ha celebrado el supuestamente segundo salón del cómic más importante de España. Durante varios años fue una cita a la que no faltaba, pero mi mudanza a Burgos complicaba mi asistencia y desde 2007 no había vuelto. Este año me ha sido posible volver a la cita, ya entrado en la cuarentena… y no me ha resultado una experiencia tan agradable como en ediciones anteriores.
Pero… ¿qué ha pasado?
A lo largo de los ocho años que han transcurrido desde mi última vez, Expocómic ha cambiado. A mejor en algunas cosas, a peor en otras. Muy a peor. Puede que la edad me haya hecho más crítico y menos ilusionable, pero también hay deficiencias objetivas. Recuerdo que en 2007 salí con la idea de que el salón estaba mejorando, y este año me ha quedado la sensación de que esto ya no es lo que era.
La ubicación
2007 fue el penúltimo año en el que se celebró Expocómic en el Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo, mudándose en 2009 a su actual ubicación en el Pabellón de Cristal. Y cierto es que la anterior ubicación ya se quedaba pequeña, haciendo que la densidad de público el sábado por la tarde y el domingo fuera un poco agobiante, y en ese aspecto la mejoría es innegable. Pero quizás hubiera demasiados pocos stands para el espacio que había, dando la sensación de que estaba algo desangelado.
Los autores invitados
En 2007 contamos con la presencia de Charlie Adlard (dibujante de The Walking Dead), D’Israeli (The Sandman, Lazarus Churchyard), Phil Hester (Green Arrow), Ande Parks (entintador habitual de Phil Hester), Humberto Ramos (Spider-Man, X-Men), Mark Buckingham (Fábulas, Muerte) y multitud de autores españoles. Este año, los autores internacionales invitados han sido Yanick Paquette (Batman Inc., La Cosa del Pantano), Brian Azzarello (guionista de 100 Balas), Alex Saviuk (Spider-Man) o Jonboy Meyers (Ninja Scroll, Ame-Comi: Girls). El prestigio y la emoción que despertaban estos autores no era ni de lejos lo que había hace unos años, por mucho que Paquette sea un artista como la copa de un pino.
Las exposiciones
El cambio de recinto ha hecho que no hubiera una zona dedicada a ellas, sino que estaban dispersas por las dos plantas utilizadas del Pabellón de Cristal. Pudimos ver una de originales de Salvador Larroca en las series de Star Wars, una del siempre polémico David Rubín, una Star Wars de autores variados (gran fallo, no se indicaba quién era el autor de cada ilustración) y una de los alumnos de la academia C-10. Nada que ver con las de 2007 de Mark Buckingham en Fábulas, Tirso Cons, Martín Saurí en La Odisea o aquella dedicada a la llegada de los cómics americanos a España. Notable bajada de calidad en la oferta.
Los stands
Si no hubiera sabido que estaba entrando en Expocómic no habría sabido de qué era esta feria viendo lo que había en los stands. En la planta de arriba estaba La Isla (stands de autores varios), una exposición de dioramas de Lego, una zona dedicada a los juegos de mesa en la que los chicos de Metrópolis Center hacían partidas de demostración, un stand de la Embajada de EEUU en Madrid (¿?) y una zona en la que se ofertaban partidas de rol en vivo. En la planta baja, además del escenario donde se hacían las conferencias con una acústica espantosa (intenté escuchar a Salvador Larroca y no entendía casi nada) estaban dispersos sin ningún tipo de orden las editoriales (notables las ausencias de ECC, Panini y Planeta DeAgostini), fanzines, tiendas de comics (pocas, muy pocas, y en un salón del cómic es lo que se espera ver), camisetas, videojuegos, peluches, figuritas, gofres, gominolas… Parecía que realmente estábamos en ExpoOcio, o incluso ExpoDeTodoUnPoco. El viernes a media mañana ya había visto todo lo que había, y si volví fue para reencontrarme con amigos varios, siendo Expocómic una mera excusa.
Las actividades paralelas
De nuevo, luces y sombras. La principal sombra fue la tradicional competencia de la Fnac, un año más, con sus “Jornadas Comiqueras”. La tienda de Callao organiza todos los años actividades relacionadas con el mundo del cómic haciendo la competencia a Expocómic sin poner ningún tipo de stand en la feria, dividiendo el público en lugar de creando sinergias. Vivimos en un país libre y tal, pero no me parece correcto aprovecharse del reclamo nacional de público de la feria de este modo parasitario.
Por otro lado, es imprescindible mencionar el espectacular proyecto desarrollado por Moisés Hassan junto con Whakoom y la AEAC y presentado en esta edición, en el que 115 personas relacionadas con el mundo del cómic a nivel internacional, entre guionistas, dibujantes, editores y divulgadores analizan la situación actual del cómic infantil. La dirección, aquí http://www.whakoom.com/kidscomic/
También hay que mencionar la grabación de la primera Podcast Jam, en la que representantes de diversos podcast relacionados con el mundo del cómic (Es La Hora De Las Tortas, Tomos y Grapas, Destino Arrakis, Bajo La Máscara, Apocalipsis Friki y varios más) grabaron en directo y con público asistente en el clásico local madrileño La Vía Láctea.
Y algo que siempre aporta color es el cosplay. Como todos los años, había aficionados cuyo disfraz era impresionante y otros que parecía que habían cogido cuatro trapos y una fregona vieja a modo de peluca.
La organización
Aquí se impone un toque de atención. Me comentaban compañeros de otros medios que se les confirmaron las entrevistas con autores del sábado por la mañana el jueves por la tarde, sin dar tiempo material para preparar nada correctamente. Y ayer domingo fui absolutamente incapaz de encontrar a nadie que me informara de quiénes habían sido los premiados en esta edición. Aún hoy siguen sin publicarse en la web oficial.
Futuro y reflexiones
La sensación que me he llevado es que, este año, Expocómic está empezando a quedarse vacío de contenido. O consigue reconducirse o acabará siendo algo tan disperso que los lectores de cómic perderán el interés. Por lo pronto, ya se ha anunciado un cambio para el año que viene: abandona su ubicación tradicional en la Casa de Campo para trasladarse a IFEMA. ¿Hasta qué punto es un acierto? Los stands son mucho más caros, y el beneficio económico esperable en el cómic no es tan amplio como para poder permitirse una inversión mayor. Y los pabellones son mucho más grandes, o se consiguen más expositores o va a parecer un erial. Con esta apuesta a ciegas, Expocómic sólo tiene dos posibilidades por delante. O crece y se convierte en un salón de primera división o desaparece.