«A Iglesias le recomendaría leer ‘El arte de la prudencia’; a Sánchez, ‘Sobre la belleza'»

Rivera de la Cruz, en la librería madrileña donde se entrevistó con SABEMOS.

La escritora y periodista Marta Rivera de la Cruz da el salto a la política de la mano de Ciudadanos tras aceptar una petición expresa de su presidente y candidato a La Moncloa. Quiere que la cultura tenga un papel protagonista en el Gobierno de España y deje de ser «la hermana pobre y poco agraciada de Educación».

No abundan los casos de escritores que se meten en política. Tampoco es habitual hablar con un político y que la literatura centre buena parte de la conversación. Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970) es una rara avis que se embarcó en Ciudadanos por expreso deseo de su «jefe», que le pidió encarecidamente ese compromiso el pasado junio. Tras aceptar el tercer puesto de la lista naranja por Madrid, Rivera de la Cruz se puso también al frente del programa de Cultura con que el partido concurrirá a las generales. Es perfectamente consciente de que su vida ha cambiado para siempre pero se muestra cargada de energías y de ideas para aportar su granito de arena en la España más convulsa y volátil desde la Transición. Por lo pronto, aboga por un Ministerio dedicado exclusivamente a la cultura, por «racionalizar» las ayudas al cine y por combatir por todos los medios los bajos índices de lectura. Al poder los filósofos, teorizó Platón. «Lee y conducirás; no leas y serás conducido», instruyó Santa Teresa.

¿Cómo tomó la decisión de entrar en Ciudadanos?

Pues fue un proceso curioso. Conocí a Albert Rivera hace tres años, tras escribirnos por Twitter cuando se produjeron los incidentes en el Parlament de Cataluña, cuando lo sitiaron unos manifestantes. Yo le pedí que me confirmara que los hechos habían sido de esa gravedad, antes de acudir a un compromiso en la televisión, y a partir de ahí establecimos cierta relación. Al poco tiempo, propuse su nombre para un artículo en SModa, donde yo hacía entrevistas a gente que no tenía que ver con la moda. Costó venderla, porque entonces Albert aún no era muy conocido. Luego coincidimos en programas de televisión, me invitó a algunos actos de Ciudadanos, vi cosas del partido que me gustaron mucho, también discutimos cosas… Y en la Feria del Libro de este año nos vimos y me dijo que teníamos que hablar, que me quería proponer algo. Pensé que me iba a pedir ayuda para hacer el programa de Cultura. Quedamos y mi sorpresa fue mayúscula cuando me dijo que quería que me presentara a las primarias de Ciudadanos para ir en la lista al Congreso. Fue una sorpresa… como si ahora tú me tiras el café por encima.

¿Y aceptó en ese mismo momento?

Le dije: “Mira, tienes que dejar que lo procese, un tiempo para que me lo piense”. Fueron unos días de darle muchas vueltas, de no pegar ojo, pensar muchas cosas, ser consciente de que para un periodista dar este paso no tiene vuelta atrás. Nunca más podré presumir de independencia porque habré estado vinculada a un partido y ese es un estigma para toda la vida. Yo le dije que me estaba pidiendo que cambiara mi vida. Y me dijo: “Te estoy pidiendo los próximos cuatro años de tu vida para que los dediques a tu país”. Me hizo sentirme útil, suena muy grandilocuente pero sí es cierto que si todos hacemos cosas, tratamos de cambiar las cosas con pequeñas acciones en la medida de nuestras posibilidades, al final pueden lograrse transformaciones importantes.

¿Pidió opiniones entre la clase política?

No. Hablé con gente sobre todo de mi profesión. Con una persona de mi editorial, un par de escritores y un par de periodistas, muy muy amigos. Todos me trasladaron los pros y contras que veían pero ninguno me dijo “ni se te ocurra”. Es que estamos viviendo el momento políticamente más intenso desde la Transición y a mí se me estaba dando la oportunidad de vivirlo desde dentro, eso es un regalo también. Y si las cosas salen bien y logro el escaño pues podré proponer cosas en el sitio donde pueden salir adelante. Conozco el sector del libro, del cine, de la música… Sé los problemas reales que tienen y es bueno poder estar en el sitio donde se han de solucionar. Ahora que lo veo con la distancia, creo que siempre pensé en aceptar la propuesta.

Albert Rivera le pidió cuatro años. ¿Su intención es estar solo una legislatura en política?

Sí, no creo que vaya a tener una carrera política larga. Porque no me gustaría jubilarme en esto, en caso de que tenga la posibilidad. Y respeto al político profesional ¿eh? Hay gente que lleva en el Congreso cinco legislaturas y me parece que hacen muy bien su trabajo, pero yo no me veo encadenando mandatos. Esto va a ser una etapa.

¿No está a favor de la limitación de mandatos?

Los altos cargos sí deben estar limitados, no creo que una persona pueda estar presidiendo una comunidad autónoma cuatro legislaturas, no es sano. Y en el caso de los parlamentarios yo lo que puedo asegurar es que me los autolimitaré.

Dígame algo que le haya sorprendido en Ciudadanos.

Bueno, he conocido a gente fantástica en cuanto a formación. Carlos Carrizosa es un tipo fantástico. Luis Garicano, que es una eminencia y es la persona más cercana del mundo, el mejor compañero. Yo le doy la lata consultándole un montón de cosas y siempre tiene un rato para atenderte. Paco de la Torre me explica todo lo que tiene que ver con fiscalidad con una paciencia franciscana, y nunca mejor dicho. La verdad es que es una suerte trabajar con gente así en un proyecto que está cargado de ilusión.

¿Cree que la política es un mundo sexista?

Yo creo que la igualdad al 100% no está conseguida en ningún ámbito. En Ciudadanos estamos muchas mujeres y somos todas absolutamente desacomplejadas. En mi caso por ejemplo, una vez me escribió una persona diciendo que tenía que protestar porque determinado medio había sacado una lista de políticas guapas que me incluía. Yo dije que no le daba más importancia, porque creo que no la tiene. Primero, porque si creen que soy guapa, pues fenomenal. Segundo, porque también se han hecho ránkings de chicos políticos, que los he visto, y no me parece que sea ningún insulto. Pero sobre todo porque el sexismo existe y es terrible y poner el foco en esto es banalizarlo.

¿Qué papel quiere desempeñar en el Congreso? ¿Dedicarse específicamente a la cultura?

Haré lo que tenga que hacer, somos un partido que va a entrar por primera vez en el Congreso y a lo mejor todos tenemos que hacer de todo. Pero en principio sí, me estoy encargando más de la parte de Cultura en el programa y estoy encantada.

En este sentido, ¿cómo valora la gestión de Wert en el Ministerio?

El problema que ha habido es que la cultura ha sido la hermana pobre y poco agraciada de la educación en el Ministerio. El Departamento ha estado dedicado a sacar adelante una ley contestada desde el primer momento y todos los esfuerzos, de todo tipo, se centraron ahí. Y el resto desapareció. La cultura no ha tenido ni peso político ni material ni nada. De ninguno de sus grandes problemas se ha hecho cuestión de Estado. Eso es terrible, hemos perdido cuatro años. Y nos han estado mareando la perdiz todos con el tema del IVA cultural, que es un problema ciertamente, pero hay otros muchos estructurales que nada tienen que ver con eso. Y de vez en cuando se agitaba la zanahoria de la bajada del IVA y con eso nos distraían de cosas muy preocupantes. A mí me preocupa como nada las bajas cifras de lectura, la crisis del sector editorial -que por cierto tiene un IVA del 4%-, la política de ayudas al cine, que no se esté haciendo lo suficiente por proteger el sector de la animación dentro del cine… Claro, si todo eso lo metes en un Ministerio centrado en sacar una ley que la da la vuelta como un calcetín a la enseñanza…

Aboga entonces por crear un Ministerio exclusivamente dedicado a la Cultura.

Creo que tiene que haber un Ministerio de Cultura independiente del Ministerio de Educación, sí. Porque son sectores que se dan la mano, por supuesto, y tienen que estar en comunicación constante. Pero el Ministerio de Cultura debe ser el Ministerio de Cultura. Es que España tiene un peso específico a nivel internacional inmenso en ese sector: es el segundo país con más patrimonio mundial de la Humanidad, tiene un activo tremendo con la lengua… Todo eso hay que gestionarlo bien. No pueden ser las migajas que sobran de Educación.

¿Algún modelo de otro país le sirve de referencia?

En eso soy muy cauta. Enseguida se me viene a la cabeza el modelo francés, pero ese modelo lleva funcionando desde hace 60 años. Yo me quiero parecer a Francia, pero nos falta. Los franceses han hecho de su cultura una marca desde hace 200 años. Creo que es más importante concienciar de la importancia capital que tiene la cultura, que no es algo que se haga de un día para otro.

¿Puede adelantar alguna línea maestra o prioridad que vaya a marcar el programa de Cultura de Ciudadanos?

Yo tengo obsesión por hacer un buen plan de fomento de la lectura. Para mí es clave.

¿A qué achaca ese déficit que tenemos en España?

Ha habido una desatención hacia el sector, ha habido años de bonanza en los que se invirtió el dinero mal. Campañas de fomento de la lectura que se limitaban a grandes anuncios. Y los niños no leen porque vean un anuncio, ni los padres ponen a sus hijos a leer por ver un anuncio. Hay otras cosas. Es clave el trabajo con la escuela, que es donde se aprenden las cosas más importantes, la costumbre de leer se adquiere ahí. La realidad es que aquí se lee mucho menos que en países de nuestro entorno y, lo que es aún peor, tenemos una comprensión lectora pobre, muy por debajo de la media europea.  

Con frecuencia hay polémica sobre la política de subvenciones al cine. ¿Qué postura tiene Ciudadanos?

Nosotros creemos que de la cultura pueden salir negocios rentables. Por supuesto que hay que ayudar, y la cultura por definición es deficitaria, el Museo del Prado siempre va a perder dinero y además es que tiene que perder dinero, hay que inyectarle.

Pero el Museo del Prado es de propiedad pública, le preguntaba por ayudas a agentes privados que viven de hacer películas.

Tenemos gente trabajando en propuestas interesantes para ayudas en sectores como el cine que se distribuyan de otra manera y que haya formas de recuperarlas. Parte del patrimonio cultural de un país es su cinematografía, también hace país el cine. Pero hagámoslo bien. Y a lo mejor hay que ayudar a la gente que hace películas pero no puede permitirse la locura de que un señor compre cientos de entradas de su propia película para después obtener la subvención. Eso no tiene ni pies ni cabeza. No se trata de cerrar el grifo y que cada uno se las apañe, sino de racionalizar.

Usted estuvo en Barcelona la noche electoral del 27-S. ¿Cree que la sociedad catalana está fracturada por el denominado ‘procés’?

Yo voy mucho a Barcelona, mi agente vive allí, mi editorial tiene la sede allí. Y me he ido encontrando una sociedad realmente dividida, no es ningún tópico. El otro día me encontré con unos amigos en el AVE que hacía tiempo que no veía, estuvimos hablando y pregunté por otra amiga común. La respuesta fue “la vemos menos, es que es cada vez que quedábamos acabábamos en bronca por el tema de la independencia”. Esa es la fractura de la sociedad, los amigos dejando de quedar. Porque siempre se ha discutido de política, tengo amigos que votan al PSOE, amigos que votan al PP, y discutimos de política, pero nadie se levanta de la mesa y se va. Conozco otro caso más de primera mano, de amigos que evitan verse… Y eso es imperdonable. Que Artur Mas haya provocado eso es imperdonable. Si has conseguido eso en tu sociedad, eres un fracaso, un político fracasado.

¿Culpa a Mas personalmente de la situación?

A él porque es quien está a la cabeza del asunto.

Me refiero a que cree que no cabe la equidistancia en el tema

Ah, no. El PP lo ha hecho muy mal, el PSOE también, se ha coqueteado con los nacionalistas… y todo eso lo tienen que asumir. Pero el gran culpable de la situación que tenemos ahora es el actual presidente de la Generalitat, esto ha ocurrido durante su mandato. Esto hace cinco años no pasaba, que la gente evitara hablar de política o directamente no quedar para no discutir.

¿Echa de menos mayor compromiso contra la secesión de voces de la sociedad civil, del mundo de la cultura?

Creo que hay que tener mucho cuidado con eso, cada uno tiene que administrar sus palabras como quiera. Yo no me atrevo a decir a la gente lo que tiene que hacer. Sé lo que he hecho yo, que he tenido mis problemas con el nacionalismo en Galicia, y gordos. Pero no puedo pedir a nadie que haga lo mismo, cuál tiene que elegir el tamaño de su compromiso. Y entiendo que la gente que vive allí tiene que convivir, tiene sus negocios, sus intereses… a mí me gustaría que gente que sé lo que piensa lo manifieste claramente pero no puedo pedirlo.

Dos de los expertos que asesoran a Ciudadanos en materia jurídica abogaron recientemente por desarrollar un marco legal que permita convocar un referéndum sobre la independencia en Cataluña. Rivera los desautorizó ese mismo día. ¿Hay debate interno al respecto?

No hay ningún debate. Aquello fue un artículo de dos personas que expresaban su opinión y estaban en su derecho de hacerlo. Pero nada más.

Dos personas que son escuchadas en Ciudadanos y que participan en la elaboración de las propuestas jurídicas y de reforma de la Constitución con que Albert Rivera se presentará a las generales.

Sí, y te puedo asegurar que no hay ningún debate interno. Ciudadanos no se ha movido de su postura. Mucho ha costado defenderla durante muchos años como para ahora abandonarla. Un referéndum solo en Cataluña ni se contempla.

Últimamente se aprecia en el PSOE un intento por seducir o acercarse a Ciudadanos, probablemente pensando en las negociaciones postelectorales. ¿Cómo lo ve?

Nosotros nos hemos convertido en el chico más simpático de la fiesta. Hay una cosa que tenemos muy clara: no se pacta con siglas, se pacta con propuestas. Y no creamos cordones sanitarios. Después de las elecciones se hablará con todo el mundo y se pactará con propuestas concretas y con aquel que proponga lo mejor para el bien de la mayoría. Lo que los demás elijan ahora… está bien que todos quieran bailar contigo.

¿Cree que Pedro Sánchez tiene madera de líder?

Creo que el liderazgo más sólido lo tiene Ciudadanos. Comparado con el nuestro, el resto de liderazgos permite que se me desdibujen un poco.

¿Y alguno se desdibuja más que otro?

No me parece que sea justo empezar a señalar defectos en los rivales como el de la falta de liderazgo. Estamos tan contentos de haber hecho bien las cosas que los demás creo que nos quedan lejos.

Dígame un defecto de Albert Rivera.

No, no, no. Yo a un jefe, y Albert Rivera es un jefe, no me atrevo a señalarle defectos y menos en público. Si veo alguno se lo diré en privado. Pero es difícil encontrárselos ¿eh?

¿Qué es lo mejor que ha hecho Rajoy?

Convertir a Zapatero en supervisor de nubes.

Para terminar le voy a pedir que me cite sus referentes literarios. Dígame alguno contemporáneo y alguno de siempre.

He sido una lectora apasionada de Primo Levi, su Trilogía de Auschwitz la releo con frecuencia. Levi es un referente como autor e intelectual. Y todos los años releo Madame Bovary, la disfruto mucho. De los contemporáneos, me gusta mucho Philip Roth. Y entre los españoles, me quedo con Marcos Giralt Torrente. Pero tenemos muchos buenísimos, autores brutales que son apreciados fuera y no tanto aquí, no presumimos de ellos como sí hacemos, por ejemplo, con el cine.

¿Podría recomendar un libro a cada líder nacional? ¿Qué le vendría bien leer a Rivera, Iglesias, Rajoy y Sánchez?

Uf, Dios mío, a ver, déjame pensar (se toma unos segundos). Pues a Albert le recomendaría Las dos señoras Grenville, de Dominick Dunne, porque me encantó y sé que le va a gustar. Es un libro que se va a poder leer bien entre sus largas jornadas de trabajo ahora. A Pablo Iglesias le recomendaría El arte de la prudencia, de Baltasar Gracián. Sé que le gusta el ensayo y este puede ser un buen momento para esa obra. A Pedro Sánchez… (de nuevo se toma una pausa para pensárselo) Sobre la belleza, de Zadie Smith. Y a Mariano Rajoy… Pues sé que hace tiempo leyó un libro mío, El inventor de historias, y que le gustó, así que cualquier otro de los míos.

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