A las urnas en Navidad: ¿Puede influir el ambiente festivo en el voto de las generales?

Mariano Rajoy, en la cena de Navidad del PP de Madrid en 2013.

España celebrará comicios legislativos en el último mes del año, una anomalía que tiene escasos precedentes. La proximidad de las fiestas navideñas y el ambiente familiar y consumista que las impregna pueden condicionar la crucial cita electoral.

El 19 de diciembre de 1920 se celebraron las penúltimas elecciones generales del periodo de la Restauración, en medio de una grave crisis del sistema que había impuesto el turnismo como método para garantizar la estabilidad. Los conflictos provocados por un anarquismo en progresión fulgurante en Barcelona y las desastrosas consecuencias de la Guerra de África lastraban a un país en decadencia, cuyo sistema ya no se recuperaría. Ese es el único precedente que puede encontrarse de comicios a Cortes Generales en vísperas de Navidad, si es que cabe considerar como tal una elección donde las mujeres aún no tenían permitido participar.

También pudo verse a la ciudadanía acudiendo a las urnas el último mes del año con ocasión de la segunda vuelta de las generales de 1933 (3 de diciembre) y para participar en los referendos del Proyecto de Ley para la Reforma Política -15 de diciembre de 1976- y de la Constitución de 1978 -6 de diciembre de ese año-. Los gallegos tienen alguna experiencia más en estas lides, pues refrendaron su estatuto de autonomía el 21 de diciembre de 1980 y celebraron autonómicas el 17 de diciembre de 1989. Por último, uno de los plebiscitos convocados por Franco para revestir de legitimidad decisiones unilaterales de su régimen tuvo lugar el 14 de diciembre de 1966.

Los referendos de 1976 y 1978 y las elecciones gallegas de 1989 también tuvieron lugar en diciembre

Pero esas son las excepciones. España ha seguido hasta ahora la costumbre de convocar a las urnas en primavera u otoño. El año 2015 parece destinado a acabar con todos los cánones, pues ya las catalanas del 27-S rompieron la regla no escrita de no convocar elecciones a la vuelta del verano.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, confirmó el jueves que esta será la legislatura más larga de la democracia y que la ciudadanía designará diputados y senadores a cuatro días de Nochebuena, con los villancicos sonando y los Reyes Magos envolviendo los regalos. ¿Puede influir esa circunstancia en el voto? ¿Cabe esperar una caída de la participación porque muchos estarán de vacaciones o desplazados en época tan señalada? “Sin duda, no sólo porque esas fechas son ‘sagradas’ en nuestra tradición, sino porque no se van a tomar como unas elecciones especiales o diferentes, como ha ocurrido en las elecciones catalanas”, opina la consultora política Imma Aguilar.

El componente emocional

Para Aguilar, asesora de Entesa en el Senado, ese hándicap de partida solo podría superarse si se percibe “la posibilidad de una ruptura de un cambio disyuntivo, que no parece que se vaya a producir”. Lo que sí aprecia es un espacio de oportunidades para partidos y candidatos, que no tiene por qué ser propicio para alguien en concreto: “Invierno, Navidad, frío, euforia, regalos, emotividad a flor de piel… Lo emocional siempre beneficia a la política en general. El partido o líder que sea capaz de conectar ese escenario anímico con su estrategia puede llevarse un rédito de las fechas”. Y es que todo será novedoso, empezando por una campaña cuyo pistoletazo de salida se dará en el puente de la Inmaculada.

«El líder que conecte el emotivo escenario anímico de la Navidad con su campaña puede llevarse un rédito», explica la consultora Imma Aguilar

David Redoli, presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), considera que «la decisión de apurar la legislatura hasta el 20 de diciembre es inteligente y es estratégica, probablemente recomendada por parte de los estrategas de Moncloa». Y argumenta su postura en base a seis razones:

1) Es el día de la ‘operación salida’, por lo que mucha gente no irá a votar al estar ocupada en viajes familiares o desplazadas de sus lugares de empadronamiento.

2) Es la antevíspera del popular sorteo de la Lotería Nacional, lo que genera ilusión y expectativas positivas (nos hace valorar el statu quo con cierta benevolencia).

3) Quien tenga trabajo acaba de cobrar la paga extra, lo que siempre infunde bienestar y optimismo (un estado de ánimo que invita a no cambiar las cosas).

4) Los estudiantes (los jóvenes) están ya de vacaciones (están menos movilizados, por lo tanto y probablemente lejos de sus lugares de empadronamiento… suelen ser voto progresista).

5) El contexto es completamente navideño (llegan familiares, la televisión está inundada de anuncios de regalos infantiles, de perfumes y de turrones, suenan villancicos… lo que no invita a escuchar spots electorales pesimistas ni a aguantar campañas electorales muy criticas o crispadas).

6) Ganas tiempo para propiciar noticias positivas (a favor del Gobierno) y para articular enmarcados positivos que pongan distancia con los duros años de recortes y de corrupción que han caracterizado durante estos cuatro años al PP. Esto casa perfectamente con la apuesta al «todo o nada» de Rajoy: el presidente ha fijado muy claro su mensaje y va a repetirlo hasta la extenuación: vender que sólo el PP garantiza la estabilidad, el crecimiento económico y la unidad de España. 

«Es una decisión diseñada con escuadra y cartabón, para nada improvisada», opina el sociólogo David Redoli

Redoli coincide con Aguilar en resaltar que «el contexto es muy emocional, una emotividad en la antesala de la Navidad, llena de valores tradicionales». La discrepancia estriba en que el primero lo ve claramente premeditado -«es una decisión diseñada con escuadra y cartabón, para nada improvisada»- y la segunda enfatiza que «Rajoy es más pragmático que emocional, ha mantenido su estilo de no hacer nada hasta que las cosas casi caigan por su peso; en su línea, se ha ido al límite».

El presidente de ACOP apunta para acabar que, por supuesto, «en el comportamiento electoral influyen muchas otras variables más allá de las meramente contextuales» y aporta una curiosidad adicional: «en 2011 Zapatero convocó las elecciones para el 20 de noviembre (aniversario de la muerte de Franco) y en 2015 Rajoy las ha convocado para el 20 de diciembre (aniversario del asesinato de Carrero Blanco). El 20-N significó el enterramiento del proyecto socialista que había liderado ZP… ¿significara el 20-D algo parecido para Rajoy? La respuesta, en las urnas en poco más de dos meses…»

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