A estas alturas, en cualquier negocio, se debe asumir que el mundo ha cambiado. En ese viaje está la banca tradicional tras la irrupción de las fintech en el negocio financiero. Estas startups que aparecieron como empresas disruptoras, se han convertido en verdaderos rivales en algunos segmentos de negocio. Por eso los grandes bancos asumen esta sana competencia, pero sabiendo que no siempre hay hueco para todos.
Este jueves se ha presentado en Madrid la memoria anual de la Asociación Española de Banca (AEB). Lo más destacado ha sido que las entidades obtuvieron un beneficio atribuido de 7.987 millones de euros en 2016, lo que supone un 23,1% menos que un año antes.
Junto a dicha memoria también se ha presentado el informe anual sobre la salud del sector, y ahí es donde se aprecia esa extraña relación que mantiene la banca tradicional con las nuevas empresas del ecosistema fintech.
Por un lado asumen que existe «una fuerte competencia para la banca tradicional, que frente a la explosión de nuevos competidores, muy activos, adoptan diversas estrategias para afrontar este reto. La mayor parte de las opciones pasa por la disponibilidad de plataformas colaborativas con empresas fintech, para iniciar actividades conjuntas, ya sea con participación en modo de capital riesgo, como aceleradores de programas de startups o directamente con programas de colaboración».
A su vez, entienden que la mayoría de los nuevos entrantes se dirigen directamente al consumidor o a las empresas usuarias de estos servicios, proponiéndose como una alternativa a la banca, y aunque no siempre consiguen la total desintermediación de los bancos, estos se convierten indirectamente en un colaborador muy útil para sus objetivos.
Al mismo tiempo, la confianza cada vez más extendida en los soportes digitales por parte de los usuarios, facilita esta evolución hacia un modelo transaccional desintermediado y con transacciones que generan un flujo continuo de datos muy valioso.
Colaboradores, sí; pero también competencia
En el apartado del informe que aborda la transformación digital, y una vez que asumen su complicidad necesaria como colaboradores, desde AEB no dejan ninguna duda de que también son rivales.
«Para afrontar la mayor competencia, el sector bancario cuenta con importantes ventajas: por un lado un amplio patrimonio de información de inestimable valor en la relación con la clientela y un gran conocimiento de ésta». Aquí sacan los espolones sobre el big data y el conocimiento que tienen de los clientes, así como los datos personales, algo que las fintech, por el momento, no tienen debido a sus pequeñas bases de usuarios.
Incluso, el lenguaje dentro del informe se torna ligeramente belicoso. «Los vencedores de esta guerra digital tendrán que tener agilidad para ser los primeros con soluciones simples e innovadoras, contar con una amplia base de clientes para lograr masa crítica de usuarios con rapidez, habilidad para sincronizar la adopción por parte de los usuarios, legitimidad y credibilidad, esencia cooperativa con potencial global».
Por ello, aseguran, la banca en su tradicional empeño de dar respuesta a las necesidades de la clientela, antes incluso de que haya una demanda real por parte de los usuarios, lleva años trabajando para secundar esta tendencia. Cabe destacar la reciente iniciativa sectorial (Bizum) para adecuar los servicios de pago a las nuevas exigencias y tendencias.
Imagen | ‘Antonio Tajuelo‘