Nadie puede resistirse a establecer paralelismos entre la historia de Pablo Iglesias y las tramas de la serie de HBO Juego de Tronos . Y no es casual. El propio Iglesias ha hecho todo lo posible para fijar la comparación al imaginario popular. Si no quería este tipo de opiniones, podía haberse ahorrado la portada de aquel libro y el ya célebre presente al Rey Felipe VI. Sin embargo, tras la imputación de Tania Sánchez en el marco del Caso Rivas, hay algo que ha quedado bien claro: nos estábamos confundiendo con los personajes. Él es Daenerys Targaryen y ella ha sido Khal Drogo.
Ambos, que se conocieron y amaron antes de que el invierno estuviese próximo, se vieron separados de forma dramática, como corresponde a los grandes amores entre fornidos señores de la guerra dothrakis treintañeros y debutantes targaryen de trece años que deberían haber estado mirando la tele y no en dirección a Cuenca. Uno de ellos siguió un camino triunfal como Daenerys de la Tormenta, La que no Arde, Rompedora de Cadenas, Madre de Dragones. El otro fue asfixiado por su pareja con una almohada. Por buenas razones y entre lágrimas, sin duda, pero se quedó más tieso que la mojama y su cadáver fue pasto de las llamas.
Después de la muerte de Drogo, Daenerys de la Coleta, escoltada por sus tres fieles dragones, prosiguió su camino hasta llegar a Qarth, donde se enfrentó a las profecías de la Casa de las Encuestas (o de los Eternos, algo por el estilo). Convencida de que la gloria aguardaba, Daenerys paseó a sus tropas por la Bahía de los Esclavos, donde se hizo a buen precio con un montón de Socialdemócratas Inmaculados. Gracias a ellos, y su ejército de unidad popular, derrotó a la Casta de Astapor. Después le tocó a Yunkai y, más adelante, a Meereen.
Sin embargo, su periplo triunfal se resquebrajó. Llegada a Meereen, y luchando a brazo partido por conservar el orden, Daenerys perdió a uno de sus dragones, Monederon (o Drogon), y se vio obligada a casarse por razones estrictamente políticas con un tipo guapetón pero por el que no sentía ningún afecto y que, en realidad, representaba todo aquello contra lo que siempre luchó.
No sabemos cuál será el futuro de esta joven de la casa Targaryen, a qué periplos se enfrentará o si llegará a aposentarse en el trono más incómodo de Poniente.
Lo que sí sabemos es que Khal Drogo está imputado, que el antaño orgulloso ejército dothraki no es lo que era y que nadie volverá a pensar en él más que en las reposiciones.
Y es que ya lo dijo el propio Iglesias en su hoy profético libro. Ciertos políticos sólo pueden ganar o palmar.