Veinte años después, el Ayuntamiento más grande de Castilla y León adquiere nuevos hábitos. Veinte años después de una mayoría absoluta del Partido Popular que un pacto de izquierdas se ha encargado de enviar a la oposición a pesar de haber resultado la fuerza política más votada, Valladolid cuenta de nuevo con un alcalde socialista que ha llegado, de momento, con decisiones muy visuales que saltan a la vista. Y los nuevos inquilinos dicen que esos cambios han llegado para quedarse.
El socialista Óscar Puente sabía la misma noche del 24M que los doce concejales logrados por el Partido Popular le iban a abrir las puertas de la Alcaldía de Valladolid. En esas horas de recuento, los teléfonos de los partidos de izquierda que sumaban los quince concejales necesarios para alcanzar la mayoría absoluta, echaban humo en la primera gestación del pacto que no tardó en consolidarse. En democracia, Valladolid ha conocido tres alcaldes; el primero fue el socialista Rodríguez Bolaños, que permaneció 16 años en el cargo aunque también necesitó la ayuda de Izquierda Unida; después le sucedió el popular León de la Riva, dueño del bastón de mando 20 años; parece que, a modo de rotación, le toca el turno de nuevo a un político de izquierdas en este caso representado por Puente.
El PSOE vallisoletano se ha apoyado en la plataforma Valladolid Toma la Palabra (Izquierda Unida más Equo), para formar equipo de Gobierno. En la investidura sumaron los votos de Sí se puede Valladolid, una agrupación de electores en la que se integra Podemos, que rechazó asumir concejalías aunque sí participa en la Junta de Gobierno. Enfrente, la atónita oposición del Partido Popular que intenta recomponer su grupo municipal tras el mazazo de la victoria insuficiente, y Ciudadanos que se ha quedado en tierra de nadie con solo dos concejales, lejos de sus expectativas y lastrado por un histriónico cabeza de lista que apenas tiene comunicación con su número dos. Ese es el nuevo dibujo político de Valladolid, el Ayuntamiento más importante en habitantes y presupuesto de Castilla y León, el denominado escaparate de la Comunidad Autónoma que ha empezado a visualizar cambios significativos.
El primero, abrir la puerta principal del Ayuntamiento a toda la ciudadanía. Esta fue una medida que ya avanzaron tanto socialistas como Toma la Palabra durante la campaña electoral. Hasta ahora, el acceso a la Casa Consistorial se realizaba por una puerta ubicada en una calle lateral y se reservaba la fachada que da a la Plaza Mayor para ocasiones especiales o eventos concretos. Ya no. Cualquiera puede acceder por esta entrada que, a través de su escalinata, conduce a las diferentes dependencias municipales.
Hay más, y estas afectan directamente a la figura del primer edil. Óscar Puente se había convertido en un usuario habitual de la bicicleta como medio de transporte por la ciudad y su ascenso a la Alcaldía no ha modificado estos hábitos. De esta forma, recorre el trayecto desde su vivienda en el Paseo de Zorrilla hacia el Ayuntamiento. Pero en su nuevo despacho, sin apenas variaciones con respecto a cómo lo tenía Javier León de la Riva, no le espera un coche oficial para realizar sus desplazamientos por la ciudad. El nuevo alcalde utiliza un coche eléctrico que la firma Renault, con gran implantación en Valladolid, puso a disposición del consistorio vallisoletano en su apuesta por impulsar el uso de este tipo de vehículos, de cero emisiones y que no supone gasto alguno para las arcas municipales. También, Óscar Puente ha prescindido del chófer habitual y conduce él mismo este modelo de Renault Zoe que le lleva de un punto a otro de la ciudad. Quizá la flota de vehículos oficiales quede restringida exclusivamente para viajes más largos en los que el tiempo sea un aliado del alcalde, que puede aprovechar para seguir atendiendo llamadas o revisando documentos.
Rebajas en los sueldos
El nuevo equipo de Gobierno tiene pendiente abordar un debate sobre las retribuciones salariales, aunque ya han anunciado que habrá rebajas sustanciales. No al nivel que exigían los derivados de Podemos, insistentes en querer imponer al alcalde un sueldo de 1.945 euros al mes como equivalente a cinco veces el salario mínimo interprofesional que Puente y todo el PSOE han rechazado de pleno. “No es normal que el alcalde llegue a cobrar menos que su secretaria”, ha comentado. Aun así, en las próximas fechas quedarán fijadas las cantidades que recibirán todos los cargos de responsabilidad en el Ayuntamiento. El alcalde tiene asignados 82.944 euros brutos al año y Óscar Puente ya ha propuesto una descenso sustancial del 20% que dejaría esa cantidad en 66.356 asimilables para una ciudad con más de 300.000 habitantes y 3.000 empleados municipales. Los tenientes de alcalde y concejales delegados de área cobran 70.144 euros anuales y los representantes de Valladolid Toma la Palabra también han adelantado que no percibirán esas cantidades.
Estas nuevas maneras ya se apuntaban durante las negociaciones del pacto, que fueron grabadas y colgadas posteriormente en las redes sociales de los diferentes partidos para mostrar ese espíritu de transparencia y renovación que pretenden instalar durante su mandato.