Alena es una rareza dentro del catálogo del joven sello Sapristi. Enfocado normalmente a la publicación de novelas gráficas serias y voluminosas como The Lonesome Go , Alena destaca entre sus lanzamientos precisamente por ser todo lo contrario.
Publicada con inequívoco sabor a comic book americano y un estilo gráfico que bebe del estilo Dark Horse de tebeo moderno de terror, el sueco Kim W. Andersson despliega en Alena una historia que es pura mitología USA. Una chica problemática, Alena, es maltratada tanto por sus compañeras en una distinguida escuela para señoritas ricas donde no encaja como por una amiga que falleció años atrás, y cuyo abusivo fantasma se le aparece para decirle cómo tiene que vivir.
Puro teen angst con elementos sobrenaturales, la historia recuerda tanto a Carrie como a las historias de terror manga menos excéntricas. El resultado es, definitivamente, menor en comparación con otros títulos publicados por Sapristi, pero nada desdeñable: el estilo gráfico de Andersson, siempre rozando la caricatura colorista, es perfecto para una historia grotesca y excesiva, rebosante de emociones a flor de piel (la historia de celos, envidias, pasiones desbordadas y muertos vengativos galopa al ritmo de unas hormonas adolescentes fuera de sí). Es imposible tomarse demasiado en serio a estos fantasmas picajosos y a estas teenagers cuyo mayor drama es que un chico guapo no les hace caso, pero Alena funciona porque opta por lo estridente casi de continuo. Como montaña rusa emocional y con gente putrefacta, funciona.
Andersson, además, controla los códigos de los tebeos de terror y sabe darle una inquietante fisicidad a todo, tanto para un cierto turbador erotismo juvenil como para los violentísimos crímenes que comete la suicida rediviva. Es en los momentos de gore y demencia donde Alena brilla con cierta originalidad. Y el lector puede perdonar gracias a ellos que, en otros momentos, Andersson se deje guiar por los tópicos del terror teen y que delatan, en algún que otro momento descuidado -como el catárquico momento a lo Carrie donde la aceptación social de la protagonista se arruina inevitablemente- los muchos agujeros de guion y el hecho de que los protagonistas estén definidos a base de perezosas convenciones.
El resultado global no deja de ser estimable. Con una adaptación al cine literal y recién estrenada (y que pudo verse en Sitges), y que demuestra hasta qué punto los referentes del comic se basan en el cine de terror adolescente de consumo, Alena tiene ritmo, personalidad y arrebatos de intensidad muy interesantes. Es obvio que su intención de ser comercial a toda costa echa por tierra algunos de sus posibles logros, pero al final del día lo que tenemos es una historia de terror sencilla, juvenil, directa e intensa. Que no es poco.
Alena
Kim W. Andersson
Sapristi Comics
2015