Descarrilada, sí. Ése debía haber sido el nombre en castellano del nuevo film de Judd Apatow. Que es tanto su mejor película como la confirmación de que Amy Schumer, una actriz de la que en España hemos oído hablar más por sus portadas de Star Wars para GQ que por su trabajo, es una de las voces a tener más en cuenta de la comedia estadounidense.
La película comienza con uno de los diálogos más divertidos que se han visto en pantalla desde hace bastante tiempo, con un padre tratando de convencer, con mucho éxito, a sus dos hijas pequeñas, de que la monogamia es un propósito inverosímil. A partir de ahí nos topamos con Amy, una de estas niñas, que al crecer se ha convertido en el equivalente americano a una de esas británicas que te encuentras cualquier noche de Madrid, borrachas como cubas y dando tumbos por las calles buscando guerra con el primero que se le ponga por delante.
A pesar de su infatigable poligamia, la moza tiene un medio novio: Steven, un energizado culturista encarnado por la estrella de la WWE John Cena (una de las revelaciones de la película, pese a que no haya conseguido vencer a Seth Rollins por el título en su último combate). Pese a todo, tanto trasegar morapio le encaja bien a Amy teniendo en cuenta la profesión que ha escogido: es periodista. En concreto, trabaja en una revista para hombres donde está a las órdenes de Tilda Swinton (disfrazada de mujer), y donde recibe el encargo de entrevistar al traumatólogo de las estrellas, encarnado por Bill Hader.
Todo esto da pie a dos fenómenos bastante característicos de la película, ambientada en Nueva York. El primero, es que tiene muchos, muchísimos, cameos de famosos. Algunos muy conocidos, como Lebron James, Amar’e Stoudamire, Daniel Radcliffe, Marisa Tomei o Matthew Broderick (después de comerse a Matthew Broderick). Otros menos, como la extenista Chris Evert y el comentarista televisivo Marv Albert. El segundo de los guiños de la película es que también está sembrada de pequeños papeles de excompañeros de Bill Hader en Saturday Night Live. Es el caso de Vanessa Bayer y sus dientes, Pete Davidson y sus drogas, Leslie Jones y su enfado, y el mismísimo padre de Amy, Colin Quinn, que estuvo en el elenco de SNL entre 1995 y 2000.
Esta combinación funciona la mayor parte del tiempo, especialmente en todas las ingeniosas secuencias con Lebron, aunque patina con la escena de la intervención, muy forzada.
Pero todo esto no hace sino vestir un hecho innegable: Amy Schumer, protagonista y guionista de la cinta, es la bomba. Con sus curvas, su cara de pan, su sentido del humor y su insolencia, se gana al respetable y te hace pasar un rato de lo más entretenido. Obviamente, que ningún niño se acerque a esta película. El título de Y de repente tú llama al error. Podrías pensar que estás viendo una comedia ñoña para chicas, y nada más lejos de la verdad. El Trainwreck original, que hubiese podido traducirse perfectamente como Descarrilada, es mucho más oportuno. ¿Es para chicas? Desde luego, pero de un modo que los hombres podemos aceptar porque es realista. Tiene mucho más que ver con la Kristen Wiig de La boda de mi mejor amiga que se pintaba para volver a la cama y seducir a John Hamm que con cualquier cursilada de las que desfilan por las pantallas cada año.
Por supuesto, es una película con un trasfondo conservador. Da lo mismo que Apatow se haya hecho una estrella con comedias gamberras. En todas ellas el mensaje apunta a la integración, la difícil (pero conveniente) felicidad en pareja y de cómo los seres humanos, abandonados a nuestra suerte, somos un puñetero desastre. Pero desde luego es la mejor película de un realizador poco prolífico. Aunque Virgen a los 40 fue un hallazgo, y Lío Embarazoso funcionaba en muchos momentos, Hazme Reir fue un patinazo y la agridulce Si fuera fácil no conectó con la audiencia. Con Trainwreck y con Amy Schumer Apatow ¿Ha recuperado su voz como director? ¿o sólo se ha subido en la ola de la guionista y actriz y volverá a fracasar en su próximo empeño? Al menos hemos recuperado la curiosidad por ver qué sucederá.