Logógrafos de los cuatro partidos más importantes de España exponen sus opiniones sobre un trabajo poco reconocido, del que a menudo se rehúsa dar detalles. Coinciden en la necesidad de profesionalizar una ocupación que en España no tiene aún buena prensa.
Es uno de los espacios más herméticos de la política española. Se sabe que los líderes disponen de un nutrido grupo de asesores para elaborar sus discursos, pero hay cierta reticencia a admitirlo y mucha opacidad sobre ese trabajo en la trastienda, como si hablar de ello supusiera descubrir defectos de los actores protagonistas. Sin embargo, en democracias avanzadas como Estados Unidos, los speechwriters gozan de un gran reconocimiento, difunden sin problema su actividad y a menudo trabajan para políticos de diversos partidos o para profesionales de los más variados ámbitos. Tratando de avanzar por ese camino, logógrafos de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos participaron el pasado viernes en el I Encuentro de Speechwriters, organizado al alimón por la Asociación de Comunicación Política (ACOP) y La Fábrica de Discursos en la Universidad Camilo José Cela.
Durante dos horas, Ana Collado, Antonio Asencio, Fran Carrillo y Daniel Iraberri intercambiaron pareceres sobre su profesión, coincidieron en señalar lo poco reconocida que está y dieron algunas claves de su trabajo diario para algunos de los políticos más importantes de España.
Collado (PP): «Hay que elegir entre ser botijero o botonero»
“Cómo se hace este trabajo no depende tanto de quién lo hace como de para quién lo hace”, opina Collado, que escribe discursos a miembros del PP y del Gobierno de Mariano Rajoy. Para ella, “resulta más sencillo trabajar con gente con la que comparto ideología”, pero es estimulante también explorar las “secuencias de razonamiento” que exige colaborar con los que piensan distinto. Eso sí, “al final las técnicas vienen a ser las mismas”, y pertenecen a campos muy variados: filosofía, márketing, economía, sociología… Ello exige que el logógrafo -término acuñado últimamente para españolizar speechwriter– tenga un perfil multidisciplinar y a menudo se apoye en su propio equipo de expertos, aunque la responsabilidad última sea suya.
«Esto no es una ciencia exacta y el riesgo de equivocarse es siempre alto», resalta la asesora del Partido Popular
“Esto no es una ciencia exacta y el riesgo de equivocarse es siempre alto, aun trabajando en equipo”, admite Collado, para quien su ocupación admite dos tipos de perfiles. Uno sería el de los “botoneros”, profesionales que se centran en trabajar desde la segunda línea sin más ambición ni vocación que la de estar en esa sala de máquinas. Los “botijeros”, en cambio, sí tienen inquietud política y, llegado el momento, estarían dispuestos a saltar a la arena y poner cara a un proyecto. Ella, aclara, está por ahora cómoda en el primer grupo.
Asencio: «Se tiene muy mala imagen del asesor»
Este speechwriter comenzó muy joven a participar en la redacción de discursos, “en la oposición, asesorando a una candidata a la alcaldía”, y acabó trabajando para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, primero con la exministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y luego con el presidente. “Es mucho más divertido y agradecido escribir discursos en la oposición que en el poder, tienes más recursos, te puedes permitir más licencias, hay menos encorsetamiento”, arguye.
«El mundo de la comunicación está cambiando mucho, a veces de forma violenta», indica el experto del PSOE
Asencio considera que el sector de la comunicación en general “está cambiando mucho, a veces de forma violenta”, transformaciones de las que no se escapa la elaboración de discursos. Cuatro tendencias son para este asesor las que marcan actualmente la coyuntura: el auge “de lo audiovisual y lo multimedia”, que convierte a los logógrafos “en guionistas”; la “inmediatez”, que exige estar “atento a todo” y dispuesto a reaccionar en cualquier momento a acontecimientos sobrevenidos; la “personalización”, que hace que “cada vez hablen más las personas y menos los partidos”; y el “storytelling”, contar historias en las intervenciones políticas es importante porque “los discursos morales necesitan una narrativa, una épica, presentar a un héroe superando obstáculos”. Todo ello lleva a una conclusión compartida por sus tres compañeros de mesa redonda: es necesario “profesionalizar” el sector, combatir “la mala imagen” que muchas veces se tiene de la figura del asesor político.
Carrillo: «Somos una mezcla de profesiones»
Este experto, director de La Fábrica de Discursos y asesor de Ciudadanos, resume el cometido de su profesión citando a Fernando Ónega: el logógrafo es “aquella persona que alquila por horas el alma del orador”. Carrillo considera que su ocupación “no solo no está reconocida, sino que muchas veces es vilipendiada” y recuerda que a menudo a los escritores de discursos se les llama “juntaletras o fantasmas”. En su opinión, “hay que derribar algunas barreras” y subrayar que “aquí no estamos para hacernos ricos, sino para defender ideas; construimos historia más que cambiamos la historia”.
«Construimos o diseñamos realidades, creamos focos generadores de impactos», señala el asesor de C’s
“Construimos o diseñamos realidades, creamos focos generadores de impactos, sabemos que la política es un tablero de ajedrez y hay que poner las piezas en orden”, analiza. Para Carrillo es fundamental que el speechwriter tenga una amplia formación humanista: “Yo he estudiado Historia, Periodismo y Ciencias Políticas y los conocimientos aprendidos en las tres áreas los aplico y me son de utilidad a diario”. Su primer discurso lo escribió “de rebote, para un ganador de un premio de poesía” y desde entonces no paró, hasta el punto de lanzar La Fábrica de Discursos.
Este asesor considera que, para desempeñar correctamente su trabajo, el speechwriter debe esforzarse por “conocer al político, saber cómo piensa, cómo respira” y poder elaborar así productos que no parezcan impostados a la hora de proyectarse. “Reivindico esta profesión, logógrafo es una palabra especialmente bonita, que etimológicamente significa creador de historias”, argumenta antes de dejar claro que lo más importante en política sigue siendo “la autenticidad del protagonista, no hay nada y nunca lo habrá que supere el cara a cara en comunicación y ahí lo que cuenta es la solvencia y el carisma del político”.
Iraberri: «Es una profesión tan vieja como los sofistas»
Para el consultor de Podemos, la del speechwriter “es una profesión tan vieja como la de los sofistas, no creo que merezca una palabra nueva como la de logógrafo, esto nació en el mismo momento en que nació la palabra escrita”. Iraberri, que asiste casi a diario a los primeros espadas de su partido, considera que su estatus es distinto al de otros colegas porque también lo es Podemos, un partido “deficientemente profesionalizado” al haber nacido recientemente y fruto de movimientos horizontales y asamblearios.
«Esto nació en el mismo momento que la palabra escrita», opina sobre su profesión el ‘speechwriter’ de Podemos
“Mi perspectiva de la parte profesional de esto es rara porque yo tengo un compromiso eminentemente político”, explica, aunque sí cree que la del logógrafo “es una profesión y ha de ser considerada como tal”. En su opinión, debe diferenciarse entre la gente que hace este tipo de trabajos, o colabora en argumentarios o en otro tipo de asesoramientos comunicativos o estratégicos de los que “tienen un carguito, a dedo”, los asesores que Podemos aboga por suprimir.