Invertir y no pagar impuestos sobre los beneficios de ocho o incluso diez años, repatriar la ganancia sin pagar por ello, trámites más ágiles, 246 proyectos de inversión definidos y a la espera tan solo del capital extranjero que apueste por ellos. La isla busca abrirse al circuito del dinero mundial y lo está poniendo muy fácil. EEUU ha borrado a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y se multiplican los viajes y los intereses por entrar en el país pero las leyes de bloqueo siguen en vigor y Obama no tiene poder para derogarlas.
Cuba ha sacado la escuadra y el cartabón, ha encendido la calculadora y ha diseñado con precisión quirúrgica un nuevo modelo que comunista no es. Inversiones extranjeras que no pagarán impuestos sobre su beneficio durante 8 o hasta 10 años, ni aranceles por los equipos que importen al país, ni el impuesto de Contribución al Desarrollo Local; libertad para repatriar lo ganado, líneas de negocio definidas para las que se darán facilidades especiales, 20.000 habitaciones de hotel aprobadas para ser construidas en cinco años, planes para potenciar la industria fotovoltaica con inversión privada foránea, proyectos para utilizar la biomasa de los restos que deja la producción de caña de azúcar, otros para potenciar el desarrollo agrícola…
Capital, ven, Cuba te necesita para desarrollarse y abraza la forma imperante y globalizada de hacerlo, visto que, pese al alto nivel de desarrollo que pudo alcanzar hasta los años ochenta sobre todo en algunos sectores, la desaparición de la URSS y el bloqueo estadounidense la dejaron sin aire, anclada en un pasado que se iba desconchando junto a las paredes de La Habana Vieja y se desmoronaba en las afueras. A resultas de su nueva versión, Cuba ha dejado de ser patrocinadora del terrorismo para EEUU, que es quien decide estas cosas. Sin ánimo de insultar, al final siempre es la economía, señores.
El recorrido del cambio no empieza el 29 de mayo, cuando EEUU hizo el trámite oficial para sacar a Cuba de la lista negra donde pone a sus enemigos. Tampoco empieza en el histórico encuentro del pasado mes de abril entre Barack Obama y Raúl Castro en Panamá, ni con el anuncio de diciembre de 2014 de ambos países sobre el inicio de un proceso de distensión, de cambio en sus relaciones diplomáticas, ni con el apretón de manos entre ambos líderes en los funerales de Nelson Mandela, aunque cada uno de esos pasos han ido desbrozando y asfaltando la pista de aterrizaje del dinero que quiere ir a crecer a la fértil tierra de Cuba.
«Los cambios empezaron realmente en el año 2010», explica a SABEMOS Joaquín Cámbara, abogado y responsable del Área Societaria e Internacional de CE Consulting Empresarial, un grupo que lleva desde 1989 dedicado a asesorar y acompañar en sus aventuras internacionales a las empresas españolas, con 140 oficinas en España, presencia en una veintena de países, fundamentalmente de América Latina, y oficinas propias en Londres, Bruselas, Hong Kong y Guangzhou. Llevan 25 años trabajando en Cuba porque, explica, «tenemos clientes que fueron pioneros en invertir allí mediante el modelo de inversión extranjera en empresas mixtas». Ha habido años difíciles, años en que EEUU amenazaba con sanciones, años en que la Comisión Europea tenía que cerrar filas con España para evitar que se castigase a las hoteleras con presencia allí.
Las cosas están cambiando y eso se nota «muchísimo. La cantidad de empresarios interesados, sobre todo pequeños y medianos, de consultas recibidas, las peticiones de información han crecido exponencialmente, sobre todo las referidas al sector de construcción, turismo y energías renovables».
El motivo de que Cámbara sitúe en 2010 el inicio del cambio en Cuba es porque fue «cuando empezaron a sucederse una serie de transformaciones internas y en su normativa que fueron conformando un nuevo marco para ese salto que iba a dar la economía cubana: cambios en fiscalidad, apertura para permitir el crecimiento del sector no estatal de la economía, apoyo al surgimiento de autónomos y cooperativas… Se aprobaron normas que tuvieron una importancia trascendental como la posibilidad de comprar y vender inmuebles, la flexibilización de los permisos para viajes al exterior, la mayor permisividad en las comunicaciones, tanto en el acceso a Internet como por el mero hecho de poder adquirir un teléfono móvil o un ordenador. Junto a estos cambios, se inicio un proceso de reordenación para incrementar los salarios de algunos sectores dentro de Cuba».
La llamada al capital extranjero
Iniciado el cambio interno, empezaron los cambios vinculados a la apertura a la inversión extranjera, que siempre ha estado presente en Cuba pero quería potenciarse exponencialmente. La intención era atraer capital y al capital lo que le gustan son los impuestos bajos, los trámites fáciles de entrada y la posibilidad de irse con lo ganado cuando se acaba la fiesta. Para convencerle se diseñó la Ley de Inversión Extranjera, aprobada el 29 de marzo de 2014, «que establece un nuevo marco para el capital foráneo que incluye un régimen fiscal diferenciado, con tipos fiscales más reducidos que los que se aplican a las empresas en Cuba».
Cuba tiene una estructura fiscal, en lo que a tipología de impuestos se refiere, muy similar por ejemplo a la española. Tiene su Impuesto de Sociedades, llamado allí de utilidades; su IRPF, aunque lo llamen Impuesto sobre Ingresos Personales; y su IVA, llamado Impuesto sobre los Servicios. Aunque antes ya había bonificaciones que reducían la factura fiscal, con la Ley de Inversión Extranjera, el capital llegado de fuera no pagará impuestos por su beneficio durante los primeros ocho años, «periodo que se considera de iniciación de la inversión una vez constituida la empresa». El periodo es ampliable y, una vez superado, no se aplica tampoco el tipo general del 30%, sino uno reducido del 15%. Además, la ganancia se puede repatriar libremente. «El Estado garantiza la libre transferencia al exterior en moneda convertible, sin pago de otro tributo o gravamen, de los dividendos que obtenga como beneficio el inversor extranjero».
En la XXXII Feria internacional de La Habana, celebrada en noviembre del año pasado, se daba un salto más. Se presentaba la Cartera de Oportunidades: 246 proyectos concretos de inversión que recibirían todas las facilidades por ser prioritarios para el Gobierno cubano y algunos de los cuales tienen ya la ficha y el proyecto aprobados y solo necesitaban el dinero para realizarlo, dinero que tiene que venir de fuera. «Hay líneas prácticamente en todos los sectores, nuevas tecnologías, desarrollo de infraestructuras, agricultura y, por supuesto, turismo».
La agricultura es uno de los sectores que los inversores de EEUU están mirando con más atención, comenta Cámbara. «Se está intentando relanzar la producción de carne vacuna, su procesamiento industrial y comercialización, que llegó a ser un sector muy exitoso pero que se deprimió muchísimo debido al bloqueo. También hay un proyecto vinculado a la producción y comercialización de la carne de pollo y otro relacionado con el procesamiento de café de alta calidad. Uno de los que más me gusta personalmente es el que está ligado a aprovechar toda la biomasa que se genera de los desechos de la industria azucarera», comenta Cámbara.
La Zona Especial de Mariel y el Canal de Panamá
Si las condiciones son favorables hoy a la inversión extranjera en toda Cuba, hay 465,4 kilómetros cuadrados a 45 kilómetros de La Habana donde aún son mejores. Es la llamada Zona Especial de Desarrollo de Mariel, un área de aceleración económica que parte de un acuerdo entre Cuba y Brasil y está parcelada por sectores que se quieren potenciar. El centro es el Puerto de Mariel, que se pretende que sirva para liberar de barcos comerciales al contaminado puerto de La Habana, que pasará a ser un puerto turístico, pero además puede convertir Cuba en un enlace clave del comercio internacional. La profundidad y anchura de Mariel le permiten convertirse en paso de los buques súper postpanamax, las gigantescas naves que admitirá el Canal de Panamá tras su ampliación.
En torno al puerto, a finales de 2013 se definió un área denominada Sector A que cuenta con un plan maestro de desarrollo que la divide por zonas: zona de actividad para el petróleo, zona de actividades portuarias, zona de procesos agroalimentarios, zona de desarrollo agropecuario, zona para alta tecnología… No es una zona franca al estilo de otras áreas potenciadas sobre todo en los noventa para atraer divisas extranjeras tras el «Periodo Especial» por el que atravesó Cuba a consecuencia del desmembramiento de la URSS. No hay cuotas que fijen cuánto debe ir destinado al mercado local y cuánto a la exportación. Y hay otras muchas ventajas.
Si el Impuesto de Sociedades es cero durante ocho años para la inversión extranjera fuera de Mariel, en Mariel la exención dura 10 años. Si el tipo del impuesto tras ese plazo de gracia es del 15% en el resto del país, en Mariel se queda en el 12%, ampliable todo ello un 50% más si se cumplen una serie de requisitos como el uso de los recursos naturales, explica Cámbara. Si el IVA, o Impuesto sobre los Servicios, es del 10% en el resto de Cuba, en Mariel es del 1%, y el impuesto a las ventas minoristas está exento el primer año y pasa al 1% en los siguientes (2% en el resto del país).
La salida de la lista negra
Pero, con Cuba incluida en la lista negra de patrocinadores del terrorismo para EEUU, el país «tenía muy pocas posibilidades de acceder a crédito financiero, a capital extranjero y a mantener una relación fluida con organismos internacionales en busca de financiación». Por eso era necesario que EEUU diera el paso y la sacase de la lista para dar por inaugurado lo que llaman el año de Cuba. Entonces empezaron a hacer cola los mandatarios mundiales para visitar el pais. (Jaime) García-Legaz, secretario de Estado de Comercio español, visitaba el país con un grupo de empresarios; François Hollande, jefe del Estado frances, acudía en mayo; el ministro de Economía, Luis de De Guindos, ha anunciado que irá en julio; el Papa irá también a Cuba, y el Príncipe de Asturias 2015 de literatura es Leonardo Padura. Tambien viajan los mandatarios cubanos y los actos se suceden en España.
«Yo soy de los que piensa que Cuba nunca debió estar en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Es un acto de justicia que ya no esté. Estar en esa lista impedía que Cuba accediese a cualquier vía de financiación y hacía que cualquier proceso comercial con Cuba fuera muy tortuoso. Estar en la lista implica toda una serie de procesos de seguimiento, de control, de solicitud de información, eso para una operación comercial sencilla. Era una enorme cantidad de documentación, verificación y formalidades que no se le exigen a cualquier otro empresario que quiera invertir en un lugar que no esté en la lista».
El bloqueo no ha terminado
¿Hay avances? Los hay y una clara intención de apertura pero esto no ha terminado. EEUU mantiene en vigor todo un entremado legal de aislamiento de Cuba en el que destacan las leyes Helms Burton y Torricelli. «Es lo que hace complejo que compañías de EEUU inviertan en Cuba y que algunas de las grandes compañías mundiales que tengan vínculos con EEUU también». Pone un ejemplo claro de hasta qué punto es complicado moverse con el corsé legal de las leyes del bloqueo: «Imagina que Cuba quiere renovar su flota aérea y que tiene dinero para comprar aviones. No se trata solo de que no pueda comprar a Boeing. Si ese avión, aunque lo fabrique una empresa europea, tiene determinado componente fabricado en EEUU, la empresa tiene un problema».
Porque las cosas pueden estar cambiando pero las leyes siguen y se han aplicado sanciones en el pasado tanto a bancos extranjeros como a algunas compañías.
«El presidente de EEUU puede flexibilizar algunas de esas medidas pero no derogarlas. Eso lo hace el Congreso». El Partido Demócrata al que pertenece Barack Obama no tiene actualmente mayoría en ninguna de las cámaras pero hay esperanza. «Yo creo que cada vez más el pueblo norteamericano y una parte importante de sus empresarios están cada vez más por el restablecimiento de las relaciones comerciales y la eliminación de cualquier traba», afirma Cámbara.