Este otoño sabremos cómo termina el juicio abierto entre la patronal de compañías de autobuses Confebus y la plataforma de economía colaborativa Blablacar. Los primeros acusan a los segundos de competencia desleal por su modelo de negocio (transporte de pasajeros). Los segundos mantienen que ellos solo conectan usuarios para viajar. A la espera de sentencia en firme, hacemos un trayecto de ida y vuelta con ambos transportes para entender por qué hay miedo desde el gremio de autobuses.
No se trata de enfrentar ambas modalidades de transporte, ni dilucidar lo que hará (o debe hacer) un juez dentro de unas semanas. Pero después de un viaje de ida y vuelta, ahora puedo entender en primera persona por qué desde Confebus tienen bastante miedo a Blablacar, lo que representa y lo que puede venir tras ella.
Estos son los cincos puntos que pueden hacer decidirse a un usuario por un tipo de transporte u otro.
Un viaje al corazón de Extremadura
En la ida se usa Blablacar; para la vuelta, un autobús de ruta de la compañía Samar al que los lugareños -sobre todo de más edad- apodan como ‘La viajera’. El trayecto es de Madrid a la comarca de La Siberia, en la provincia de Badajoz.
Disponibilidad
Con el origen en Madrid, el día que tenía planeado salir hay tres trayectos disponibles. Uno que iba a mi pueblo concreto, y otros dos que conducían hasta localidades próximas. Mientras, para la vuelta (al igual que la ida), el autobús presenta solo dos alternativas: a las 8.00h de la mañana y las 15.00h de la tarde.
Situación lentejera: “si quieres lo coges, y si no lo dejas”. En Blablacar sucede lo mismo, pero como al final puedes tener contacto directo con el conductor, surge (o puede surgir) una cierta flexibilidad para el horario y el punto de recogida.
Precio
Esta es una de las claves para el triunfo de la economía colaborativa, pese a quien pese. El trayecto más caro de los presentados era de 20 euros. Lo mismo que consume el coche en un modelo diésel de potencia media. Mi conductor en concreto había puesto su viaje a 12 euros. Luego me comentó que no lo sube porque no busca ningún rédito económico, simplemente ahorrarse la mitad y no pegarse el viaje por los desiertos manchegos y extremeños solo.
El coste del autobús es de 21,70 euros. Se trata de un precio competitivo, no es caro. Pero si encuentras usuarios de Blablacar (gran mayoría) que sitúa sus precios sobre los 15 euros, en varios viajes puede empezar a haber un ahorro considerable.
Tiempo
Este es el gran inconveniente para los autobuses de ruta, y que no hay previsión de solucionar. Viaje de ida, por la N-V, autovía, poco más de tres horas y media. El regreso en autobús tarda, como poco, unas cinco horas.
Solo hay una compañía que opera en la zona. Incluso yendo a alguna localidad cercana de mayor tamaño, solo ofrece una alternativa: ir de pueblo en pueblo por el noroeste de Badajoz, y la subida por Castilla-La Mancha. Nada de autovía, puesto que su ruta es la establecida.
Se entiende, con pretensión de servicio público, que haga esos trayectos para que los pequeños pueblos también tengan disponibilidad de transporte. Pero al final en una economía de libre mercado, si los usuarios tienen alternativas rápidas y cómodas, todo es competir.
Compañía y conductor
En el autobús te aguantas con la compañía y el conductor. En el segundo caso, bien es cierto, y es lo que usa Confebus como arma, son profesionales cualificados para el puesto y que deben tener todos los premisos necesarios para el transporte de pasajeros.
En el caso de Blablacar se basa todo en la confianza y un sistema de puntuación que te deja entrever si un conductor es bueno o malo. Quizá, lo que mayor desconfianza me generó. No saber si la persona que conducía tenía dos, tres o diez años de experiencia. Si es algo temerario o un conductor seguro. Parece claro que la app tendrá que tener un control exhaustivo para generar esa confianza en la comunidad de usuarios.
Comodidad
Un gran avance en algunas compañías de autobuses ha sido la mejora de los asientos, los espacios y los accesorios. No en vano, cinco horas son muchas como para ir como sardinas en lata. En este caso, Samar facilita wifi gratuito que no va mal del todo, y monitores personalizados para ver la televisión o escuchar música. No obstante, a partir de la cuarta hora, en un viaje que se puede hacer en dos horas menos, empieza a pesar todo.
Mientras, Blablacar te ofrece conocer el modelo de coche y el sitio del vehículo donde irás (hay que detallarlo en la descripción del viaje). Además, en un mundo donde todavía se puede dialogar con las personas, siempre se puede controlar el nivel de aire acondicionado y cosas similares. Yo lo hablé con mi conductor, y no hubo problemas. Pese a todo, siempre puede existir el recelo de montar en el coche de un desconocido y cómo será su actitud.
Volveré a repetir… con ambas formas
Nada debería ser excluyente. Y no creo que la llegada de aplicaciones como Blablacar vayan a restar negocio a los autobuses de ruta tradicionales. En mi viaje, el bus venía lleno. Ni un solo asiento libre. Sobre todo porque el último tercio del viaje, desde Talavera de la Reina, lo hace de forma directa por menos de 10 euros.
Mucha gente era de edad avanzada. O simplemente gente que prefiere un conductor habilitado y un transporte colectivo. Sin necesidad de un móvil.
Por su parte, Blablacar, que en estos momentos asegura tener más de 2,5 millones de usuarios, debe seguir creciendo en su comunidad. Pese a que fuentes de la compañía aseguran a SABEMOS que hay muchos destinos a sitios menos habituales (los más sonados como Madrid-Murcia o Madrid-Valencia suponen menos del 3%), lo cierto es que será clave crecer en zonas donde el autobús o la falta de tren son un gran incordio. En este sentido, los viajes en la aplicación han aumentado un 24% de julio de 2015 a 2016, según datos facilitados por la empresa.
Lo que parece claro, y debe asumir Confebus, así como otros sectores, es que la economía y la forma de relación entre personas ha cambiado gracias a la tecnología. Si puedo evitar tardar cinco horas en ir a mi pueblo, y me cuesta la mitad, con un conductor solvente, ¿cómo no lo voy a hacer?
En unas semanas veremos qué piensa el juez sobre Blablacar, si debe cerrarse, si puede competir en un sector que es (y no es) el suyo…
Imagen | Google Maps