Al hablar de cachondeo en los bares no nos referimos a las burlas de los madridistas cuando el Alavés empata al Atlético en el descuento, ni mucho menos. Nos estamos refiriendo, más bien, a los precios del fútbol para establecimientos de hostelería en España, y de la polémica situación a la que estos se enfrentan.
En España hay, según distintos cálculos, entre 180.000 y 220.000 establecimientos que deberían pagar por el fútbol a los operadores. De entre ellos, lo tradicional es que sólo unas pocas decenas de miles, en una cifra que los expertos sitúan entre 50.000 y 70.000, pagan el precio oficial que exigen los operadores para poder contar con la oferta legal, que incluye la licencia para emisiones públicas.
El resto, muchos más que los que pagan, buscan conexiones domésticas y hacen el apaño como pueden porque, simplemente, no pueden afrontar un coste fijo de más de 200 euros, por más que las promociones de los distintos operadores incluyan cosas como wifi gratis para los clientes, la conexión de alta velocidad o alguna línea móvil. Pero es un precio que los más pequeños no están dispuestos a afrontar.
El único operador en España que ha trabajado para que todos los bares de su entorno pagasen, la asturiana Telecable, lo hizo con un método totalmente revolucionario que cogerá por sorpresa a nuestros lectores: ¡Bajó los precios! El hecho de costar básicamente la mitad que el producto de sus rivales, con un precio al alcance de comercios pequeñitos, hizo que se dieran de alta muchos bares que, normalmente, no lo habrían hecho.
¿Problema? A la hora de calcular cuánto le toca cada operador por el fútbol en los bares, los tenedores de los derechos, Vodafone y Orange, han utilizado para hacer las cuentas el número más objetivo posible: el número de clientes de bares. Y, precisamente, por haber ofrecido precios bajos en el pasado, Asturias tiene un peso muy superior al de sus rivales y terminará por pagar, proporcionalmente, mucho más que ellos.
A priori, tendría sentido que, de mantenerse los precios actuales, Telecable subiese lo antes posible y de forma drástica los precios a los dueños de bares para expulsar de la oferta legal a los más pequeños y pagar menos por los derechos televisivos en el sector de restauración. Cruel paradoja, pues si lo hace así lo único que habría logrado LaLiga sería, de forma indirecta, fomentar la piratería y perjudicar al único operador que había conseguido ponerle techo. Y, para colmo, se ponga freno a esta situación de alguna manera, ésta parece la única solución posible.
Una extraña situación más de todas las que nos depara todos los años el extravagante negocio del fútbol televisado en España.