La operación del Banco Popular fue un rescate encubierto de Europa al Banco Santander. La entidad presidida por Ana Patricia Botín veía, en el año 2016, cómo, entre otras cosas, las graves consecuencias que tendría para el banco el Brexit y el irregular mercado de divisas que, por la exposición en economías como Brasil o México, impactaría seriamente en los resultados a corte y medio plazo. Por esa razón, el Santander necesitaba asentarse en el mercado español, donde estaba perdiendo cuota de mercado y, como reconoció su consejero delegado en el Congreso de los Diputados, llevaban años sin ganar dinero. El mejor banco para ello era el Popular porque Bankia, por ejemplo, era intocable por la presencia del Estado como máximo accionista. Una cosa es arruinar a 305.000 familias y otra lanzar una operación contra el propio Estado. Además, la entonces sexta entidad de España era la joya de la corona en lo referente al mercado de empresas, uno de los puntos débiles del banco cántabro.
Sin embargo, a pesar de que el modus operandi fue casi el mismo, el Santander no podía utilizar las mismas mañas que con Banesto donde, incluso, presentaron en el Banco de España la oferta sin firmar por Emilio Botín. Aún así, se lo llevaron.
Al estar el Popular supervisado por el BCE, el Santander necesitaba de implicación de Europa. Había llegado el momento de pasar facturas por los favores del pasado y, además, era el momento justo porque, a nivel político, España no iba a poner problemas.
Si hacemos un repaso a las personas que han ocupado la cartera de Economía desde el año 2016, nos encontramos claves sobre su relación con los organismos europeos que, finalmente, fueron los que no hicieron nada o cometieron graves irregularidades en la resolución del Popular.
Todo el proceso comenzó con Luis de Guindos quien ya tenía a la sexta entidad financiera en el punto de mira desde que el Consejo del Popular neutralizó la operación por la cual De Guindos pretendía una fusión con una entidad catalana. Además, el ministro de Economía del gobierno de Mariano Rajoy, tenía debilidades con el Santander por determinadas operaciones realizadas durante el periodo en que presidió Lehman Brothers. Era el hombre perfecto para ejecutar desde el poder la operación de rescate encubierto al Santander. Además, tenía pretensiones para ir a Europa. Ya había fracasado en su primer intento tras la victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. Sin embargo, De Guindos tenía Frankfurt como objetivo y la operación del Popular le podía permitir ganar méritos en el BCE, sobre todo desde que varios miembros de la banca de inversión ocuparan los puestos principales. De ahí que la figura de Luis de Guindos fuese clave en la operación del Popular desde la génesis de la misma.
Tras la marcha de De Guindos al BCE, era necesaria la presencia de una figura que no frenara o que pusiera impedimentos a los movimientos que ya estaba implementando el Santander con los activos del Popular. Se encontró en la persona de Román Escolano, ex presidente del Instituto de Crédito Oficial y vicepresidente del Banco Europeo de Inversiones, es decir, una persona que no iba a ser un obstáculo ni para el Santander ni para Europa. Fue durante su mandato, por ejemplo, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy se personó ante el TJUE para defender a la JUR frente a las reclamaciones de los afectados del Banco Popular.
Tras la moción de censura, la elegida para ocupar la cartera de Economía fue Nadia María Calviño, un perfil tecnocrático que desentonaba con el resto del Gobierno. Su trayectoria profesional está centrada, principalmente, en Europa, pero no se puede olvidar que trabajó en el Ministerio de Economía de Rodrigo Rato. En la Unión llegó a ser directora general de Servicios Financieros en plena época de recortes y políticas de austeridad, es decir, lo contrario a lo que defendería un gobierno progresista. Desde el año 2014 hasta 2018 fue directora general de Presupuestos bajo las órdenes del alemán Günther Oettinger, un defensor de la austeridad presupuestaria y que estuvo implicado en una polémica por utilizar de un ex directivo de una multinacional automovilística.
Europa sabía perfectamente que Calviño no iba a hacer nada en contra de la operación del Popular ni contra el Santander. No se puede olvidar jamás el tuit que Ana Patricia Botín publicó para darle la bienvenida: «En un momento clave para la Unión Europea, tener a Nadia Calviño como nuestra nueva ministra de Economía es una garantía de que España seguirá aumentando su peso en las instituciones europeas. Enhorabuena Nadia».
Y así fue. La actual vicepresidenta tercera del Gobierno no impidió que el Santander acabara con la marca del Popular y consumara la fusión por absorción. Tampoco ha retirado a la Abogacía del Estado de la defensa de la JUR, como no lo hizo en otros casos en los que la Justicia Europea ha fallado en contra de los bancos.
Por tanto, la clave política de la operación está en cómo Europa ha ido colocando a sus peones para evitar perjudicar al Santander. Las facturas fueron pagadas en base a una serie de conceptos de los que hablaremos en próximas entregas.