Los presentadores de informativos eran una especie de mito como las sirenas. ¿Qué escondían debajo de la mesa? ¿Eran fruto de algún cruce genéticamente programado?
El presentador se parapetaba tras la mesa. Ahora, la incógnita se ha desvelado. Pasean ante el video-wall y eso ha modificado el estilo estético. Ellas lucen vestidos ceñidísimos sobre tacones de vértigo. Ellos llevan pantalones ajustaditos y se han despojado de las corbatas.
Las chonis y los canis han ido conquistando las pantallas de España. Gradualmente han impuesto su estética y su discurso. Los programas de entretenimiento se instalaron en esa deriva hace años. Pero los informativos resistían, mostrando aún un perfil de corrección y buen gusto. La cuenta atrás se ha iniciado. Los cambios de realización de los últimos tiempos han obligado a poner de pie a los presentadores y a intentar rentabilizar su imagen.
Hace pocos años que se inició la tendencia de levantar al presentador de informativos de su silla. Durante décadas en España, el llamado «busto parlante» se parapetaba detrás de la mesa y se prestaba a pocas exhibiciones.
Hace menos de un lustro, consideraron que un comunicador debía rentabilizar todos los elementos para hacer llegar el mensaje. Moverse en plató, interactuar con gráficos y dotar de ritmo los telediarios que parecían ser el único género que no hacía una revolución. Hasta el momento, tan sólo los presentadores de la previsión meteorológica y algún analista experto en bolsa se veía en el trance de moverse con gracilidad y afrontar un plano tan incómodo.
Descubrimos que algunos perdían bastante la autoridad que emanaban y que su seguridad perdía enteros
A partir de ese cambio, descubrimos que algunos perdían bastante la autoridad que emanaban y que su seguridad perdía enteros. Pero se fueron habituando. Para que me entiendan, cualquier político en campaña se negaría a aparecer en la tele sin un atril al que asirse o mesa que le protegiese. Mostrarse ante la cámara, sin ningún elemento defensivo, es un trago difícil.
Pero los sólidos profesionales llevaron bien esa transición, a convertirse en los hombres y mujeres que por fin tenían piernas. Lo malo llegó cuando las mentes pensantes de la tele decidieron rentabilizar la exhibición física de los presentadores que los nuevos planos permitían.
En el caso de ellas, se enterraron las sobrias chaquetas. Tops ceñidos marcando voluptuosidades, vestidos poligoneros, tacones solo aptos para drag Queens y melenas de leona. De tener aspecto de cajeras de banco a acercarse a tener aspecto de esa vecina que llega a horas intempestivas y no sabes bien en qué trabaja.
En el caso de ellos, los pantalones se han ido estrechando hasta rozar el look torero, las cremalleras de los casi «leggins» tienen pespuntes que crean asombrosos efectos ópticos, una suerte de trampantojos que descentran al espectador. Han renunciado a la corbata y algunos han sustituido la chaqueta por camisas de concursante de «Operación Triunfo» de las primeras ediciones.
Quieren rentabilizar el atractivo de los periodistas que antes potenciaba el misterio. Ahora los sobreexponen y se ha iniciado una carrera en las televisiones por ver quien tiene los presentadores más llamativos. Insisto, acatando la estética de «cuanto más choni, más buenorra» o «cuanto más cani, más macho».
Las presentadoras de Telemadrid están a punto de caerse por culpa de las plataformas que les ponen. El exceso de piernas, hace pensar que estás en un espacio comercial de fotodepilación. Las hembras fuertes de la Sexta, se han entregado a vestidos corsé que ni Madonna en su juventud. Las licras impertinentes con las que visten a las chicas de Antena 3, nos retrotraen a las secretarias de las películas del destape.
TVE mantiene una estética más elegante, mostrando mayor respeto por el espectador y por sus propias presentadoras. Y hasta Tele 5, en materia de informativos, innova sin llegar al mal gusto.
Pero los hombres siguen sin encontrar su estilo en esta revolución estética. El chico del Telediario siempre tenía que parecer el yerno ideal y enamorar por igual a madres e hijas. Ahora han perdido un carisma que solo conservan los clásicos (Matías Prats, Jesús Álvarez…). Y es que los hipsters, no deberían presentar un informativo. El look de ingeniero de telecomunicaciones no tiene el punto necesario.
En esta tele que cada vez nos adentra un paso más en sus entrañas, se debería velar por una cierta distancia entre el espectador y el presentador de informativos. Es un tema de credibilidad. Y de respeto hacia todos.