“Omg who is this!!”. Estas cuatro palabras, acompañadas de una fotografía, cambiaron radicalmente la vida de Cindy Kimberly el pasado 7 de diciembre de 2.015. Cindy, una joven de 17 años, nacida en Holanda y residente en Denia, se convirtió de la noche a la mañana en la persona más buscada, envidiada y odiada por culpa de -o gracias a- Justin Bieber.
El archiconocido cantante canadiense, ídolo de masas y una de las “celebrities” con mayor número de seguidores en redes sociales, había decidido publicar en su cuenta de Instagram una fotografía de Kimberly a la vez que les preguntaba a sus millones de seguidores sobre la identidad de la adolescente. Automáticamente, y tras recibir la misión por parte de su comandante en jefe, un ejército de “beliebers” se puso manos a la obra para localizar y averiguar cada pequeño detalle sobre Cindy.
En menos de 24 horas Kimberly pasó de ser una completa desconocida a contar con más de 160.000 seguidores en su cuenta de Instagram. El 12 de diciembre, tan solo 5 días después de la publicación de Justin, ya superaba el medio millón (513.000 instagramers seguían sus andanzas) y medios de comunicación de todo el mundo buscaban como locos una entrevista con la menor de edad. Había nacido una estrella y nadie podía parar su eclosión.
Desde entonces la popularidad de Kimberly ha ido en aumento, lo que ha provocado que surjan decenas de perfiles falsos en Facebook, Twitter o Instagram que pretenden usurpar su identidad, al tiempo que sus cuentas oficiales se han llenado de mensajes de fans que quieren ser como ella y de amenazantes notas de “beliebers” que la culpan por haber embelesado a su ídolo. Por el camino Cindy ha perdido el anonimato -quizá también su inocencia- y ha decidido aprovechar el momento.
La publicación de Justin Bieber que la catapultó a la fama tiene actualmente 1.900.000 “likes” y más de 378.000 comentarios, la cuenta de Cindy en Instagram (@wolfiecindy) ha superado el millón de seguidores, cuenta con admiradores de todas las partes del mundo y cada una de sus fotografías se convierte en viral en apenas unos segundos. Cindy Kimberly ahora es un producto de internet, una “influencer” codiciada por marcas de prestigio y con suculentas ofertas para desfilar en pasarelas reservadas para las modelos más mediáticas. Cindy Kimberly es el paradigma de las marcas del siglo XXI.
Del mismo modo que la prensa rosa sigue encumbrando como el nuevo famoso de turno al “hijo del ex novio de la prima de la tonadillera que era hermana de un actor que había tenido un affaire con una actriz de Hollywood”, en Internet se crean nuevas deidades de fama mundial en tiempo récord y nadie está a salvo de ser la próxima “celebrity” o el nuevo “meme” que arrasa en Forocoches o en 4chan.
Si hace unos años nos pegábamos una buena piña, lo peor que nos podía ocurrir era aparecer en “Vídeos de primera”; ahora los tiempos han cambiado y nuestros trompazos pueden llegar a ser reproducidos millones de veces en Youtube, desde Brasil hasta Japón, y quizá algún simpático acabe realizando “merchandising” sobre nuestro infortunio.
Lo curioso del caso de Cindy Kimberly es que no puedo dejar de pensar en que Justin Bieber ha continuado con una cadena de favores en la que él mismo fue el primer eslabón. Pareciera que, de alguna manera, los astros se han aliado para que Bieber pudiese dar la oportunidad a otra joven de experimentar parte de lo que él vivió cuando tenía tan solo 13 años.
El 19 de enero de 2007 Pattie Mallete, autora y productora de cine, decidió subir un vídeo a YouTube, que por aquel entonces era una nueva red social que iba ganando adeptos rápidamente, en el que se podía ver y escuchar a un niño interpretando una versión de la canción “So sick”, del cantante Ne-Yo. Casualidades del destino, Scooter Braun, un importante ejecutivo de la industria musical, llegó a visualizar el vídeo de manera fortuita y se quedó prendado de la voz y el estilo del muchacho, así que decidió salir en su búsqueda.
Un año más tarde, el hijo de Pattie Mallete, un joven de voz aguda y con un flequillo rubio que le ocultaba medio rostro, firmaba su primer contrato profesional y pasaba a ser apadrinado por el cantante y productor musical Usher. Así es como nacía el fenómeno Justin Bieber.
En 2009 Bieber publicaba su primer álbum, “My World”; en 2010 su nombre se convertía en lo más buscado en Google y en 2011 era considerado como la tercera persona más influyente en el mundo. En estos 7 años Justin se ha convertido en el famoso más seguido en redes sociales: es el segundo con más audiencia en Twitter, con más de 79 millones de “followers”; ocupa la sexta posición en Instagram, con 65 millones de seguidores; en Facebook cuenta con casi 77 millones de fans y en Youtube es el número 1 entre los famosos, debido a sus 20 millones de suscriptores y sus 10.459.220.706 de visualizaciones.
Justin Bieber es un fenómeno de internet, una “pop star” que no podría haber alcanzado su fama actual si no hubiera existido la red de redes y si alguien no hubiera apostado decididamente por ir a buscarlo. Por eso no deja de resultar paradójico que sea el propio Bieber, una celebridad mundial descubierta gracias a Youtube, quien haya catapultado a la fama a Cindy Kimberly a través de Instagram. Como si fuera una cadena de favores, el karma se ha puesto el disfraz de cazatalentos y Justin ha podido ajustar cuentas con su destino.