Los de Rivera confían en que el Comité Federal socialista apruebe el 1 de octubre una nueva estrategia para negociar con el PP y evitar otras generales. “Esta vez sí, lo que nos llega es que los barones territoriales no aceptarán ir a las urnas en diciembre”, apuntan desde la dirección naranja, que tiene hilo directo con Susana Díaz. El PP también alienta la teoría de que con otro líder al frente del PSOE “no habría bloqueo”.
Ciudadanos cree que no habrá nuevas elecciones. En el partido de Albert Rivera están convencidos de que el PSOE, quien a su juicio es el único que puede desbloquear la situación aceptando negociar con el PP, se replanteará su estrategia después de los comicios gallegos y vascos y abrirá así la salida a la interinidad. Y lo hará en el Comité Federal que los socialistas celebrarán previsiblemente el sábado 1 de octubre para valorar el 25-S. “Eso es lo que nos llega, cuando se confirme el batacazo de Galicia y País Vasco y se acreciente el temor a otras generales, los barones forzarán ese giro”, explican desde la dirección, que mantiene buena sintonía con Susana Díaz, presidenta andaluza y referente del sector crítico con Pedro Sánchez.
Rivera fue preguntado este lunes en un desayuno informativo por sus contactos con Díaz, quien debería ser protagonista de esa rebelión en la que confían, pero rehusó entrar en detalles y se limitó a seguir el guion: el PSOE debe arreglar por sí solo sus “crisis internas” y anteponer los intereses generales a los de partido. Sí reconoció que mantiene una “relación cordial” con la líder de la federación socialista más importante, cuyo Gobierno se apoya en Ciudadanos desde la primavera de 2015.
El previsible hundimiento de los socialistas gallegos y vascos podría forzar un viraje de Ferraz
En privado, fuentes de la Ejecutiva naranja son mucho más explícitas, hablan de una división en el seno del socialismo “casi al 50%” entre partidarios y detractores de Sánchez, “prácticamente una guerra civil” donde los presidentes autonómicos -seis de siete están distanciados de la Ejecutiva- pueden imponerse. La caldera estallará, según su informada opinión, cuando se confirmen los peores augurios para dos de los barones más fieles a Ferraz: el gallego Xoaquín Fernández Leiceaga y la vasca Idoia Mendía. Según las encuestas, el primero será irrelevante en el Parlamento gallego y llevará al PSdeG a su peor resultado, muy probablemente perdiendo la hegemonía de la izquierda en favor de En Marea. La segunda, cosechará un batacazo aún mayor -puede perder la mitad de sus actuales 16 escaños-, aunque quede en disposición de maquillarlo con un acuerdo de gobierno con el PNV.
Sánchez encadenaría así el quinto desastre electoral consecutivo -autonómicas y municipales de 2015, catalanas de ese mismo año, generales de diciembre y junio-, haciéndose insostenible su situación. O hay un relevo exprés en la secretaría general, con la consiguiente revisión de la hoja de ruta, o se enmienda por completo el rumbo de la nave socialista para evitar otra cita con las urnas y otro naufragio. El PP también cree en esa teoría. “Si estuvieran Rubalcaba, Zapatero o González, por supuesto que no tendríamos este problema. Si estuviese Vara o el presidente de Asturias, o supongo que el presidente de Castilla-La Mancha o de Andalucía, yo estoy convencido de que en España no habría este problema”, declaró en El País este lunes Alberto Núñez Feijóo.
El convencimiento del presidente de la Xunta gallega es compartido en Génova: el ‘no’ innegociable de Sánchez a los populares es mero tacticismo y no lo avalan ni la vieja guardia ni los cuadros más importantes del PSOE. La división de los socialistas es una realidad incontrovertible y aflora cada vez que hay ocasión. La última vez lo hizo con especial vigor, tras el choque del presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, con Ferraz. Muchos ven en el cierre de filas de los críticos en torno al primero una prueba más de que las espadas están en alto como nunca.
Una ronda con los barones
“La primera ronda de contactos que tendría que hacer es con sus barones, no sé yo si sacaría mayoría o no, pero antes de llamar a los demás que escuche lo que dicen sus barones”, respondió Rivera al ser cuestionado por los contactos de Sánchez para explorar una alternativa al PP. C’s aún no ha recibido la llamada de Ferraz, explicaron luego desde el partido, ni la esperan porque “nuestra posición pública es muy clara” y no contempla un pacto con Podemos y los nacionalistas, sino un entendimiento de mínimos entre los constitucionalistas.
Ellos no tomarán la iniciativa de convocar una mesa a tres a partir del lunes, añaden, porque no les corresponde reeditar un movimiento que ya intentaron en junio: “hay que esperar” al Comité Federal del PSOE, tras el que esperan que se dibuje un escenario distinto. Rivera mencionó en el citado desayuno a Díaz, Vara y Lambán como ejemplos de dirigentes que ven «inviable un Gobierno con 85 escaños», cosa con la que él está «de acuerdo». Serían esos barones, y otros como Page, Puig o Fernández, los encargados de provocar un golpe de timón al que Sánchez se resiste.
Según los vaticinios de C’s, la hoja de ruta que auspiciarán los líderes territoriales críticos incluirá contactos con los populares para evitar las que serían terceras generales en un año. Es decir, “una crisis institucional sin precedentes”, en palabras de Rivera. No les preocupa si serán convocados a esas hipotéticas citas PP-PSOE, sino que “de una vez se pongan en marcha”: las medidas que puedan negociar “difícilmente desnaturalizarán las que ya han pactado con Ciudadanos por separado”. La fecha límite para llegar a un acuerdo y evitar la disolución de las Cortes es el 31 de octubre.
Sánchez dispone aún del comodín de la consulta a las bases para resistir las presiones de los críticos
En contra de estas convicciones juegan la impertérrita posición de Sánchez -a diario reitera su ‘no’ a los populares y evidencia la determinación de no ceder- y la dificultad de hacer predicciones en base a las tensiones del socialismo. La rebelión de Díaz y el resto de críticos contra Ferraz lleva vislumbrándose desde antes de las generales del 20-D y nunca acaba de consumarse. No pasan de amagos, tibias llamadas de atención y fijación de líneas rojas para articular una alternativa. ¿Asumirán ahora el riesgo de dar un golpe de mano para pedir a las claras un entendimiento con el PP, con el consiguiente coste que supondría a pocos meses del congreso donde se elegirá nuevo secretario general?
A un observador externo se le hace difícil imaginarlo. Por la situación descrita y porque Sánchez sigue guardándose el as de la convocatoria de una consulta a las bases. Si los barones le exigen que dialogue con el PP, puede plantarse y organizar un proceso para que decidan los afiliados, como hizo en febrero para legitimar su intento de alcanzar La Moncloa. Y el escenario de partida es claramente favorable al secretario general.
Sólo el 9’1% de los votantes del PSOE es favorable a abstenerse ante un Gobierno popular, según un estudio de la demoscópica MyWord difundido ayer por la cadena SER. El 48% prefiere que la situación se desbloquee mediante un pacto de Sánchez con Iglesias y Rivera -la alternativa que, no por casualidad, defiende Ferraz-, el 17% se inclina por un acuerdo PSOE-Podemos-nacionalistas y el 11’7% por nuevas elecciones. Si esto es así entre el electorado socialista, cómo será entre las bases, sociológicamente más ideologizadas y escoradas. Grande, muy grande, ha de ser el batacazo el 25-S para que los barones se arriesguen a dar esa batalla. Y la ganen.