Tener una dieta equilibrada parece que no se lleva, o por lo menos eso se desprende de las alarmantes cifras de obesidad, sobre todo infantil, que no dejan de crecer en los últimos años. No obstante eso no quiere decir que la gente no se preocupe por las dietas, solo hay que fijarse en la lista de libros más vendidos o en el tema de los programas de televisión o de radio de media mañana o media tarde, donde se dan todo tipo de consejos nutricionales y sobre dietas, algunos acertados, otros, no tanto.
Si seguimos tirando del hilo de la dieta veremos que alguna gente selecciona su comida no solo por el impacto que pueda tener sobre su salud, sino por motivos filosóficos, religiosos, éticos o sociales. Por ejemplo, dentro del vegetarianismo mucha gente lo sigue por el hecho de no matar animales, y así encontramos diferentes vertientes, como los vegetarianos que sí que comen productos animales como huevos o leche, los veganos que no comen ningún producto de origen animal, los crudívoros que solo comen productos sin cocinar, el vegetarianismo sí que es un veganismo que rechaza también plantas de mal olor (principalmente del genero allium) y el frutarianismo, que solo se alimenta de partes de la planta que se puedan consumir sin matar a la planta (frutas y semillas principalmente).
Pero si investigamos en la literatura sobre alimentación todavía hay costumbres más exóticas, como el oportunivorismo, que consiste en tratar de aprovechar la comida excluida de los circuitos comerciales, ya sea aprovechando los descartes de los supermercados, o simplemente yendo a los cubos de basura de los mercados. Uno de los gurús de este movimiento es Sandor Katz, que también es un entusiasta de los alimentos fermentados. Muchos de los alimentos que comemos son fermentados, (yogurt, vino, cerveza, pan), incluso otros menos conocidos (chocolate, café, embutidos). También hay fans de las fermentaciones extremas como la gente que hace cerveza o queso con bacterias que obtienen de su propio cuerpo, ya sea de su barba, de su pie o de las axilas. La chicha, una bebida alcohólica a partir de maíz fermentado, obtiene las bacterias masticando el cereal.
Otro movimiento relativamente importante en algunos países son los partidarios de la dieta primaria. No tiene nada que ver con la paleo dieta, ya que estos apoyan el consumo de alimentos sin procesar o silvestres, como carne y leche cruda o plantas que recolectan del bosque. Los partidarios han tenido diversos encontronazos con las autoridades sanitarias ya que el consumo de leche cruda está prohibido en muchos países por el gran número de problemas de seguridad alimentaria que comporta. También abogan por el uso de las fermentaciones naturales, aunque lo que ellos llaman fermentado la gente suele llamarlo podrido. En una entrevista en “The New Yorker” uno de sus impulsores, Aajonus Vonderplanitz, admite que su dieta suele causar episodios de diarrea, aunque ellos le llaman detoxificación. Vamos, una versión extrema de la dieta détox solo apta para estómagos preparados.
Realmente estas dietas en general, tienen peligro. Por ejemplo, uno de sus impulsores, Frank Cook, era botánico y viajaba por el mundo recolectando plantas silvestres y dando conferencias sobre alimentación. Vivía de forma nómada básicamente de donaciones, aunque se le consideraba un notable orador. En uno de sus viajes se infectó de tenias y rehusó seguir un tratamiento con antibióticos que fácilmente hubiera eliminado el problema. Murió a los 46 años cuando los gusanos colonizaron su cerebro.
Existen más costumbres extrañas alimentarias, como la gente que se alimenta de animales atropellados en la carretera o la gente que come penes de animales. Pero qué quieren que les diga, prefiero tener una dieta variada a base de lo que se encuentra en un supermercado, y vegetariana o no, que sea equilibrada.