Crónica verdadera del príncipe Roy y su ínsula pirática de Sealand

Moneda de diez dólares de Sealand

“La historia de Sealand es la historia de una lucha por la libertad”. Así se las gastan en el “país más pequeño del mundo”, una Ínsula Barataria de hormigón y metal emplazada en «tierra de nadie» cuya indefinición jurídica internacional la ha convertido en la plataforma ideal de todas las formas posibles de piratería.

Sealand desciende por línea directa del caos de la guerra y de la gran revolución cultural de los años sesenta. Tal como cuenta su propia página web, los primeros pasos de este peculiar «país» se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el Gobierno británico construyó varias fortalezas en el mar para defender sus costas de los invasores alemanes. Eran las llamadas Fortalezas Marinas Maunsell, erigidas ilegalmente en aguas internacionales y cuya única justificación, en esos momentos, eran las necesidades propias de la contienda con el III Reich. 

 

Localización de Sealand

 

Una de esas fortalezas era el Fuerte de Su Majestad de Roughs Tower (HM Fort Roughs), que en sus momentos más activos militarmente llegó a estar ocupado por entre 150 y 300 integrantes de la Marina Real y que se encontraba a la salida del estuario del río Támesis, a una distancia de siete millas náuticas de la costa, más del doble de las tres millas que correspondían por entonces a las aguas jurisdiccionales de un país.

 

Vista aérea de Sealand

 

A principios de los años cincuenta comenzó la evacuación de toda la línea de fortalezas, que en el caso de Fort Roughs concluyó en 1956. Dado que habían sido construidas en aguas internacionales en un contexto excepcional de crisis mundial, el Gobierno británico quedaba obligado, una vez recuperada la normalidad, no solo a evacuar las fortalezas, sino a desmantelarlas en cumplimiento del derecho internacional.

Fue así como el Fuerte Real de Rough Tower quedó absolutamente abandonado en medio del mar, en situación de res derelicta (cosa abandonada por su propietario y, por ello, a disposición de quien la ocupe en su lugar) y de terra nullius («tierra de nadie”).  Con estos argumentos, según la web del “gobierno” de Sealand, la plataforma quedaba, “desde un punto de vista legal, constituida como territorio extranacional”.

Roy Bates

En este contexto, irrumpe en nuestra historia Roy Bates, de vocación aventurero, nacido en 1921 y único superviviente de cinco hermanos, ya que los otros cuatro fallecieron de bebés o en su más tierna infancia.

Con solo quince años de edad, se trasladó a España para combatir en las Brigadas Internacionales en favor de la República, hasta que finalmente regresó al Reino Unido a través de Gibraltar. Durante la Guerra Mundial, Bates llegó a ascender al rango de comandante de infantería del primer batallón de Fusileros Reales, cuyo regimiento tenía su cuartel general nada menos que en la Torre de Londres.

En 1966, Roy Bates decidió tomar posesión de Roughs Tower. Una vez instalado, el antiguo militar puso en marcha Radio Essex, una emisora pirata que emitía desde su «tierra de nadie» y que, al igual que otras del mismo tipo, era muy popular entre los británicos por ofrecer programas de humor o de música pop y rock las 24 horas del día, frente a las escasas dos horas de música que emitía diariamente la BBC por aquella época, tal como relataba hace unos años, refiriéndose a otro caso similar, la maravillosa película británica The Boat that Rocked (intraducible juego de palabras que en España se sustituyó por otro igualmente intraducible, La Radio encubierta).

El problema surgió (al igual que en la película) cuando el Gobierno de Su Graciosa Majestad decidió denunciar la existencia de Radio Essex. Finalmente, tras una intensa batalla legal, Bates se vio obligado a cerrar su emisora después de que la justicia británica declarase que la antigua fortaleza se encontraba dentro las aguas jurisdiccionales del Reino Unido.

En respuesta, Roy Bates optó por convertir su resentimiento en una aventura. Después de escuchar a fondo los consejos de sus abogados, el antiguo fusilero decidió declarar el Estado independiente de Sealand en lo que quedaba del antiguo HM Fort Rough, invocando para ello su Ius Gentium (“derecho de gentes”) sobre una parte del planeta clasificada como Terra Nullius.

El 2 de septiembre de 1967, Roy Bates decidió celebrar el cumpleaños de su esposa Joan nombrándola “Princesa” de Sealand, y ese mismo día, acompañado de su hijo Michael (de 14 años), de su hija Penepole (de 16) y de varios amigos y seguidores, declaró solemnemente el Principado de Sealand, para el que se diseñó una bandera y del que se proclamó monarca.

 

Escudo de Sealand 

 

Como era de esperar, sigue recordando la web del “gobierno”, Londres no tardó en decidir que no podía permitir la existencia de una “posible Cuba” cerca de sus costas orientales, por lo que envió al Ejército para destruir el resto de los fuertes que aún permanecían en las aguas internacionales y, de paso, acabar con el nuevo “Principado”.

 

Bandera de Sealand

 

La familia real de los Bates fue testigo de las fuertes explosiones que acabaron con la existencia de estas plataformas. Los helicópteros que acompañaban a los buques militares que transportaban a los equipos de demolición pasaban cerca de Sealand y les gritaban: “Vosotros sois los próximos”. “Un rato más tarde, la tripulación de un buque del Gobierno  que pasó cerca empezó a gritar obscenidades y amenazas contra Michael y su hermana, ambos adolescentes, y efectuaron varios disparos de advertencia”, se explica en la página “oficial” de Internet.

Según otras versiones, el conflicto “bilateral” con el Reino Unido fue más complejo de lo que cuenta la web del “Principado”. Al parecer, Michael Bates llegó a ser acusado de abrir fuego contra un buque militar británico que supuestamente había intentado evacuar a la fuerza la antigua fortaleza. Como consecuencia de ello, Roy Bates (que mantuvo siempre la ciudadanía británica) recibió el 25 de noviembre de 1968 una citación judicial relacionada con una violación de la Ley sobre Armas de Fuego.

Curiosamente, este conflicto supuso el espaldarazo definitivo al proceso “secesionista” de Sealand.

Roy y su hijo Michael se presentaron en la sala de lo penal del Tribunal de Chelmsford, en Essex, donde se produjo una discusión en la que se habló de todo, incluso de leyes que se remontaban al siglo XVII. Durante la vista, el juez declaró: “Esto es un incidente de capa y espada más propio de la época de Sir Francis Drake”. De nuevo aparece un pirata en esta verdadera historia. “Los tribunales del Reino Unido no tienen jurisdicción en este caso”, falló.

“Éste fue el primer reconocimiento de facto de Sealand”, proclama la web “gubernamental”.

A partir de entonces, Reino Unido lo dejó por imposible, sobre todo cuando el tiempo le demostró que aquello no dejaba de ser una excentricidad aparentemente inofensiva. Desde entonces, Londres ha eludido cualquier pronunciamiento público sobre el tema y, aunque cierta información desclasificada ha revelado algunos intentos para recuperar la Rough Tower por la fuerza, el Gobierno ha preferido por lo general no enfangarse en un contencioso tan irrelevante como éste. En 2005, el Ejecutivo y la Justicia del Reino Unido admitieron oficialmente que Sealand se encontraba fuera de las aguas jurisdiccionales del país.

E Mare Libertas

Superados los dolores del parto, la comunidad de las naciones acabó aceptando entre sus iguales, por silencio administrativo, a un pequeño Estado (o no Estado) cuyo lema nacional es Desde el Mar, la Libertad (From the Sea, Freedom, o, en latín, E Mare Libertas) y cuyo “gobierno” está encabezado por la familia Bates, que “rige el pequeño Estado de acuerdo con las normas hereditarias reales”.  

Sealand posee su propia Constitución, compuesta por un preámbulo y siete artículos”, reza la web del “gobierno”. La Constitución del Estado trata sobre varias materias, incluido su estatus como monarquía constitucional. Asimismo, “mientras que Sealand se rige por su propia Constitución, su sistema legal supuestamente (sic) sigue acatando la legislación común británica”.

Roy Bates, el “padre de la nación”, abdicó en 1999 en su hijo Michael (Michael I de Sealand) por problemas de salud (padecía Alzheimer desde hacía años). Roy falleció en octubre de 2012 a los 91 años de edad y Michael, desde entonces, se ha pasado mucho más tiempo en tierra firme que en la “madre patria”. Al parecer, todos los integrantes de la «familia real» conservan la nacionalidad y el pasaporte británicos y desde 1999 ninguno de ellos reside de forma permanente en Sealand, donde, según dicen, sólo viven dos o tres representantes de la familia. 

 

Su Alteza el Príncipe Michael I con sus «posesiones» al fondo

 

“Oficialmente”, Sealand abarca un territorio de 0,025 kilómetros cuadrados y posee “cero millas cuadradas” de aguas jurisdiccionales (aunque reivindica la jurisdicción sobre doce millas náuticas). Según su último censo de 2013, cuenta con 50 habitantes. Aparte, el “idioma oficial” de Sealand es el inglés y la moneda el Dólar de Sealand, que mantiene una paridad absoluta con el dólar de Estados Unidos.

 

 

“Los pasaportes y los sellos circulan desde 1969 y la última década del siglo XX se caracterizó por una impresionante expansión de sus actividades tanto sociales como industriales y por el inicio del desarrollo de una base económica creciente que la destaca como miembro antiguo de la comunidad internacional de Estados”, indica la web.

 

 

En realidad, uno de los mayores pecados originales del paraíso de Sealand es la relación que existe entre la emisión de pasaportes y la obtención de ingresos. En ese sentido, la página de Internet del “gobierno” es un bello ejemplo de merchandising dedicado a una causa nacional y dinástica.

Toda persona podrá demostrar su apoyo a Sealand adquiriendo títulos nobiliarios y convirtiéndose así en un lord o una lady. Sealand también vende documentos de identidad y una parcela de tierra en el principado a fin de sostener su independencia para los próximos años. Otros productos oficiales de Sealand están también disponibles para la venta en esta página web”, se lee en la página, que adjunta su correspondiente enlace See shop.

“Para mayor información sobre cómo convertirse en lady o lord, envíe un email a contact@sealandgov.org. Estaremos más que encantados de responder a las preguntas sobre la adquisición de un título del Principado de Sealand”, añade.

El histórico gol de Ryan Moore a las Islas Chagos

Gracias a esta facilidad para emitir pasaportes a cambio de dinero, el Principado se las pudo ingeniar para, pese a sus escasísimos habitantes, crear una selección nacional de fútbol que celebró su primer partido internacional el histórico 7 de mayo de 2012. El rival fue la selección de las Islas Chagos (un archipiélago situado en medio del océano Índico) y el resultado, una derrota por 1-3, con gol de Ryan Moore.

El partido se jugó en el campo del Godalming Town FC, en el condado de Surrey (sureste de Inglaterra), ante la asistencia de una enfervorecida hinchada. Antes del partido, se leyó un discurso del rey y se cantó un himno “cuya letra no conoce nadie”, según relató el periodista deportivo de la BBC Patrick Gearey, quien cubrió el “evento”.

“¡Aunque el resultado no fue lo que hubiéramos querido, el apoyo de los aficionados y la actuación de los jugadores fueron soberbios!”, se lee en la página web del país. El partido entre Sealand y Chagos ha sido reconocido oficialmente por la Nouvelle Federation, el órgano de gobierno de los territorios que no pertenecen a la FIFA.

La piratería de los pasaportes: conexión española (I)

De acuerdo con la versión “oficial”, la historia de Sealand “es la historia de una lucha por la libertad”. “Sealand fue fundada bajo el principio de que todo grupo de personas insatisfechas con las leyes opresivas y restricciones de los Estados-nación existentes puede declarar la independencia en cualquier lugar que no pertenezca a la jurisdicción de otra entidad soberana”, proclama la tantas veces mentada web del “Principado”.

Pese a la placidez del mar y la candidez de sus proclamas, la historia de tan peculiar país no está exenta de conflictos con fuertes conexiones internacionales. La crisis constitucional más grave se produjo en 1978, cuando el “primer ministro”, Alexander G. Achenbach, aprovechó la ausencia temporal de Roy Bates para, con el apoyo de un grupo de empresarios alemanes y holandeses que habían llegado al lugar para hacer negocios, hacerse por la fuerza con Rough Tower y capturar a Michael Bates, a quien liberó días más tarde en territorio de los Países Bajos.

Tras la “contraofensiva armada” de Bates, que concluyó con el encarcelamiento (en calidad de prisioneros de guerra) de los implicados en el “golpe de Estado”, Achenbach fundó su propio “Gobierno en el Exilio” y se autoproclamó “Presidente del Consejo Privado” («Chairman of the Privy Council»), cargo que ejerció hasta 1989, cuando abandonó por motivos de salud y fue sustituido por el «ministro de Cooperación Económica» del gobierno rebelde, Johanes Seiger.

Por otra parte, la indefinición jurídica de Sealand y la comercialización de los pasaportes ha generado situaciones mucho más desagradables, la más importante de las cuales ha estado muy relacionada con España. En abril de 2000, según informó por entonces la prensa, la Guardia Civil anunció la desarticulación de un grupo organizado compuesto por más de 60 personas implicadas en una red de timadores originaria, precisamente, de Sealand.

Los timadores vendían, según la Guardia Civil, pasaportes diplomáticos, permisos de conducir, ciudadanías y títulos universitarios procedentes del “Principado”. Los pasaportes falsos, que se difundieron por varios países de Europa (sobre todo del este), no contaban con la autorización de la familia Bates y fueron utilizados en la comisión de delitos de alto nivel, incluido el asesinato del diseñador italiano Gianni Versace.

Durante la investigación, según la Guardia Civil, una persona implicada en el comercio fraudulento de gasolina había llegado a a exigir su inmunidad diplomática como ciudadano de Sealand, lo que obligó a Exteriores a confirmar la inexistencia legal de un Estado con tal nombre. De hecho, todos los detenidos se habían identificado como “cónsules, embajadores o ministros” del “Principado”, algunos de cuyos «altos mandatarios» contaban con numerosos antecedentes policiales por estafa, tráfico de drogas y tenencia de explosivos. Entre los detenidos e imputados había españoles, alemanes, austriacos, franceses, chinos, chipriotas, italianos, ucranianos, rumanos, rusos, chilenos y estadounidenses.

En reacción a estas informaciones, la web del “Principado” emitió un comunicado en el que desmentía cualquier relación del “gobierno” con la red criminal y confirmaba la detención en España de varias personas que “fraudulentamente se presentaban como miembros del gobierno del Principado de Sealand, entre ellos Francisco Trujillo Ruiz como primer ministro y Miguel Palacios Masso como ministro de Asuntos Exteriores”.

En el comunicado, se indicaba que, “con esta acción, la Policía española y la Interpol han reaccionado finalmente a las informaciones y acusaciones correspondientes que el gobierno legal del Principal de Sealand ya había emitido en 1997”. Según algunas fuentes, el grupo llegó a emitir hasta 150.000 pasaportes “falsos” (o sea, doblemente falsos, ya que eran emitidos por un país ya de por sí falso), lo que obligó a la familia Bates a anular todos los pasaportes, incluidos los “legales”, en 1997.

The Pirate Bay: conexión española (II)

En 2007, un año después de que el incendio de un generador causara graves desperfectos en la plataforma, el príncipe Michael confesó a la prensa que su verdadera intención era vender la isla. “Mi padre tiene 85 años, mi madre tiene setenta años largos y yo tengo 54. Creo que el proyecto necesita rejuvenecerse”, declaró, citado por la BBC. Para acabar de arreglar los problemas, en 2009, un alemán autodenominado Rey Marduk I reclamó la soberanía sobre Sealand en nombre del fantasmagórico Reino de Marduk.

Curiosamente, en el intento de venta del islote artificial, que había sido autorizada por el propio Roy Bates, nos volvemos a encontrar con la participación de intereses españoles, concretamente de la empresa inmobiliaria InmoNaranja, que se ofreció a buscar un comprador entre 2007 y 2010.

Una de las supuestas interesadas en la compra fue The Pirate Bay, una comunidad sueca de intercambio de archivos digitales que estaba especialmente interesada en sortear las leyes de propiedad intelectual y que puso en marcha una campaña por Internet para recaudar los fondos necesarios para adquirir el Principado, con el compromiso de nombrar “ciudadanos honorarios de Sealand” a todos los que colaborasen con la campaña.

 

 

No obstante, el gerente de InmoNaranja, Gabriel Medina, negó cualquier negocio con The Pirate Bay, entre otros motivos porque la familia Bates había puesto como condición para la venta que los compradores de Sealand no aprovecharan la plataforma para cometer actos delictivos contrarios a los intereses del Reino Unido.

The Pirate Bay se retiró finalmente de la puja por un “país” que había nacido casi medio siglo antes en un acto de venganza por el cierre de la radio pirata rockera de “Su Alteza Real el Príncipe Roy de Sealand”. El círculo pirático se cierra y Sealand continúa flotando el medio del mar.

 

El Príncipe Freddy con su madre

 

El 1 de julio de 2014, el «gobierno» anunció el nacimiento del «príncipe Freddy Michael Roy Bates, hijo de James y Charley of Sealand». 

«La Familia Real de Sealand está absolutamente encantada por añadir una cuarta generación al legado de Sealand». 

Y colorín, colorado…, que se suele decir en estos casos.

 

 

Imágenes: Chris 73 / Wikimedia Commons http://www.xatakaciencia.com/ http://www.sealandgov.org/

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