Un estudio se aventura a dibujar los perfiles de los turistas del año 2030, cuando se estima que habrá 1.800 millones de viajeros al año
Quién no tiene como amigo en las redes sociales a algún impertinente que documenta hasta la más insignificante piedra con la que se ha topado en su último viaje. Pues bien, aquellos que viven para mostrarse en su muro, en lugar de mostrar en su muro lo que viven, son una de las seis tribus en las que se dividirán los viajeros del año 2030, según un informe de Amadeus.
Entre los cinco segmentos que completan la media docena -justo la mitad que las tribus de Israel- hay otros estereotipos, como el del cultureta marisabidillo. Estos son algunos de los tipos que nos encontraremos en 2030, aunque algunos son viejos conocidos:
El buscador de capital social.
Lo reconocerás porque no pierde ocasión para subir todas las fotos a Instagram, previo paso por el filtro Valencia, de su viaje a los confines del barrio. Si lo cuentas entre tus amistades de Facebook, puedes esperar un book entero con sus posturas sosteniendo la torre de Pisa. No te extrañes si se dedica a hacer check-in desde Foursquare en todos los sitios que visita. Y todo lo que nunca sabrás sobre su tour por Italia porque lo ha colgado en otras redes sociales de cuya existencia no tenías noticias.
Foto: Flickr – Kevin Dooley
El purista cultural.
“Tenemos que ir a París, hay una retrospectiva muy interesante sobre el trabajo de Bill Viola en el Pompidou”. Lo mismo te puede decir sobre San Petersburgo con Caravaggio en el Hermitage. Su interés por la cultura eclipsa al resto de criterios que sopesa a la hora de tomar una decisión; estamos ante una persona que planifica sus vacaciones según los festivales de música a los que quiere asistir. Aunque soportar a un pedante sea harto complicado, esta persona te garantiza unas experiencias coloridas y edificantes durante el viaje.
Foto: Flickr – Christopher Michel
El trotamundos comprometido.
Nunca se planteó viajar a Myanmar hasta que la junta militar del país liberó a la líder de la oposición Aung San Suu Kyi. Puede que este turista, de todas formas, nunca vaya a la antigua Birmania, dado que los vuelos hasta allí hacen un daño irreparable al futuro del planeta en forma de CO2, algo intolerable para su compromiso ético. El turismo sostenible cada vez cuenta con más adeptos y su filosofía zen puede ayudar a mantener limpias las costas y los enclaves naturales.
Foto: Flickr – Jason Scragz
El amante de la comodidad.
Lo suyo es irse directo a un turoperador que le dé un paquete vacacional cerrado. Mucho mejor si incluye un billete en primera clase y una hamaca entre dos palmeras donde se pueda relajar y olvidar las preocupaciones diarias. Al fin y al cabo, las vacaciones están para desconectar del trabajo y de las obligaciones familiares.
Foto: Flickr – moodboard
El viajero por obligación.
El típico hombre de negocios, trajeado hasta los gemelos, que va y viene a Londres o a Munich cada semana. Aunque se pasa el día trabajando de aeropuerto en aeropuerto, también tiene derecho a divertirse cuando la faena se lo permite. Le interesan los planes nocturnos y le gustan los bares de Heathrow. En cualquier caso, necesita salir de su vida monótona para sentirse realizado.
Foto: Flickr – Eugene Wong
El cazador de lujo.
Caviar y ostras. Champán del caro. Suite presidencial. A todo tren. No importa si es un ejecutivo del Ibex o si es un trabajador de clase media: las vacaciones son para él un descanso merecido en el que todos los caprichos están permitidos. Si es tu amigo, déjate invitar. Si eres tú, tienes suerte de tener tanto dinero ahorrado para ocasiones especiales.