La sensación que queda tras la lectura de este breve pero intensísimo ensayo sobre, quizás, el grupo más genuínamente único que ha dado nuestra música pop es que hablar demasiado de Derribos Arias es estropear la experiencia de descubrirlos, escucharlos y asimilar su extraña grandeza.
Por eso Carlos Rego se centra más en describir las vicisitudes que rodearon a su breve y errática carrera antes que en intentar transmitir al espectador por qué son tan grandes A Fluor o Tupés en crecimiento. Posiblemente, más de un aficionado a las hagiografías de mil y pico páginas encuentre insuficiente la inmersión de Rego en la carrera de Derribos y en la vida de Poch, pero el fan de la banda sabe que la grandeza de Un poco shiego o la sencilla aberración de Dios salve al lendakari están también en el enigma.
Eso no quiere decir que Derribos Arias – Licencia para aberrar, un libro que nos merecíamos desde hacía años, sea una mala aproximación al grupo, todo lo contrario: Rego habla con todos los implicados de forma más o menos directa en el nacimiento y evolución del grupo, y solo a base de testimonios en primera persona hace que nos podamos formar una idea muy aproximada de cómo era la complicada personalidad de su cantante y compositor, Poch, y de cómo la terrible enfermedad de Huntington acabó mitigando todas sus aparentemente infatigables energías.
Desde sus primeros pasos en San Sebastián, con La Banda Sin Futuro, su transformación en facturador de perversas canciones del verano con Ejecutivos Agresivos, toda su carrera con Derribos Arias y sus peculiares, discutibles pero en última instancia entrañables discos en solitario. Rego también intenta descifrar desde un punto de vista ensayístico qué generaba ese acertijo, cómo funcionaba esa maraña de influencias confusas que era Derribos Arias, y como muchos de los invitados a expresar su opinión en las páginas del libro, no tiene más remedio que concluir que Derribos Arias eran especiales porque, sencillamente, no se parecían a nada.
Rego está enamorado con fervor fan de su objeto de estudio (el autor vivió el crecimiento y explosión de Derribos desde fuera de Madrid, prácticamente a través de conciertos fugaces en radio y televisión y el tráfico de cintas de cassette piratas), pero es capaz también de posicionarse con cierto distanciamiento crítico. Firma así un libro imprescindible, bien documentado y que no cae en el cotilleo fácil, entre otras cosas porque ni para eso encajaba bien Derribos Arias. Licencia para aberrar intenta, en ciento y pico páginas pellizcar la genialidad con sus dedos. Y a veces lo consigue. Si eso no vale el precio de admisión…
Derribos Arias – Licencia para aberrar
Carlos Rego
66 RPM
2015