Desaparecidos (en combate), pero nunca olvidados

Cannon

En un punto de este documental, el supervisor musical de muchas de las películas de la Cannon, Richard Kraft, define el estilo de la compañía como “Te recuerda a algo anterior, pero quitándole el buen gusto”. En buena medida, es una buena forma de definir películas como Masters del Universo , Yo el Halcón o Desaparecido en Combate : recuerdan a éxitos de la época ( Conan , Rocky , Rambo ), pero eliminándoles un elemento crucial, enigmático (Kraft lo denomina buen gusto, pero teniendo en cuenta cómo se viste, tampoco creo que se trate exactamente de eso), y que Electric Boogaloo trata como la solución a una ecuación que nunca termina de despejar.

Electric Boogaloo triunfa, en este DVD editado por Cameo y 39 escalones en una lujosa edición que incluye un completo libreto realizado por Applehead Team, a la hora de repasar a un ritmo trepidante la extensa filmografía de Cannon Films, una de las primeras compañías de cine independiente -pero comercial- de Hollywood: desde primeros éxitos como sus películas de ninjas o sus vehículos para Chuck Norris y Charles Bronson hasta desastres que hundieron la compañía como Superman IV, pasando por sus devaneos con el cine de autor, que les llevó a producir películas a nombres como Zeffirelli, Konchalovski, Schroeder o Cassavetes.

Electric Boogaloo intenta descifrar el misterioso criterio de la Cannon a la hora de producir películas, ese que le llevaba a creer que pagar un sueldo astronómico a un actor para que protagonizara una película de torneos de pulsos (Stallone en Yo, el Halcón) o hacer una versión de Doce del Patíbulo enmarcada en el conflicto palestino-israelí (Delta Force) eran ideas comercialmente infalibles. Y la solución, apunta Electric Boogaloo, está en la personalidad de los dos gerifaltes de la compañía, los primos israelíes Menahem Golan y Yoram Globus, cuya vanidad, avaricia e infatigable ojo comercial les proporcionó innumerables éxitos menores y, finalmente, un puñado de descomunales fracasos que acabaron con la compañía.

La cuestión es que Mark Hartley, director del documental (y de otros sobre filmografías exóticas como Machete Maidens Unleashed! o Not Quite Hollywood) no pudo contar con los testimonios de Golan y Globus porque estos, al más puro estilo Cannon Films, cuando supieron que se iba a rodar un documental sobre su historia, decidieron filmar el suyo propio, el mucho más oficial The Go-Go Boys: The Inside History of Cannon Films. Resultado: Electric Boogaloo está construido exclusivamente sobre los testimonios de ex-actores resentidos y técnicos traumatizados tras su paso por el estajanovista mundo Cannon. Electric Boogaloo pone sobre la mesa un maravilloso rosario de anécdotas y retrata como pocos un momento muy preciso del cine comercial estadounidense. Pero a la vez, no puede explicarlo.

Y quizás eso no sea culpa de nadie, pero conlleva un par de errores que no me gustan demasiado: primero, mete en el mismo saco a la deliciosa Invasores de Marte y a la casposa Delta Force 2; a la legendaria La Matanza de Texas 2 (quizás la mejor película de la compañía) y a las horribles secuelas de Death Wish; a Cyborg (una estupenda serie B de Van Damme que parece trazada por los franceses de Métal Hurlant) y a las aburridísimas películas de Quatermain. No es justo que todo entre en el mismo triste saco, y hubiera estado bien algo más de criterio a la hora de separar el grano de la paja. Y en segundo lugar, debido a la naturaleza de las entrevistas, la película es innecesariamente cruel y crítica con los primos productores: quizás lo merezcan, pero esa saña hace perder algo de perspectiva, cuando es mucho más divertido analizar las razones por las que Superman IV fue un desastre que simplemente reirse del niño gordo de la clase. Y eso es lo que Electric Boogaloo no tiene del todo claro.

En cualquier caso, Electric Boogaloo es un documental imprescindible para todos los aficionados a la historia lateral del cine, la que no cuentan las academias. La edición de Cameo, además, es estupenda, desde la funda a los sesenta y tantos minutos de extras, pasando por los menús de “Rebobine por favor” que mandan de un zambombazo al espectador a los buenos viejos tiempos del VHS. Cuando no le dábamos tantas vueltas a las pelis de ninjas y de comandos en la jungla. Por eso, quizás, porque no se las dimos entonces, ha llegado el momento de dárselas ahora.

Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films

Mark Hartley

2014

 

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