Los periodistas José Alejandro Vara y Pablo Planas publican la primera biografía del político de moda, alguien que “ha estudiado a Adolfo Suárez”, es “muy ambicioso” y “no deja nada al azar”.
¿Quién es Albert Rivera? ¿Conocemos realmente al líder mejor valorado por los españoles, el que ha amenazado por primera vez en tres décadas la hegemonía del PP en el centro derecha? A esa pregunta tratan de dar respuesta los periodistas José Alejandro Vara y Pablo Planas en la obra Entre bambalinas (Ed. Stella Maris), primera biografía del presidente de Ciudadanos, el político en cuyas manos podría estar el futuro inmediato de España. Porque Rivera es ciertamente un desconocido del que “la gente solo sabe que es el chico del póster, alguien que cae muy bien, que sonríe muy bien, pero nada más”, en palabras de Vara.
Diez años después de ser lanzado por un grupo de intelectuales como altavoz de la Cataluña no nacionalista, Ciudadanos ha emprendido una fulgurante expansión nacional que le ha colocado como la tercera fuerza municipal de España y le ha otorgado representación en doce parlamentos autonómicos. A tres semanas del crucial 27-S y a tres meses de las no menos decisivas elecciones generales, el partido de Rivera está en disposición de jugar un papel determinante en el tablero político español.
¿Está preparado para el reto? “Es un político que tiende a reaccionar de manera intuitiva, pero está acostumbrado a lidiar con situaciones adversas”, responde Pablo Planas. Al líder de Ciudadanos le han curtido “las amenazas en Cataluña, la exclusión social, el ser un apestado”, todo eso le ha imprimido un “carácter desconfiado”. A menudo reivindica el suyo como el cuarto gran proyecto para España, tras los de Suárez, González y Aznar. La figura del arquitecto de la Transición es especialmente importante para un Rivera que está seguro de que el momento político actual es similar al de finales de los años 70.
“Ha estudiado mucho a Adolfo Suárez y le ha copiado muchas cosas, yo veo una analogía entre las dos figuras, son intuitivos, intensos, tienen la misma capacidad de seducción y afán de protagonismo… hasta han tenido una carambola similar para triunfar, es que al final en esto el 90% es suerte y el 10% empeño personal”, explica Vara. En efecto, el diputado catalán se hizo con las riendas de la formación naranja hace una década por llamarse Albert, ya que se decidió usar el orden alfabético para elegir al líder. Y Suárez fue designado sorprendentemente por el Rey presidente del Gobierno tras la muerte de Franco, imponiéndose a los favoritos José María de Areilza y Manuel Fraga.
Rivera ha renunciado a presentarse por cuarta vez en Cataluña, ahora que su partido está en el mejor momento de su aún corta historia, para dar la batalla en el Congreso. Una decisión personal muy difícil, que le ha costado y dolido tomar, pero que afronta con la “tenacidad” que le caracteriza. Vara ha visto muy pocos políticos “con esa vocación tan inequívoca, tan apabullante”, una condición que le llevó a superar el crítico momento de 2010, cuando Ciudadanos estuvo a punto de desaparecer tras el fiasco de las europeas, pero al que “nada le tumba, de todo aprende”.
Pero, ¿es oro todo lo que reluce? Sus adversarios a menudo recuerdan a Rivera su alianza con el Libertas de Miguel Durán, le tachan de ambicioso calculador, de controlar su partido con mano de hierro y de presentarse con una ambigua ideología que le vale para entenderse tanto con el PSOE como con el PP. Él lo llama “capacidad de negociación”, la virtud de poder sentar “a cualquiera a la mesa”, pero Vara considera que la indefinición debe terminar ahora.
Los españoles siguen votando en la lógica izquierda-derecha y Ciudadanos ha de apostar “por luchar de forma decidida por el electorado de centro derecha, que es de donde le han venido casi todos sus apoyos”. En este sentido, considera que el presidente de la formación “ya se ha dado cuenta y ya lo empieza a hacer”, con iniciativas como la de presentar una moción por la unidad de España en todos los parlamentos autonómicos.
FAES elaboró un informe a principios de año con los puntos débiles de Rivera para atacarle por ahí
Hasta ahora el suyo ha sido “un partido de centroizquierda para votantes de centroderecha”, algo que ha funcionado ante citas donde ha imperado “el voto de castigo al bipartidismo”. De cara a los comicios de diciembre, sin embargo, “se tienen que definir o lo tendrán muy complicado, colocarse en un espectro muy claro”, superar la cuadratura del círculo que supuso sintetizar su ideología como “liberalismo progresista y socialismo democrático”.
Planas apunta en este sentido que “Rivera dice no sentir la necesidad perentoria de identificarse con rojos o azules, que en función del caso opina y propone, él es en primer lugar un disidente antinacionalista, alguien que sabe que la libertad está por encima de las ideologías”. Ese activismo españolista fue un rol al que los populares renunciaron en aras de un pragmático entendimiento con CiU que acabó en divorcio absoluto tras el ultimátum de Mas con el pacto fiscal. Pero entonces Ciudadanos se había hecho ya demasiado fuerte.
Vara cree que C’s debe definirse ante las generales e ir claramente a por el voto del centro derecha
El PP se dice ahora muy tranquilo ante las expectativas electorales, aunque en Cataluña tuvo auténtico “pavor” a ser confinado en la marginalidad de los 4-5 escaños que sus encuestas internas le daban antes de la designación de Xavier García Albiol. El nerviosismo también se adueñó del partido en Madrid a la sombra de las elecciones de mayo, cuando FAES elaboró un informe “torticero” recogiendo presuntos puntos débiles de Rivera para atacarle personalmente.
El escrito, cuenta Vara, finalmente no se utilizó y su paternidad ideológica no está clara, pero reunió “rasgos políticos, rasgos psicológicos, la trayectoria personal, relaciones con sus equipos”, hasta el punto de subrayar que el líder de C’s “defiende la marihuana, el aborto, es arrogante, no lo soporta nadie, una cantidad de barbaridades increíble”. Fue la época en que se le descalificó llamándole Naranjito y hasta se le afeó su catalanidad, un cúmulo de despropósitos que evidenciaba “el nerviosismo ante el crecimiento” de su figura.
Y sin embargo ahora puede ser el que despeje el camino para un segundo mandato del actual presidente del Gobierno. ¿Lo haría? “No quiere ni pensar en la posibilidad de apoyar la investidura de Rajoy”. Pero puede que no tenga otro remedio.