Fortunata y Jacinta, Marianela, Tristana, Episodios Nacionales…Podríamos seguir así un buen rato y no acabaríamos de citar todas las grandes obras que Benito Pérez Galdós dejó y que ahora son tesoros de la literatura española. Hace 173 años nacía un día como hoy en Las Palmas de Gran Canaria el que llegaría a ser uno de los máximos exponentes del realismo y naturalismo literario de nuestro país.
Pérez Galdós no solo tuvo una fructífera carrera como literato, sino que también se dedicó a otras disciplinas como la dramaturgia, la crónica e incluso a la política. Con esa vida tan ajetreada, Galdós vivió todo tipo de experiencias y seguramente tuvo mil anécdotas y hechos curiosos que contar. En SABEMOS no los conocemos todos, pero sí diez curiosidades sobre el literato que seguramente no sabías.
- Lo más normal sería pensar que ya desde muy joven Pérez Galdós quería ser escritor, pero no. Su primera afición fue el dibujo. Su facilidad sobre el papel y su buena memoria le permitieron obtener el título de bachiller en Artes en 1862 en el Instituto de La Laguna, en Tenerife. Su técnica preferida era el carboncillo y se dedicaba a retratar personajes y paisajes. Sin embargo, mientras estudiaba arte ya publicaba en la prensa local con ensayos, cuentos y poesía satírica, comenzando la que sería su verdadera carrera.
- En relación con sus aptitudes para el dibujo, Pérez Galdós era capaz de recordar con precisión todo aquello que veía. Su memoria visual prodigiosa le permitía poder recordar capítulos enteros del Quijote. Está claro que esta capacidad influyó en su talento para la novela realista, a rebosar de pequeños detalles.
- Sin embargo, la capacidad para memorizar a través de la vista del escritor no duraría eternamente. En los últimos años de su vida, Galdós sufrió una ceguera total. La anécdota más destacada en relación con su falta de visión ocurrió cuando le dedicaron una estatua en 1919 en el madrileño Parque del Retiro. Como no podía ver el monumento, el literato pidió ser aupado para poder tocar el rostro de la estatua. Entre lágrimas de emoción, Galdós recibió una inmensa ovación de todos los seguidores que habían acudido a la inauguración.
- Volviendo a su etapa de estudiante, Pérez Galdós hacía pellas y se escapaba de clase. Parece ser que la carrera de Derecho que estudiaba en Madrid no le entretenía lo suficiente y prefería dedicar su tiempo a frecuentar teatros y relacionarse con escritores y otras destacadas personalidades. Todo un rebelde.
- Por si no tuviera suficiente con estudiar, viajar y comenzar su carrera de escritos, Galdós comenzó a traducir obras de Dickens, Balzac y otros destacados autores. Tanta actividad extraescolar le llevó a abandonar la carrera de Derecho en 1868.
- Con todos los contactos que hizo ya desde muy joven, podría parecer que era una persona extrovertida con facilidad para relacionarse. Pues todo lo contrario. El escritor era tímido hasta decir basta. Hablar en público suponía un auténtico reto para Galdós, que intentaba acortar lo máximo posible sus intervenciones. Pero su carácter introvertido iba más allá y procuraba vestirse con discreción y siempre utilizando tonos oscuros o poco llamativos. Todo con tal de no llamar la atención.
- Su timidez no le impidió ganarse unos cuantos enemigos políticos. Los sectores más conservadores de esa época parecen estar detrás de que Galdós no ganara el Nobel de Literatura en 1912. Su candidatura era una de las más fuertes, pero sus enemigos consiguieron disuadir al jurado.
- Las aficiones de un hombre como Pérez Galdós son muy variadas, pero el escritor tenía una muy peculiar. Era aficionado a recorrer España en vagones de ferrocarril de tercera clase. También disfrutaba hospedándose en posadas y hostales que estaban muy lejos del lujo. Pero esto no era un mero hobby: aprovechaba sus viajes y estancias para inspirarse en la realidad, una realidad que luego trataba de plasmar en sus novelas.
- Como todo mortal, Galdós también tenía sus problemas. Y entre ellos destacan las deudas. Los problemas económicos del escritor eran bien conocidos en Madrid, donde conocía a muchos prestamistas y usureros con los que tenía una especial habilidad para endeudarse.
- La muerte de Pérez Galdós estuvo marcada por un hecho curioso. En sus últimos momentos de vida el 4 de enero de 1920, Galdós llamó a uno de los personajes ficticios que había creado: el doctor Centeno, el protagonista de su novela de 1883. Si el doctor Centeno acudió, no lo sabemos, pero lo que sí es cierto es que en su entierro le acompañaron en torno a 30.000 madrileños.