El imperio Trump se ha acogido hasta en cinco ocasiones a la ley concursal estadounidense durante los últimos veinte años. El candidato republicano a las presidenciales llegó a acumular una deuda cercana a los 5.500 millones de euros por la mala gestión de sus negocios.
No es oro todo lo que reluce, y en el caso de Donald Trump, esta se multiplica por veinte. Mientras que el principal argumento del recientemente nombrado candidato republicano a la Casa Blanca es su experiencia como empresario de primer nivel, la gestión de sus negocios muestra otra realidad diferente que dista mucho de esa imagen de éxito.
El magnate se dedica fundamentalmente a la inversión inmobiliaria y ya ha apelado hasta en cinco ocasiones a la protección del artículo 11 de la ley concursar americana, que garantiza un periodo de negociación y reestructuración de la deuda como solución alternativa a la liquidación del negocio. Unas deudas que se han ido acumulando desde los 90 y que han conseguido alcanzar los 5.410 millones de dólares (4.911 millones de euros).
Los trapos sucios financieros de Trump han sido utilizados en campaña por su rival demócrata, Hillary Clinton, para dañar la marca del empresario. La respuesta del magnate ha sido tajante al señalar que son contadas las ocasiones en las que una empresa de su grupo a recurrido a este tipo de ayudas, además de defender su decisión para «salvar el negocio y los empleos», según recoge un comunicado en la página oficial de su candidatura.
La realidad es que Donald Trump sí que dirige un gran imperio con docenas de hoteles casinos y campos de golf. La fortuna del empresario, independientemente de las quiebras, asciende a los 4.500 millones de dólares según la revista Forbes.
Los cinco errores de Trump
La primera gran quiebra de Donald Trump fue en 1991 para salvar el casino ‘Trump Taj Mahal’ en Atlantic City. El empresario solicitó la protección judicial tras registrar una deuda de hasta 3.000 millones de dólares en tan sólo un año de funcionamiento. Finalmente, el candidato republicano vendió la mitad de su participación en el negocio.
El siguiente año (1992) hasta dos casinos del grupo Trump siguieron el mismo camino: el ‘Trump Castle’ y el ‘Trump Plaza and Casino’, ambos situados también en Atlantic City. Además, el hotel ‘The Plaza’ en Manhattan tuvo que recurrir al mismo mecanismo para hacer frente a sus 550 millones de dólares en deudas. En la misma línea, Donald Trump vendió el 49% de su participación en el negocio aunque siguió siendo CEO del resort.
2004 también se convirtió en un annus horribilis para el imperio Trump. Su cartera de casinos entro en bancarrota masivamente -‘Trump Taj Mahal’, ‘Trump Marina’, ‘Trump Plaza’ y otro complejo en Indiana- con una deuda cercana a los 1.800 millones de dólares.
Tras la debacle, Trump decidió reducir su participación en la matriz, ‘Trump Hotels and Casino Resorts’, del 47% al 27%, porcentaje que posteriormente tendría que rebajar al 10% tras la reestructuración total de la compañía en febrero de 2009. El grupo perdió el año anterior hasta 53,1 millones de dólares en pagos de intereses y colapsaron las deudas.
En total, la matriz del grupo ha recurrido hasta en dos ocasiones al artículo 11 en la década del 2000.