El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, podría pasar por uno de los economistas más tozudos de la historia reciente. Siempre se recordará el whatever it takes –“haré todo lo que sea necesario para preservar el Euro”– como su lema personal. En su última comparecencia ha vuelto a espantar las dudas que se ciernen sobre su programa de estímulos, que ha inundado a la zona Euro con dinero barato y compras de deuda.
En la última reunión del consejo de gobierno del BCE ni siquiera se ha planteado una bajada de intensidad en su estrategia conocida como quantitative easing, de expansión monetaria, aunque las entidades financieras de toda Europa estén reclamando unos tipos de interés mayores para que sus cuentas no se resientan. Ni van a subir los tipos ni se va a dejar de comprar deuda corporativa y estatal.
Draghi, no obstante, ha dejado la puerta abierta a reconsiderar sus planteamientos en la próxima reunión del consejo de gobierno, que se producirá en diciembre, momento en el cual el BCE dispondrá de proyecciones económicas de mayor alcance. Eso sí, el banquero supremo italiano ha matizado que en el último encuentro del órgano rector de la política monetaria no se ha hablado sobre la agenda de la siguiente cita.
Todo podría cambiar en diciembre pero ni siquiera se sabe qué se discutirá en diciembre. Qué misterio.
Lo que sigue claro es que el BCE va a continuar hasta marzo de 2017 con sus 80.000 millones de euros mensuales de compra de deuda. También que los tipos se mantendrán donde están, al 0% e incluso por debajo en el caso de las entidades que depositan dinero en el banco central, que tienen que pagar un tipo del 0,4%.
Según Draghi, aunque haya datos pobres de concesión de crédito en la actualidad, peor habrían sido si no se hubiera puesto en marcha su programa de QE.
“Los volúmenes de crédito se han recuperado desde 2014. Nuestra política se está transmitiendo de manera cada vez más efectiva a la economía real”, ha asegurado el presidente del BCE durante una rueda de prensa. “En otras palabras: los tipos de interés bajos funcionan”.
En la reunión de hoy tampoco se ha discutido si el quantitative easing puede mantenerse más allá de marzo de 2017; Draghi ha defendido que estas medidas excepcionales no se pueden quedar para siempre. No obstante, el italiano ha calificado de “improbable” que el final de la compra de bonos sea “abrupto”.
La divisa del BCE, por el momento, es la continuidad. De hecho, el propio Draghi ha buscado entre sus papeles durante su comparecencia para remarcar que, tal y como ha comunicado la autoridad monetaria europea, los tipos bajos se mantendrán incluso más allá de marzo de 2017, cuando está previsto que concluya el programa de compra masiva de deuda.
Vientos de cambio
Los bajos tipos de interés constituyen una de las principales preocupaciones de los bancos. Con unos márgenes cada vez menores de los que obtener ganancias, la política monetaria del BCE se suma a la crecientes exigencias de solvencia para configurar un escenario hostil para la banca. La liquidez de muchos actores del sistema bancario europeo está en entredicho; y eso en los países como España, con unas entidades financieras medianamente saneadas, que si el foco cae sobre el Deutsche Bank alemán la perspectiva es peor.
También tiene Draghi en su contra que la Reserva Federal ya ha dejado el camino del QE, por lo que si el ciclo económico es el mismo las políticas monetarias deberían ser las mismas. La salvedad es que suele haber un décalage temporal entre las decisiones de la Fed y del BCE.
En general, la política monetaria del BCE lleva en entredicho un año. Al banco central le está costando mucho esfuerzo mantener la inflación en terrenos positivos a base de inyectar dinero, en cierta medida porque los créditos baratos no acaban de llegar a la economía real, por mucho que Draghi lo niegue. Un momento como el actual, con los intereses por los suelos, es el perfecto para que las familias y las empresas soliciten préstamos; sin embargo, la concesión de crédito se está desplomando en España.
Este fenómeno, que también se deja ver en Italia, no le preocupa a Draghi. Preguntado por los periodistas europeos en la sede del BCE de Fráncfort, el banquero jefe de la Eurozona ha desdeñado estos avisos y ha argumentado que son las primeras señales negativas después de muchas positivas.
“La compra de bonos ha sido un éxito hasta ahora, más allá de nuestras expectativas”, ha reiterado Draghi. Ni siquiera los signos adversos le sacan de sus trece; en diciembre tendrá su oportunidad para dejar de ser el banquero más terco del mundo.