Cuando el nuevo ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital accedió al cargo, todo el mundo hizo su peculiar carta de los Reyes Magos. Así, Álvaro Nadal se encuentra con una cantidad de frentes abiertos que, a buen seguro, no podrá cerrar en una sola legislatura.
Por un lado el sector energético, que será el que más sueño le quite. Pero también tiene importantes retos en la parte digital y tecnológica, sobre todo hay uno que no puede demorar: ajustar la torticera economía colaborativa a un marco legal unificado en todas las comunidades autónomas.
Esta semana se ha hecho muy evidente el problema. Airbnb y Blablacar son las caras de un conflicto que apenas ha empezado. Problemas legales que van desde las administraciones locales, hasta los altos organismos de Bruselas. Y todo esto genera dos problemas.
El primero de ellos para estas plataformas tecnológicas, al margen de su actividad (y legalidad), es que no pueden es someterse a un marco regulatorio distinto en cada provincia. Lo que vale en Madrid no se aplica en Barcelona. Y lo que Valencia persigue, Sevilla lo tolera. Da lo mismo qué parte del turismo está transferida, o qué reglamento de transporte de aplica en cada ciudad, la economía colaborativa debe tener unas normas establecidas desde ya.
El otro problema es sobre su actividad. No vamos a discutir si, por ejemplo estas dos empresas, son o no parte del sector en el que operan. Está claro que Airbnb no es una cadena de hoteles, ni Blablacar una empresa de transporte. Pero no son ellas quienes se pondrán el nombre. Debe ser la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la Secretaría de Estado de Agenda Digital, la propia tendencia del mercado, los usuarios… Un cúmulo de todo esto será lo que designe a esas compañías.
Sea como sea, la situación no será sencilla de resolver. Aunque no parece práctico dejar que haya una guerra abierta entre estas plataformas de economía colaborativa y los distintos gobiernos regionales. También está por ver el papel que juega Bruselas. Hasta entonces, parece que cada uno hará la guerra colaborativa por su cuenta.
Imagen | ‘Brink‘