El acuerdo imposible entre Pablo Iglesias y el exjefe de Gabinete de Felipe González

Jordi Sevilla y José Enrique Serrano.

Podemos tiende la mano al PSOE pero su veto a Ciudadanos y su inquina hacia la vieja guardia socialista aleja cualquier posibilidad de entendimiento. Uno de los encargados de negociar ese pacto sería José Enrique Serrano, exmano derecha de un González a quien Podemos deplora. Ferraz se refiere ahora al líder morado como “Pablo Manuel Iglesias” para distinguirle del fundador del PSOE y de la UGT.

“El problema es que a usted le han prohibido gobernar con nosotros. Lo dijeron algunos de los miembros de la vieja guardia de su partido. Lo dijo el señor Felipe González, sí, el que tiene el pasado manchado de cal viva. Cuídese de él, señor Sánchez”. Estas frases forman ya parte de los anales del Congreso de los Diputados. El furibundo ataque del líder de Podemos, Pablo Iglesias, contra el expresidente del Gobierno, asociándole directamente con los crímenes de los GAL, será lo más recordado de una sesión de investidura que por primera vez se saldó con un ‘no’ mayoritario al candidato propuesto por el Rey.

La bancada socialista reaccionó a la diatriba con airadas protestas, visiblemente indignada, profiriendo algún grito de “fuera” contra el orador. “¿Están ustedes gritando fuera porque les digan la verdad?”, continuó Iglesias hurgando en la herida y provocando la mediación del presidente de la Cámara, Patxi López. La andanada contra González fue el clímax de una intervención cargada de pullas, destinada en su mayor parte a desnudar las contradicciones del PSOE y a presentar a Podemos como legítimo heredero de la tradición socialista.

Sánchez critica que Podemos trate de «imponer» todo su programa y reclama un acuerdo «transversal»

Ahora, la formaicón morada dice tender la mano a Sánchez, pero los socialistas -siempre recelosos ante sus ofertas- desconfían como nunca. Y demuestran por la vía de los hechos que albergan las esperanzas justas de entenderse con ellos. Han reeditado su alianza con Ciudadanos y asegurado que acudirán a cualquier negociación de la mano de Albert Rivera, pese al veto que Iglesias mantiene sobre el partido naranja. También IU y Compromís consideran inasumible un pacto de Gobierno que incluya a C’s.

Pero Sánchez no se mueve. Convocará al resto de fuerzas esta semana y se reunirá con quienes acepten esa condición de que su programa ya no es el electoral del PSOE sino el negociado con Rivera. La aritmética parlamentaria no da para “imponer” un ideario sobre otro, argumenta, sino que hace imprescindible el acuerdo “transversal”. En consecuencia, sus negociadores y los naranjas formarán ya un solo equipo.

«El Estado en la cabeza»

En ese grupo destaca un nombre: José Enrique Serrano. Ha sido el gran hacedor del pacto PSOE-Ciudadanos, desencallando situaciones de bloqueo y demostrando que “tiene el Estado en la cabeza”, en palabras de un negociador de Rivera. Serrano “ofrecía salidas cuando el choque en un ámbito parecía insalvable” y evidenciaba conocer “hasta el último decreto” aprobado en democracia. No en vano, lleva 30 años entre las bambalinas del poder, siendo tan discreto como clave en los Gobiernos socialistas.

Serrano lleva 30 años en la ‘fontanería’ del Estado y del PSOE: fue hombre clave para González, Almunia y Zapatero

En 1987, Serrano fue nombrado director general en el Ministerio de Defensa de Narcís Serra, a quien acompañó luego en la Vicepresidencia del Gobierno. En 1995, fue ascendido a director de Gabinete del jefe del Ejecutivo, Felipe González. También fue la mano derecha del siguiente secretario general socialista, Joaquín Almunia, y de nuevo se pondría al frente del Gabinete de Presidencia del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). Sánchez no ha sido menos y también lo ha incorporado a su círculo de máxima confianza.

Es difícil imaginar a este hombre entendiéndose con unos interlocutores que de entrada afirman que no se fían del PSOE y exigen una Vicepresidencia plenipotenciaria y seis ministerios. Además, solicitan un aumento del gasto público de 96.000 millones en cuatro años, revisar aspectos clave de la política exterior y reconocer la autodeterminación de las comunidades que lo planteen “con especial intensidad”.

Podría ser casualidad, pero fue precisamente Serrano el negociador socialista que se ausentó el 22 de febrero de la mesa a cuatro PSOE-Podemos-IU-Compromís para acabar de cerrar el pacto con Ciudadanos. Un acuerdo reeditado y que ya es la apuesta firme de Sánchez en su carrera a La Moncloa.

Sevilla, otro aborrecido

Otro negociador que tiene difícil encaje con Podemos es Jordi Sevilla. El economista de cabecera de Ferraz es denostado por el partido del círculo, que lo considera indigno de decirse izquierdista. “Tu asesor económico, Jordi Sevilla, que por cierto forma parte del consejo de administración de una multinacional, House Water Watch Cooper, que asesoró a Gobiernos autonómicos para hacer privatizaciones, ha hecho una declaración de que se van a cumplir los objetivos de déficit”, aseveró Iglesias en un debate electoral de diciembre ante Sánchez.

Sevilla es otro hombre fuerte de Sánchez al que Iglesias ataca con dureza

La frase se recuerda por el patinazo dialéctico del de Podemos, que equivocó el nombre de la empresa PricewaterhouseCoopers, y fue recuperada para la sesión de investidura. “Si me acepta un consejo, señor Sánchez, la próxima vez mande a un socialista a hablar de economía”, indicó Iglesias para criticar el designado por el PSOE para negociar con C’s la política económica.

Sevilla le respondió en las redes sociales, afeando que Podemos tenga que “mentir” para atacarle. Y es que su relación con PwC se limitó a la asesoría externa, nunca entró en el consejo de administración. Una fuerza que reincide en esas falsedades, dijo, “es peligrosa”.

El exministro de Industria es otro histórico del PSOE, que ocupó diversos cargos en el Gabinete de González entre 1985 y 1996. Podemos suele basar sus críticas al socialismo en lo que entiende una traición a las esencias izquierdistas producida durante los Gobiernos felipistas, que según ellos aceptaron los cánones del neoliberalismo y renunciaron a defender una alternativa puramente socialdemócrata.

González y Podemos han chocado en repetidas ocasiones por este tema, por las puertas giratorias, por la asociación que el primero hace entre la cúpula morada y el chavismo y también por la lectura del resultado electoral. La respuesta del expresidente al ataque de la cal viva fue explícita: “El país necesita respuestas a los problemas de los ciudadanos y no necesita ni rabia ni odio”. El propio Sánchez le acompañaba mientras emitía estas palabras.

Se antoja inviable, pues, el entendimiento entre Ferraz y “Pablo Manuel Iglesias”, como ahora le denominan los socialistas. En lo que parece un intento por distinguirle del fundador del PSOE, introducen su segundo nombre a la hora de referirse a él. Óscar López, portavoz en el Senado y hombre de confianza de Sánchez, lo repetió varias veces en TVE el viernes pasado. César Luena, número dos del secretario general, insistió el domingo: “Se está traicionando a los votantes de Podemos; Pablo Manuel Iglesias ha tomado una decisión y espero que rectifique, ha decidido votar con la derecha para que permanezca Rajoy en La Moncloa”.

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