El Consell organiza una gira por las comarcas de la Comunidad Valenciana para dar a conocer los agravios económicos que sufren los valencianos

Mónica Oltra

El próximo 9 de octubre se celebra el día de la autonomía valenciana, una jornada festiva que el nuevo gobierno valenciano quiere convertir en un grito reivindicativo frente al silencio que llega desde Madrid cada vez que se pide un nuevo modelo de financiación para la Comunidad Valenciana. El Consell tratará de implicar a todos los partidos políticos de las Cortes Valencianas en su propósito, pero está por ver si la oposición aceptará tan fácilmente dar alas al bipartito valenciano en su primera gran demostración de fuerza.

Los valencianos celebran el 9 de Octubre el día de su autonomía, la conmemoración de la conquista de Valencia por parte de Jaume I, y su particular día de los enamorados, pero este 2015 también celebrarán una jornada de reivindicación de un nuevo modelo de financiación para la Comunidad Valenciana. Así lo ha decidido el Consell, el nombre que recibe el gobierno valenciano, que ha preparado una hoja de ruta para convertir el día de afirmación valenciana en una llamada de atención al gobierno central español. En el Consell no ha gustado que el presidente del Gobierno Mariano Rajoy no haya encontrado aún tiempo para recibir al nuevo presidente valenciano, Ximo Puig, y mucho menos que la cuenta de twitter del presidente colgara fotos desde un bar mientras la delegación valenciana defendía sus argumentos en un Congreso de los Diputados prácticamente vacío. Por lo que su prioridad es conseguir una respuesta social masiva que sirva de toque de atención para la Moncloa.

Para lograr el nivel de tensión necesaria para su protesta, los miembros del gobierno autonómico—desde los integrantes del Consell hasta los cargos intermedios como los secretarios autonómicos— se desplazarán hasta las capitales de comarca valencianas para explicar el agravio económico que, en su opinión, sufren los valencianos.  Tal y como ha confirmado la portavoz del Consell, Mónica Oltra, esta gira se realizará durante los ochos días previos a la celebración del 9 de Octubre.

La vía ciudadana transcurrirá paralela a la parlamentaria. El Consell convocará un pleno extraordinario en las Cortes Valencianas para abordar el nuevo modelo de financiación. La deuda pública de la Comunidad Valenciana alcanzó los 40.000 millones durante el segundo trimestre de 2015—último dato publicado—, y es la única de las economías autonómicas por debajo de la media española que aportan más de lo que recibe a las arcas del estado. La celebración del pleno supondrá una oportunidad para consensuar una postura conjunta junto a Partido Popular, Podemos y Ciudadanos.

La intención del gobierno valenciano es que el acuerdo que se alcance en dicho pleno se vuelque en un manifiesto común en torno al que se agrupen todos los partidos políticos, pero también  implique a organizaciones, entidades, colectivos y agentes sociales valencianos.

Estas dos acciones confluirán, según los planes del gobierno valenciano, en el discurso del día de la autonomía que dará el President de la Generalitat, Ximo Puig antes de iniciar la procesión cívica de la bandera, el acto más antiguo de todas las celebraciones de ese día, transformando de esta manera un acto de gala en una jornada reivindicativa.

A vueltas con los símbolos

No es, ni mucho menos, la primera vez que la jornada se utiliza políticamente. La celebración del 9 de Octubre ha sido un acto de reivindicación política desde el siglo XIX—los festejos se habían heredado de 1338 cuando el primer aniversario de la conquista del reino coincidió con una gran procesión para pedir el fin de la hambruna—y fue especialmente reivindicativa durante los años de la transición democrática, en los que el 9 de Octubre era sinónimo de grandes manifestaciones para pedir Estatuto de Autonomía propio. Sin embargo desde la década de los 90 la fecha se había ido deslizando progresivamente hacia un cada vez mayor predominio de su faceta más lúdica y religiosa como la celebración de Sant Donís (San Dionisio, patrón de los enamorados valencianos), o la fusión de la procesión cívica de la Senyera con el Te Deum que se celebra esa misma tarde en la catedral de Valencia.

Son precisamente estos actos religiosos los que amenazan al consenso que pretende el Consell. Los actos de celebración en Valencia dependen del ayuntamiento, y allí gobierno y oposición llevan casi un mes enfrentados por las modificaciones que el alcalde Joan Ribó— cabeza visible de un gobierno formado por la Compromís, PSOE y la candidatura ciudadana Valencia en Comú—ha introducido en la celebración. La anterior alcaldesa, Rita Barberá,llevó la procesión cívica de la Senyera hasta dentro de la catedral, para dar inicio al Te Deum. Ribó, sin embargo, ha optado porque la procesión finalice a las puertas del templo. Quien quiera, tanto concejales como ciudadanos, podrá entrar en la Catedral, pero será a título personal y sin poder contar con el símbolo de la Real Senyera, que ya no presidirá el acto. En su lugar habrá un encuentro con representantes de los distintos credos religiosos que se practican en la ciudad.

También ha creado malestar, y muchos titulares, la decisión de alterar el orden en el que sonarán los himnos. La tradición marca que la Senyera valenciana, única bandera que tiene el título de “real”, sea descolgada por el balcón del ayuntamiento, en vez de salir por la puerta, para mantener el lema de que la Senyera Valenciana “no se inclina ante nadie”. Este acto, uno de los más emotivos para los valencianos, se ha acompañado durante los últimos años por la interpretación del himno español. No obstante este año el nuevo gobierno municipal acompañará la bajada de la enseña con la llamada Marcha de la Ciudad, una pieza que estaba prácticamente en el olvido y que antaño servía de previa al himno regional valenciano, por lo que desplazará el himno nacional de España hasta la tercera posición del acto, algo que irrita a los sectores más conservadores a pesar de que desde el ayuntamiento se garantiza que el himno español sonará dos veces durante la jornada.

Es este enconado enfrentamiento entre las fuerzas municipales el que dificulta transmitir la imagen de unidad que pretende el Consell. Pero aún quedan dos semanas para pacificar las aguas y conseguir que el Día de Todos los Valencianos,

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