Entre el 15 y el 20 de junio se celebró en Annecy la 55 edición de su Festival Internacional de Animación que lleva celebrándose desde 1960, y desde los 80 acompañándose por un mercado centrado también en series y películas que lo convierte en una de las principales citas mundiales para este sector. Un campo cada vez más importante gracias al buen momento que está viviendo tanto creativamente como en audiencia. ¿Un ejemplo? El récord conseguido con el final de la serie Phineas & Ferb , con 1,4 millones de espectadores, después de cuatro temporadas y 250 programas. ¿Cómo hemos pasado de Willy de Worm a Hora de Aventuras ? ¿Qué camino transita entre Los Picapiedra y Rick & Morty ?
El regreso de Steven Universe a las pantallas estadounidenses se ha convertido en todo un éxito. La lenta construcción de lo que podríamos llamar su momentum, ese ímpetu especial que lleva a las alturas las obras que caen en gracia, está alcanzado a la serie a tiempo para el lanzamiento de una nueva tanda de episodios de su segunda temporada. En estos momentos, la aceleración entre los espectadores y la crítica es total, y no es extraño encontrar entrevistas como la concedida por su creadora, Rebecca Sugar, a Entertaiment Weekly, en las que habla sobre las diferentes capas de significado, sus puntos de partida y la intencionalidad de alguna de sus decisiones creativas. Estamos ante la última serie de éxito de un campo que en otros tiempos llegó a considerarse poco menos que un ghetto. Hasta el punto de que el final de Phineas & Ferb no lleva a temer por el final de una racha sino que sólo hay que pensar en qué serie la reemplazará. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Los orígenes
Podríamos pasarnos el día entero discutiendo sobre los orígenes de la animación -¿quizá algunos de los viejos trucos en movimiento como el del círculo con distintos dibujos en sus caras que al moverse se combinaban?- y el momento en el que podemos considerarla seriada, teniendo en cuenta que muy pronto hubo cortos animados con un protagonista recurrente como los de Félix el Gato o los de Betty Boop. Pero mejor avancemos, dejando atrás las versiones para el cine de la Fleischer, Disney o a los Looney Toones, para llegar a las emisiones en televisión. Incluso teniendo en cuenta que Félix fue uno de los primeros personajes en aparecer por las pantallas,históricamente sería Willy the Worm, en 1938, el primer corto creado expresamente para la televisión, para la NBC en este caso, por parte de Chad Grothkopf.
No sería hasta 1949 con la aparición de Crusader Rabbit de Alexander Anderson y Jay Ward que podríamos hablar de la primera serie regular de televisión, en este caso una creada para la NBC pero que se acabaría vendiendo en sindicación. Mientras tanto, la programación infantil consistía fundamentalmente en antiguos cortos cinematográficos reutilizados por las estaciones televisivas. Y así seguiría hasta el año 1957, que vería dos hitos para el medio: La emisión de Colonel Bleep, la primera serie animada en color, y la fundación de Hanna-Barbera.
El mundo de Hanna-Barbera
El cierre, ese mismo año, de la división de dibujos animados de la Metro-Goldwyn-Mayer dejó sin trabajo a dos de sus más importantes creadores, William Hanna y Joseph Barbera, responsables entre otros de la creación de los cortos de Tom y Jerry. que se asociaron con el director George Sidney para crear una empresa con el apoyo de Screen Gems, la división televisiva de Columbia Pictures, con el objeto de crear series animadas para la pequeña pantalla.
Ese fue el nacimiento de su famosa empresa, cuyo primer éxito sería The Huckleberry Hound Show, sólo un año después, que incluía cortos originales del personaje que daba título y que presentaba, además, a Yogui y a Pixie y Dixie. Para 1960 llegaron a un acuerdo que iba más allá de ofrecer estos contenedores de cortos animados en sindicación. Se trataba de una comedia de media hora para prime-time completamente animada y con un argumento similar al de los populares The Honeymooners, solo que con un giro que aprovecharía las posibilidades de la animación: Estaría ambientado en la prehistoria y se llamaría Los Picapiedra.
El éxito de la serie facilitaría la creación de muchas más por el mismo estudio para las horas de más audiencia con propuestas similares como Los Jetson, comedias como Don Gato o incursiones en la acción con Johnny Quest. Su reinado se extendería también a la creación de dibujos para sindicación o para canales concretos, lo que la convertiría en la productora de animación más exitosa de los años setenta.
Su último gran éxito llegó en 1969. Tras un largo proceso -que incluyó también la compra de la empresa por parte de la Taft-, se intentó crear una serie que reuniera el ambiente adolescente de The Many Loves of Dobie Gillis con las antiguas radionovelas de misterio, especialmente I Love a Mystery. Se intentaba unir ambos mundos, y de dotar a un humor más moderno a un género que contaba ya con detectives adolescentes como los Hardy Boys o Nancy Drew. Cuando lograron alcanzar el equilibrio se encontraron con un éxito entre las manos: Scooby-Doo, Where Are You!
En comparación, apenas había competencia. Sólo unas pocas compañías que se dedicaban a proyectos, muchas veces de adaptación, como Filmation, responsable de éxitos como la versión animada de Archi o los superhéroes de DC. Pero ni esta, ni las responsables de especiales televisivos -como los de Rankin-Bass, Chuck Jones o Mendelson-Meléndez, especialmente exitosos los centrados en época navideña- tenían el mismo éxito, y no eran raros casos como el de Grantray-Lawrence Animation, encargados de lanzar, en 1967, la primera serie animada basada en los cómics de Spider-Man, pero que entraría en bancarrota tras la primera temporada teniendo que hacerse cargo una empresa nueva, la Ralph Bakshi había creado para producir series como la canadiense Rocket Robin Hood.
El paso de los sesenta a los setenta parecía abrir magníficas oportunidades gracias no solo la llegada de Bakshi y de nuevas empresas como la DePatie-Freleng, creadores de serie de La Pantera Rosa, sino a la convicción de que la animación podía dar más de sí gracias a la contracultura que tenía su muestra más clara en la producción de la película El submarino amarillo.
Lamentablemente, cuando Hanna-Barbera intentó aprovecharse de ello en una serie más adulta como Wait Till Your Father Gets Home, que pretendía ofrecer una versión más moderna de sus clásicas comedias familiares, localizando esta vez la acción en la actualidad, se topó con una audiencia poco dispuesta que llevaría a cancelar la serie en su segunda temporada.
Seguirían controlando los dibujos animados emitidos por la tarde y las mañanas del fin de semana, pero el cada vez más limitado presupuesto les llevaba a reciclar constantemente escenas y las pocas ganas de las cadenas de intentar cosas nuevas les fueron apartando la innovación de la televisión y trasladándola, junto autores como Bakshi, al cine.
Los dibujos patrocinados
Durante los ochenta, esta falta de dinero para las producciones se topó con una solución: contarían con una inyección extra de dinero de la publicidad. Concretamente, convertirían las series en poco más que en anuncios animados de media hora. Los responsables fueron los estudios Sunbow y Marvel -sí, esa Marvel-, que con apoyos, muchas veces de la Toei japonesa, fueron lanzando series en general a mayor gloria de los juguetes de Hasbro: G.I. Joe, Transformers, Mi pequeño pony o Jem. Por no hablar de Robotix o los Inhumanoids.
Pronto empezaron a salirle imitadores. Nelvana creaba Tarta de fresa y Los osos amorosos, además de las derivadas de Star Wars. Ruby-Spears, los creadores detrás de Scooby-Doo, se dedicaban a adaptar videojuegos como Pac-Man, Donkey Kong o Dragon’s Lair. Y la Filmation trabajaba con Mattel e introducía conceptos de continuidad y evolución en He-Man y She-Ra, además de tratar temas sensibles en capítulos especiales, algo que también hacían en El gordo Alberto.
Pero no todo eran estas adaptaciones populares. Los mismos Ruby-Spears que creaban una serie con Rambo, Mister T o Chuck Norris, luego le daban una oportunidad al gran Steve Gerber para crear una serie propia como Thundarr the Barbarian. La NBC llegaba a un acuerdo con Hanna-Barbera para la adaptación de Los Pitufos, Murakami-Wolf-Swenson creaba la exitosísima Las tortugas ninja adaptando la idea, y saltándose todo lo demás, del cómic original, e incluso Bakshi regresó brevemente a televisión para rodar dos temporadas de Superratón.
Tanto movimiento y éxito acabó llevando a la entrada de uno de los gigantes de la animación tradicional, que desde hacía años mantenía un espacio propio televisivo para emitir cortos, telefilmes e incluso películas animadas o no. Disney comenzó su andadura en el medio con Los osos Gummi y Los Wuzzles, estrenados ambos el mismo día, en la NBC y en la CBS -estaba prevista una tercera serie para tercera cadena, la ABC, Fluppy Dogs, que no llegó a pasar del piloto-. A partir de ahí la creación de contenido de Disney fue imparable: PatoAventuras, Los Guardianes Rescatadores, Aventureros del aire o El pato Darwin fueron algunas de las series que sacaron para aprovechar los mundos propios de la productora.
La fiebre llega a Europa
No solo en Estados Unidos se creaban series animadas, el auge de las mismas animó también a que en Europa Cosgrove Hall adaptara primero El viento en los sauces y luego creaba las aventuras de Danger Mouse y Duckula, en Francia DiC internacional ponía en marcha Inspector Gadget, mientras en España BRB iniciaba su andadura con Ruy, el pequeño Cid a la que seguirían otros éxitos como D’Artacan y los tres mosqueperros, La vuelta al mundo de Willy Fog o David el Gnomo.
Este auge sirvió también para que se destacaran un par de problemas: Por un lado la identificación de la animación con lo infantil debido a que los esfuerzos adultos se veían confinados en el cine. Por el otro, las críticas de asociaciones diversas ante la evidente mercantilización que las series basadas en juguetes ofrecían. Algo que se veía animado por el control que la FCC ejercía sobre las cadenas generalistas. La evolución del medio acabaría ofreciendo una solución que sería también la causa de un cambio de época.
Y llegó el cable
La creación de canales en cable fue algo común en los años ochenta, aunque al principio no tenían muy claro cómo hacerlos funcionar. La primera fue Warner, que en 1977 lanzó Nickelodeon, junto a otros canales de cable como la MTV, como su respuesta para la programación infantil continua, la mayor parte de la cual consistía en reemisiones de material ya existente. En 1983 sería Disney quién haría el movimiento de aprovechar todo su fondo, en esos primeros años en forma de canal premium de cable. En 1986 Warner se deshizo de MTV, VH1 o Nickelodeon, entre otros, vendiéndoselos a Viacom, que pronto comenzaría a buscar cómo sacarles más rendimiento. Todo esto acabaría confluyendo en la década de los noventa.
Pero antes del cambio de década se produjo otra transformación importante: el lanzamiento de un nuevo canal generalista, FOX, que buscaba a una audiencia más juvenil y que no dudaría en incluir animación en uno de los segmentos de su programa El show de Tracey Ullman. El programa no duraría mucho más, pero uno de esos segmentos, aparecidos originalmente en el año 1987, acabaría dando lugar a una serie en prime-time que se estrenó en 1989 y que aún se emite. El lanzamiento de Los Simpsons y su repentina popularidad supuso todo un espaldarazo a esa animación más adulta que llevaba casi dos décadas con poco más que apariciones ocasionales en televisión.
En 1990 Disney decidió cambiar su modelo de canal a un sistema mixto con parte del contenido en abierto y el resto para suscriptores, y permanecería así hasta 1997. Viacom, por su parte, decidió poner en marcha un estudio propio para proveerles de material original que hiciera más atractivo su canal. El 11 de agosto de 1991 comenzaría la emisión tres series muy distintas que, pese a la aparente diferencia de público al que iban destinadas, tenían un nivel de subtexto y, digamos, temática adulta superior al que la FCC permitía.
Para los más jóvenes se estrenó Rugrats, para los que ya empezaban su adolescencia Doug y para los más mayores El show de Ren & Stimpy. Dos años después estrenarían la aún más extraña La vida moderna de Rocko. Seguirían intentándolo con éxito desigual toda la década.
Por su parte su cadena hermana, la MTV, tendría también suerte al introducir a unos personajes animados para comentar vídeos primero y luego para protagonizar su propia serie. Beavis and Butthead estarían en la parrilla entre 1992 y 1997, año en el que les sustituiría en el canal uno de los secundarios de su programa, la inteligente e inadaptada Daria.
Ted Turner compraba cosas para su imperio siempre que podía. En 1986 se hizo con la Metro-Goldwyn-Mayer/United Artists y con ellos los derechos de los viejos cortos de Tom y Jerry. En 1991 compró Hanna-Barbera. Tenía además los derechos de algunos viejos cortos que incluían buena parte de las producciones clásicas que incluían los de las Fleischer Studios, entre otros muchos. Así que el futuro parecía claro: Crear un canal para aprovechar el material. Así fue como en 1992 se lanzó Cartoon Network.
El laboratorio de Dexter en 1996, el primero de una exitosa serie de propuestas en el canal que incluiría a Johnny Bravo, Vaca y Pollo o Las Supernenas.
Empezaron a buscar algún contenido adicional que ofrecer a los espectadores creando obras más modernas que aprovecharan la existencia de la amplia biblioteca clásica, así surgiría Space Ghost Coast to Coast. También montarían What a Cartoon!, una suerte de programa de emisión de cortos en el que los animadores eran libres de enviar lo que quisieran con la idea añadida de que el visionado serviría como piloto sobre el que medir su popularidad antes de ordenar series. Gracias a eso conocerían a Genndy Tartakovsky, auténtico genio de la animación que crearía para ellos El laboratorio de Dexter en 1996, el primero de una exitosa serie de propuestas en el canal que incluiría a Johnny Bravo, Vaca y Pollo o Las Supernenas.
La televisión generalista, mientras, había recuperado gracias a Los Simpsons y la revolución del cable, un cierto interés en la animación. La CBS solicitó un piloto que tenía la idea de recuperar a los personajes de los Looney Toones para el público moderno. La serie resultante, centrada en versiones jóvenes de los mismos, los Tiny Toones, no sería aprobada por el canal, pero la serie salió a la calle entree 1990 y 1992 para la sindicación y, a continuación y por tres temporadas más, para el canal de cable Fox Kids.
El éxito de la misma animaría a pedir una serie más loca, Animaniacs, que se emitió en la ABC desde 1993 hasta 1995 en la que pasó al canal WB de la Warner, que aprovecharía para darle su propia serie a sus protagonistas, Pinky y Cerebro. En 1994 USA Network, el canal de cable básico de la ABC, lo intentaría con una serie de animación más adulta, Duckman. Su hermana generalista, la ABC se animaría también con la animación adulta y emitiría en 1994 El crítico, creada por los productores de Los Simpsons Al Jean y Mike Reiss, tras su cancelación ese primer año sería recogida por la FOX para volver a ser cancelada de inmediato. También en la FOX se emitiría otra de las propuestas para adultos, King of the Hill, un intento de llevar un humor adulto aunque más conservador para complementar a los habitantes de Springfield. Y no solo para los adultos: en 1992 se estrenó en la FOX la versión de Bruce Timm de uno de los héroes más famosos del cómic, la famosa Batman: The Animated Series. Algo que en cierta medida picaría a la Disney, que en 1994 presentaría en sindicación Gargoleys, una magnífica serie que se hundió cuando, en un extraño movimiento, la compañía despidió a los responsables tras llegar a un acuerdo con la ABC para emitir la que acabaría siendo su tercera y última temporada.
Ese mismo 1997 sería en el año en el que decidirían pasar a abierto definitivamente su canal de cable centrándose, eso sí, en las series juveniles en lugar de en la animación aunque sin olvidar dejarles un espacio a las novedades, como Pepper Ann de Sue Rose, la primera serie de Disney creada por una mujer.
Porque tantas cancelaciones en las cadenas generalistas tenían un motivo: a los problemas con la FCC y las asociaciones de telespectadores se añadía la competencia cada vez más fuerte que iba haciendo que no les mereciera la pena continuar ofreciendo programación animada. Con cada éxito de los canales de cable parecían disminuir las posibilidades de las generalistas, y esos éxitos seguían produciéndose poco a poco.
En 1996 Nickelodeon volvió a acertar a lo grande con la creación de Bob Esponja, un héroe creado por Stephen Hillenburg que reunía elementos de absurdo con toques más negros enraizando en una tradición que incluía a los Looney Toones y el Ren y Stimpy de John Kricfalusi. Sus aventuras cotidianas, relaciones con secundarios muy definidos y una capacidad para mostrar no solo aventuras agradables sino también miserias humanas la convirtieron pronto en una favorita de pequeños pero también de mayores.
Y llegaron South Park, Futurama y Family Guy
Las cosas pintaban mejor en la animación para adultos. En 1997 Comedy Central lanzó South park, serie altamente satírica de Trey Parker y Matt Stone que pronto se convertiría en una referencia tan fija en el canal como los programas de crítica política. El estilo, en apariencia sencillo y descuidado, ayudaba también a centrarse antes en el mensaje.
FOX, por su parte, pidió una nueva serie a Matt Groening, Futurama, que se emitiría desde 1999 hasta el 2003 en la FOX para luego ser rescatada por Comedy Central en 2008. No sería la única serie de animación que la FOX creara en 1999 y cancelara en 2003, Family Guy, de Seth MacFarlane seguiría el mismo camino, aunque en esta ocasión sería el canal el que, ante las buenas ventas en DVD de los recopilatorios de la serie decidiría darle una segunda oportunidad en 2005.
A partir de ahí llegarían más series de MacFarlane para el canal como American Dad! o The Cleveland Show. El éxito fue tal para la cadena que le encargó a Loren Bouchard una serie nueva, distinta de las otras dos principales cabeceras. Así nació Bob’s Burguer, una obra más cotidiana y con su propia idiosincrasia. Incluso en el estilo de dibujo logró apartarse de los dos referentes y usar uno propio, muy marcado. Tanto, que luego sería usado en 2011 por algunos miembros de su equipo, Jim Dirschberger, Andreas Trolf, y Jay Howell, cuando crearon en 2011 para Nickelodeon Sanjay and Craig.
El cambio de siglo acabó de aupar estas series de animación más adulta cuando decidieron crearle un contenedor propio en Cartoon Network con el nombre de [adult swim], casi una marca personal, que en su estreno en 2001 presentó Harvey Birdman, Attorney at Law y a partir de ahí todo tipo de series con estilos tirando a lo grotesco o intención desmitificadora que iba produciendo series, algunas tan notables como Venture Brothers 2003 o Metalocalypse 2006. Ese estilo desenfadado y desmitificador trataría de ser emulado por otras producciones, como la muy brutal La casa de los dibujos que la MTV comenzó a emitir en 2004 y que pretendía no solo hacer burla de los diferentes tipos de animación (occidental y oriental) sino, además, de los realities que tan en boga estaban en ese momento.
Mientras tanto, los canales de cable seguían produciendo series. Casi todos con una mezcla de acción, aventuras y algo de humor. Tartakovsky lanzaría Samurai Jack en 2001 para Carton Network, ese mismo año llegaría a Nickelodeon la extraña Invader ZIM! de Jhonen Vasquez y al siguiente Disney pondría en marcha su espía adolescente Kim Possible. La acción era la reina y el auge de los superhéroes también ayudaba. Cartoon Network ponía en marcha la primera de sus adaptaciones de los Teen Titans en 2003. Los recuperaría para Teen Titans Go! 2013 una década más tarde y en medio estrenaría la magnífica Young Justice. También superheróica, aunque sin un referente comiquero, sería Ben10, estrenada en Carton Network en 2005.
Ese mismo año Nickelodeon intentaría una aproximación diferente a la acción y aventura con una aproximación a las temáticas orientales con Avatar: la leyenda de Aang, a la que seguiría en 2012 su continuación, La leyenda de Korra. Ambas propuestas tuvieron gran éxito de público y crítica, especialmente por cómo integraban la diversidad racial y sexual.
La segunda mitad de la década sería más tranquila, seguían saliendo series más enfocadas al humor como Phineas y Ferb de Disney o Los padrinos mágicos de Nickelodeon, una relativa tranquilidad antes de lo que iba a ser uno de los años más movidos para la animación occidental gracias a la llegada simultánea de un gran número de propuestas interesantes.
Hora de Aventuras llegó
En 2010 Genndy Tartakovsky, que se había pasado desarrollando los últimos años Star Wars: Clone Wars tuvo la oportunidad de volver a dedicarse a un proyecto propio: Sym-Bionic Titan. Una obra reflexiva y compleja, que trata temas como el de la adolescencia, la sociedad o las relaciones interpersonales a la vez que recupera ecos no solo de sus obras anteriores sino de genios de otras latitudes como Tezuka. Lamentablemente sería cancelada ese mismo año por no vender suficiente merchandising, propiciando el alejamiento de la televisión del que es uno de sus grandes creadores.
También ese año en Cartoon Network, y también con bronca, se estrenaría Scooby-Doo! Mystery Incorporated, nueva recuperación de las aventuras del perro caza señores-disfrazados-de-
Menos problemas daría otra revisión inesperada, que incluía elementos de subtexto para adultos en la versión para una pequeña cadena de cable, The HUB, de la conocida My Little Pony, ahora con la coletilla de La Magia de la Amistad. Todo un éxito que llevó a la creación incluso de un grupo de espectadores masculinos de la misma, los bronnies, que se ve que consideraban muy excepcional ser machotes y verla.
También le iban a ir muy bien a Cartoon Network con dos de las series estrenadas ese mismo año. Por un lado, Historias Corrientes de J.G. Quintel, una serie sobre dos pasotas que tratan de vivir una vida más o menos tranquila. Por el otro el gran juggernaut que marcaría toda la década siguiente. Alumno de la California Institute of the Arts, al igual que Quintel, Pendleton Ward había presentado su propuesta a Nickelodeon, donde llegaron a emitir un piloto sin mucho éxito. De manera que Ward se iría a Cartoon Network a ofrecer sus servicios, convenciéndoles de darle un hogar a su serie. Y menos mal que lo hicieron porque en el último lustro poca gente habrá que haya conseguido escapar del influjo de Hora de Aventuras, no saber nada de Jake el perro, Finn el humano, la Princesa Chicle y Marceline. ¿Quién no ha tarareado su pegadiza melodía? Aunque los verdaderos expertos discuten sobre si se trata o no de una versión postapocalíptica de la Tierra, como sugieren algunas teorías, o debaten sobre sus subtextos políticos, raciales, de género…
El último estreno destacado de este periodo fue Archer, para otro canal de cable, FX. Se trataba de una serie de espías con toques de acción pero sobre todo con un humor desmitificador y sin muchas limitaciones.
El resto del mundo
Una vez más, también en el resto del mundo occidental se iban intentando cosas, el estudio de animación no dibujada Aardman se pasó los años noventa creando cortos con sus personajes Wallace y Groomit, pero no sería hasta 2002 cuando, con Wallace and Gromit’s Cracking Contraptions, empezase con los cortos televisivos. La pareja volvería a actuar en televisión, pero no sería nada comparado al éxito que tuvo, a partir de 2007, con La oveja Shaun, estupenda reunión de los puntos fuentes de la compañía en un nuevo entorno. Y como estamos hablando de la animación como fenómeno global, permitidme mencionar Detentionaire que en 2011 se puso en marcha con una mezcla de acción y aventuras que incluía también conspiranoias y, como buena muestra de los tiempos que corren, es principalmente australiana con apoyo canadiense.
A partir del éxito de Hora de Aventuras se fue facilitando la entrada de series originales como El mundo de Gumball 2011 del francés Ben Bocquelet, para el estudio europeo de Cartoon Network. Era una magnífica mezcla no solo de ese absurdo y sentido del humor que nutre muchas obras animadas, también de un virtuosismo técnico que les ayuda a mezclar distintas formas de animación.
Al año siguiente sería otro alumno de la CalArts el que montaría follón, esta vez en Disney en su canal para adolescentes Disney XD, Alex Hirsch ofrecería una mezcla de misterios y aventuras con extrañas conspiraciones detrás, personajes con sus propias motivaciones y un ambiente general que ha sido definido como «Twin Peaks para niños«. Gravity Falls es una serie que ofrece ideas aparentemente alocadas pero con un fondo adulto, sobre todo en su mirada a las relaciones personales, que recuerda a las series de misterio de los años noventa.
En 2013 llegarían dos grandes estrenos. Uno sería para adultos, dentro de [adult swim], creada por Dan Harmon tras ser despedido de Community, aunque el principal responsable sería Justin Roiland, que logra subvertir y reinventar no sólo la animación considerada como adulta sino, además, la forma de presentar historias clásicas de la ciencia ficción dotando toda la serie de un subtexto fatalista.
La otra fue Steven Universe. El inicio de la que es considerada la serie de animación del momento. No solo porque Rebecca Sugar sea la primera mujer en crear una serie para Cartoon Network en su historia y una antigua trabajadora de Hora de Aventuras, también por las posibles lecturas que tiene la serie y las reflexiones que permiten los diferentes niveles de lectura para los distintos públicos.
A partir de ahí se irían estrenando series como Tito Yayo -más alocada- o en 2014 Clarence -mas centrada en problemas reales- en Cartoon Network, y Galaxia Wander, o Star vs. the Forces of Evil, en Disney, esta última ya en 2015 y con la peculiaridad de ser la segunda serie creada por una mujer para la Disney, tantos años después del caso de Sue Rose y Pepper Ann. Se trata de Daron Nefcy que venía de trabajar en otras series de la cadena y que aquí propone una historia que toma elementos también de las Magical Girls orientales además de las historias de princesas de toda la vida de Disney. Como veis, viven en un buen momento que no parece que vaya a detenerse, no sólo por la fama que han ido logrando unas series después de las siguientes, incluso cuando no han terminado de emitirse las anteriores, y por el gran caudal de ideas que trasladan a los espectadores, sino también por su paso a los nuevos medios.
En HULU tienen desde 2013 la comedia superheróica The Awesomes, en 2014 estrenó Netflix la serie de humor adulto BoJack Horseman y el propio Pendelton Ward tiene desde 2012 una serie en Cartoon Hangover, su aproximación a YouTube: Bravest Warriors.
Estamos por tanto en un gran momento para la animación occidental, cuyas propuestas no han dejado de crecer y evolucionar. Un cambio que se nota con productos como la miniserie Over the garden wall, una auténtica delicia autocontenida creada por Patrick McHale que cuenta con un principio y un final. La animación occidental no solo está en un gran momento, además no deja de sorprendernos. Quién sabe qué será lo próximo. Por si acaso, coge a tus amigos y vámonos.