A finales de junio, el Banco de América dio a conocer los resultados de su segundo informe anual sobre la movilidad de los consumidores. Dicho informe recogía que la población de Estados Unidos se encuentra permanentemente conectada ya que el 71% de los encuestados reveló que duerme con su smartphone.
Estos datos han sido los que han llevado a Flurry de Yahoo a realizar una investigación con la que poder contabilizar cómo esa generación de “adictos al móvil” ha crecido con respecto al año 2014. Y es que la adicción al móvil no es solo un problema en EE.UU., dado que la tendencia es global.
Desde el segundo trimestre de 2014 hasta el mismo periodo de 2015, la población total de smartphones ha crecido de 1,3 a 1,8 mil millones, según publica Flurry. Esto significa un 38% de crecimiento anual. Del mismo modo aquellos usuarios más regulares, los que utilizan aplicaciones entre 1 y 16 veces al día, crecieron de 784 a 985 millones en el mismo período, lo que supone un aumento del 25%, mientras que el número de personas que utilizan aplicaciones entre 16 y 60 veces al día, pasaron de ser 440 millones a 590 millones, un aumento del 34%.
Como adictos al móvil calificamos a aquellos consumidores que abren las aplicaciones de su smartphone unas sesenta veces al día o más. Este grupo de usuarios también ha crecido notablemente, pues mientras que en el segundo trimestre de 2014 la cifra alcanzaba los 176 millones, en el mismo periodo de 2015 se contabilizan 280 millones de usuarios. No encontramos con un aumento del 59%, un dato realmente preocupante.
Como curiosidad, si los adictos al móvil fuesen un país, estaríamos hablando del cuarto más grande del mundo por debajo de EE.UU. y por encima de Indonesia.
Prestando atención a las aplicaciones que utilizan los adictos al móvil, vemos como las de mensajería y redes sociales son las más utilizadas, seguidas por las apps de servicios, juegos, finanzas y noticias. Si nos centramos en las apps de mensajería, podemos decir que un adicto al móvil las utiliza 6,56 veces más que un consumidor normal. En cuanto a las de servicios y productividad, el informe de Flurry señala que son los universitarios los que más han contribuido a su crecimiento. Por otro lado tenemos las aplicaciones de entretenimiento y de noticias, que siempre aparecen en la lista de las más utilizadas, algo que no siempre había ocurrido con las apps financieras, que están ganándose su hueco poco a poco.
La adicción al móvil, ¿una enfermedad?
La enfermedad del siglo XXI parece ser la adicción al teléfono móvil, sobre todo si tenemos en cuenta los datos anteriores. Salir de casa sin el smartphone encima parece toda una locura, igual que tener que prescindir de él por quedarnos sin batería, sino que se lo digan a la japonesa protagonista de un vídeo de Youtube que se pilló una buena pataleta después de que su móvil se apagase. Malditas baterías.
Nomofobia, ese es el nombre por el que se conoce al miedo que existe a olvidarse el teléfono, un trastorno que parece estar extendiéndose. Y es que la dependencia que existe de los terminales móviles ya llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pronunciarse sobre los verdaderos riesgos que podía suponer la continua exposición a los smartphones:
- Los estudios realizados hasta la fecha no indican que la exposición ambiental a los campos de radiofrecuencia, como los emitidos por las estaciones base, aumente el riesgo de cáncer o de cualquier otra enfermedad.
- Los científicos han señalado otros efectos que tiene el uso de teléfonos móviles en la salud, como cambios en la actividad cerebral, el tiempo de reacción y los patrones de sueño.
- Las investigaciones realizadas muestran que, debido a las distracciones, el riesgo de accidentes de tránsito es tres o cuatro veces mayor cuando se utilizan teléfonos móviles al volante (tanto con un dispositivo de «manos libres» como sin él).
La adicción al móvil no provoca cáncer, pero si puede alterar los patrones del sueño.
Así, podemos determinar que la utilización de los smartphones no repercute de forma directa sobre nuestra salud, sin embargo sí que nos lleva a desarrollar nuevas conductas y hábitos que pueden ser perjudiciales y tener consecuencias como la alteración del tiempo de sueño o la provocación de un accidentes de tráfico en el caso de hacer uso del teléfono mientras estamos conduciendo.
El peligro no está en desarrollar una enfermedad como tal, sino en modificar nuestro estilo de vida en función de nuestro smartphone, en convertir nuestro teléfono en algo indispensable.
Para evitar esto y concienciar a la gente sobre el elevado uso que pueden estar haciendo de su móvil tenemos en el mercado diferentes aplicaciones que nos ayudan a controlar el tiempo que dedicamos a nuestro smartphone (utilizar una app para dejar de usar apps, algo así como fumar cigarrillos electrónicos para dejar de fumar), pero como siempre, es cosa de cada uno decidir si sigue o no enganchado al teléfono, pues solo hace falta un poco de fuerza de voluntad.
Imagen | ClearFrost en Flickr