Las compañías aéreas anuncian tarifas cada vez más baratas, pero al tiempo están disparando los ingresos que nada tienen que ver con la venta de billetes. El negocio de las comisiones, los servicios extra, la venta a bordo o el cobro de diferentes suplementos creció un 21% el año pasado.
Las aerolíneas inundan nuestras vidas con campañas publicitarias de todo pelaje que anuncian tarifas de locura para volar a destinos de medio mundo. Conseguir esos precios no es fácil, están acotados a un puñado de asientos por avión, y hay que ser muy vivo para encontrarlos. Y el resto de billetes -que normalmente son los que usted y yo conseguimos comprar- tienen precios no tan atractivos, pero por lo general son más económicos que hace unos años.
Las compañías aéreas disponen de sofisticados programas informáticos con algoritmos complejísimos que asignan las tarifas a los asientos disponibles y las van cambiando en función de la demanda, de los horarios de los vuelos, de la temporada del año, del día de la semana o de si hay un evento especial en el destino para esas fechas concretas. Y, bueno, lo normal es que sólo unos cuantos afortunados celebren haber encontrado esa tarifa chollo del anuncio.
Las aerolíneas, al menos de momento, siguen teniendo como fuente principal de sus ingresos la venta de billetes de avión. Como cabría esperar, su negocio central es el de transportar viajeros o mercancías de un punto a otro. Pero las compañías aéreas engordan cada vez más los ingresos que nada tienen que ver con la venta de billetes. Las principales aerolíneas de todo el mundo llevan años elevando de manera constante su facturación a base de comisiones, suplementos, servicios a la carta, venta a bordo… y otros ingresos paralelos.
Los billetes parecen cada vez más baratos (y en la mayoría de los casos lo son), pero las compañías cobran sobrecostes por elegir el asiento, por entrar antes al avión sin esperar colas, por la comida o el café que te tomas durante el vuelo, por facturar las maletas… y por pagar con tarjeta de crédito o débito en su web, y por imprimir la tarjeta de embarque en el aeropuerto, y por pasarte cien gramos en el peso máximo del equipaje. Y obtienen ingresos adicionales igualmente ofreciendo en sus webs servicios de reserva de hotel en destino o de alquiler de coches, o por poner a disposición de sus clientes tarjetas de crédito de diferentes bancos con las que obtienen puntos en los programas de fidelización.
Cobrar por todo sale a 16 euros por pasajero
Las fórmulas son variadísimas. Y los resultados para las aerolíneas son más que atractivos. Los principales compañías aéreas internacionales obtuvieron el año pasado ingresos ajenos a la venta de billetes por valor de 38.100 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros), lo que supone un incremento del 21% en relación a 2013, según un estudio de la consultora estadounidense IdeaWorks.
El estudio de la consultora, que va por su octava edición, analiza los resultados anuales de un total de 130 compañías aéreas de todo el mundo. Pero para la valoración de todos esos ingresos adicionales sólo ha analizado las cuentas de 63 aerolíneas, que son las que desagregan el origen de sus ingresos lo suficiente como para poder cuantificar con precisión las ventas del negocio central y de los secundarios.
Así que esos 35.000 millones de ingresos por comisiones o extra que obtienen las 63 aerolíneas previsiblemente son una cifra muy (pero muy) menor a la que realmente logra todo el sector aéreo global (fuentes del mercado apuntan a que el importe de todo el sector aéreo en ventas por estos conceptos podría situarse, de hecho, por encima de los 60.000 millones de euros cada año). La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) integra a un total de 250 aerolíneas, cuatro veces más que las analizadas por el estudio de IdeaWorks. Y la IATA ni siquiera representa a todas las compañías aéreas del planeta, hay varias decenas más.
Según el informe, las compañías obtienen de media unos ingresos complementarios de 17,49 dólares (16 euros) por cada pasajero, un 8,5% que el año anterior. Sin embargo, hay algunas aerolíneas que disparan esa cifra de ingreso por viajero por encima de los 50 dólares como la ‘low cost’ británica Jet2.com, la norteameriana Spirti o la australiana Qantas. Y por encima de los 40 dólares estarían Allegiant, AirAsia X o United Airlines, por ejemplo.
El ranking de las que más cobran
La estadounidense United Airlines estaría a la cabeza del ránking global de aerolíneas con un mayor volumen de ingresos complementarios o secundarios (ancillary es el término que se utiliza comúnmente en inglés), con más de 5.860 millones de dólares en 2014. Le siguen las también norteamericanas American-US Airways, con 4.650 millones de dólares, y Delta AirLines, con algo más de 3.200 millones de dólares. De entre las grandes compañías europeas destacan el grupo Air France-KLM, con poco más de 2.000 millones, y también el gigante del bajo coste Ryanair, con 1.900 millones de dólares.
Algunas de las cifras que recorren el estudio realmente marean. En comparación, da risa esa anécdota tan popular (o leyenda urbana) sobre el enorme ahorro que le supuso a American Airlines retirar una aceituna, sólo una, de cada aperitivo. Y es que la propia American ingresó nada menos que 624 millones de dólares gracias a su acuerdo con Citibank para lanzar tarjetas de crédito con la marca de ambas entidades. Y Delta Airlines facturó 350 millones sólo con la venta de su servicio ‘comfort plus’ de asientos con más espacio para las piernas.
Las gigantes de la aviación son los que más ingresos complementarios acumulan en términos absolutos. Pero son las aerolíneas de bajo coste, al tener tarifas más económicas, las que disparan el peso de los ancillary en relación a la facturación total. La ‘low cost’ estadounidense Spirit concentró en 2014 el 38,7% de su cifra de negocio en ingresos ajenos a la venta de billetes; la húngaro-polaca Wizz-Air, el 33,7%; la estadounidense Allegiant, el 32,4%; la británica Jet2.com, el 28,5%; y Ryanair obtuvo el 24,6% de su facturación de estos otros ingresos secundarios.