Las petroleras norteamericanas que utilizan el fracking para explotar sus reservas están desarrollando una nueva técnica para sortear el golpe de la caída del precio del crudo: en vez de sacar el petróleo y almacenarlo, lo están manteniendo bajo tierra a la espera de que suba la cotización. Estados Unidos guarda un tesoro en su subsuelo que no quiere tocar hasta que el mercado se recupere, pero que puede acabar por hundir aún más los precios.
La caída de los precios del petróleo ha provocado la aparición de nuevas técnicas para optimizar la producción. Y es que los productores de crudo, y también de gas, que se estaban viendo afectados por el hundimiento de la cotización desde el pasado verano han encontrado la fórmula para contener los riesgos para su negocio a la espera de que los precios se recuperen.
El boom petrolero que vive Estados Unidos, gracias a la explotación de hidrocarburos no convencionales (singularmente a través del polémico fracking), está siendo uno de los principales afectados por la baja cotización del crudo (al menos a corto plazo), al poner en peligro la parte de la producción que necesita altos precios para alcanzar la rentabilidad. Y es en Estados Unidos donde los productores están recurriendo a lo que los expertos llaman fracklog como novedosa medida para esperar tiempos mejores para el negocio.
¿Qué es el fracklog? Las petroleras estadounidenses que explotan los hidrocarburos no convencionales están optando por parar la producción de los pozos que ya tienen perforados y guardar el petróleo bajo tierra. De tal manera, el crudo no puede considerarse stock (lo que ayudaría a seguir tirando de los precios a la baja) y las reservas se quedan simplemente congeladas y esperando una evolución más favorable de los precios internacionales.
La roca como almacén
Las compañías norteamericanas están demostrando una flexibilidad inesperada ante los vaivenes del mercado. En la segunda mitad del año pasado el precio del crudo se hundió desde los máximos de 115 dólares de julio hasta el entorno de los 50 dólares. Las empresas energéticas empezaron a finales de 2014 y principios de 2015 a frenar la perforación de nuevos pozos de crudo no convencional (shale oil) por la baja rentabilidad. De hecho, han llegado a recortar un 58% el número de plataformas operativas, hasta las 680 desde el máximo de 1.609 del pasado octubre, según los datos de Baker Hughes.
Las petroleras norteamericanas están recurriendo al ‘fracklog’ a la espera de que el crudo esté más caro
Y ahora que la cotización se ha venido recuperando en los dos últimos meses (el West Texas está cerca de los 60 dólares y el Brent por encima de los 65), compañías como Occidental Petroleum o EOG se muestran dispuestas a volver a elevar el número de pozos operativos si las cotizaciones del crudo siguen recuperándose en las próximas semanas o incluso si se mantienen en los niveles actuales.
En paralelo, esa flexibilidad de las petroleras se está ahora demostrando especialmente en su capacidad de innovar y crear nuevos escudos que les protejan del impacto de la caída de los precios. Las petroleras estadounidenses disponen de más de 3.000 pozos perforados pero no explotados, según datos de los fondos de inversión Wood Mackenzie y RBC Capital Markets, y la cifra podría superar los 4.700, según la Bloomberg Intelligence Unit. El número de pozos en los que ya se ha realizado la perforación pero en los que no se ha procedido a romper la roca inyectando agua y arena (fracking o fracturación hidráulica) se habrían así duplicado o incluso triplicado en sólo un año.
Miles de pozos totalmente preparados pero en los que la extracción no ha comenzado a la espera de que el precio del crudo sea aún mayor y, mientras, las compañías utilizan como almacén la propia roca en que está atrapado el crudo. De hecho, según Continental Resources, cerca del 85% de los pozos de Estados Unidos no han sido completados y disponen de reservas sin explotar.
El fracklog es pues una especie de versión renovada del contango. Un mercado está en contango cuando el precio del producto para su entrega inmediata es inferior al precio de los futuros, por la previsión de que la cotización seguirá creciendo. En el caso del sector petrolero, cuando se produce esta situación algunos proveedores, brokers u otros intermediarios almacenan el crudo (en depósitos o en buques petroleros) a la espera de poder venderlo a un precio superior. Con el fracklog se utilizala propia roca para almacenar el crudo bajo tierra.
¿Un nuevo desplome del crudo?
Según Goldman Sachs, esos pozos latentes guardan unas reservas superiores a los 100 millones de barriles de petróleo. Y Bloomberg calcula que podrían aportar al mercado de manera inmediata una producción de más de 320.000 barriles de crudo cada día, o incluso la oferta adicional podría ser de 500.000 barriles diarios si el West Texas (el barril de referencia en el mercado americano) escala por encima de los 65 dólares de manera sostenida.
Un volumen que, aunque está a la espera de que suba el crudo para empezar a explotarse, puede, sin embargo, representar una bomba de relojería que amenaza con hundir de nuevo el precio del petróleo. De hecho, según un informe reciente de Goldman Sachs la actual sobreoferta y la capacidad adicional que ofrece el fracklog podría volver a hundir los precios del petróleo hasta los 45 dólares, echando por tierra la recuperación de las últimas semanas.
Las compañías están dejando sin explotar pozos ya perforados y almacenan el petróleo en la roca en que está atrapado
El petróleo se había instalado en los últimos años cómodamente por encima de los 100 dólares. En la segunda mitad del año pasado, y hasta ahora, los precios se han desplomado. La combinación de una caída prevista de la demanda mundial de crudo, la sobreoferta evidente causa especialmente por el aumento de producción de petróleo no convencional en EEUU y la constatación de que la inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África no estaba teniendo efectos sobre la producción global.
La decisión de una dividida OPEP, el pasado noviembre, de no recortar su producción para sostener el precio provocó un hundimiento histórico de los precios. Un movimiento con el que Arabia Saudí, el mayor productor del cártel, buscaba mantener el escenario de petróleo barato para ‘castigar’ a sus rivales geopolíticos (golpeaba simultáneamente a sus rivales regionales Irán e Irak, y también a Rusia por su respaldo al régimen sirio y a Teherán) y económicos (buscaba poner en jaque la rentabilidad de algunos proyectos de fracking en EEUU y futuras inversiones en otros proyectos nuevos, al tiempo que mantiene su cuota en el mercado global del crudo aunque sacrifique ingresos).
El punto crítico en que los proyectos que utilizan el fracking dejan de ser rentables es difícil de determinar. Según diferentes analistas, la inmensa mayoría de los campos de explotación de hidrocarburos no convencionales de EEUU es rentable con precios del barril de crudo que oscilan entre los 50 y los 80 dólares (aunque algunos proyectos necesitan que se sitúe incluso por encima de los 100 dólares para no entrar en pérdidas). En el actual contexto de precios, parte de los proyectos crudo no convencional están en riesgo y la posibilidad de captar inversiones para nuevos proyectos se reduce. Los productores de de crudo no convencional de Estados Unidos han sabido aguantar el tipo en los últimos meses y están consiguiendo contener el golpe. Pero la estrategia de ralentizar las perforaciones (primero) y recurrir al fracklog (después) puede estar escondiendo unos riesgos que siguen siendo evidentes.