- El 22’3% de quienes avalaron a Rivera en junio y el 19’94% de los que optaron por Iglesias y Garzón pensaría tomar otros caminos en unas hipotéticas nuevas generales.
- En el caso de PP y PSOE, la cifra de potenciales infieles cae al 12’9% y 16%, respectivamente.
- La coalición de izquierdas sufre un gran retroceso en Madrid y cede terreno respecto a los socialistas en todas las franjas de edad.
- Los electores de centro aparecen mucho más desmovilizados que el resto: el 18’7% no votaría hoy, cifra 5’3 puntos superior a la media (13’4%).
- El PP mantiene la fidelidad más alta de los grandes partidos (87’1%) y En Comú Podem continúa erosionando a ERC y CDC en Cataluña.
El bipartidismo repunta, los emergentes retroceden. El barómetro de julio del CIS, publicado este lunes, dibuja un escenario continuista respecto a las generales del 26-J y anticipa que Unidos Podemos y Ciudadanos serían los más penalizados en una hipotética repetición de los comicios. Lo refleja la estimación de voto del sondeo, pero también los datos en bruto -las denominadas tripas-, que detectan importantes síntomas de debilidad en los electorados de Rivera e Iglesias. O al menos así era del 1 al 11 de julio, cuando se realizó el trabajo de campo.
Solo el 77’7% de los que votaron a Albert Rivera se mostraba dispuesto a repetir unos días después de la jornada electoral. El resto, dudaba qué hacer (8’6%) o tenía claro que apoyaría al PP (5%), se abstendría (4’1%) o avalaría al PSOE (1’8%). Otro 1’5% se pasaría a Unidos Podemos, votaría en blanco o rehusaba contestar a la pregunta. En total, son 700.000 apoyos los que C’s estaría en riesgo de perder en unas nuevas legislativas -de un total de 3’1 millones-.
Rivera arriesgaría 700.000 de sus 3’1 millones de votos del 26-J en unas nuevas generales
Este hecho no es una novedad para el partido naranja, que dispone del electorado más volátil, pero viene a confirmar lo difícil que tendría afrontar una nueva campaña con índices de fidelidad tan pobres. Por comparar, en PP y PSOE los electores que repetirían su voto representan el 87’1% y el 84% del total. Y las fugas a otros partidos son residuales, siendo la más importante el 1’7% de los apoyos de Mariano Rajoy (unos 134.000) que volarían hacia C’s, compensando en parte el desgaste de la bolsa naranja.
Un cambio importante se registra en Unidos Podemos. Antes de las elecciones de junio, el partido de Pablo Iglesias presentaba una alta tasa de fidelidad entre los suyos (74’1%, la más alta de todas), aunque la coalición con Izquierda Unida comportaba riesgos considerables que finalmente frustraron el sorpasso al PSOE. La tendencia, lejos de cambiar, parece consolidarse en los aspectos más negativos para ellos. Más de un millón de los que el 26-J votaron a Unidos Podemos está ya pensando en otras opciones o tiene decidido el cambio de barco. Son el 19’94% del total y pasan especial factura a la confluencia valenciana, a la que ahora solo volverían a votar con total seguridad el 71’6% de los que lo hicieron en junio. Es el índice de fidelidad más bajo registrado en el CIS de verano.
La gallega En Marea resiste mejor (el 85’2% de sus electores repetiría), mientras la catalana En Comú Podem presenta guarismos similares (80’6% de fidelidad) a los de Iglesias y Garzón en el resto de España (81’1%). La mayor fuga de la coalición tiene como destino el PSOE. Hacia Pedro Sánchez miraría ahora el 9% de los que apoyaron a Compromís-Podemos, el 3’2% de los que votaron a En Comú y el 3’5% de los que optaron por Unidos Podemos en el resto de España, excluida Galicia. El camino inverso lo tomarían apenas el 0’6% de los 5’4 millones que votaron socialista. La confluencia catalana compensa su deterioro con apoyos procedentes de la antigua Convergència, que sigue en caída libre y perdería el 4’2% de sus votos en favor de los denominados comunes. Lo mismo harían el 1’8% de los de ERC, que neutraliza cualquier retroceso con el mordisco -otro 4’2%- que le propina al nuevo Partido Demócrata Catalán.
Las grandes ciudades
El desgaste de los emergentes es transversal, pero especialmente significativo en las grandes ciudades. Entre los electores de las urbes de más de un millón de habitantes (Madrid y Barcelona) Ciudadanos baja del 10’6% de intención de voto sobre censo al 9’6%. Unidos Podemos cae mucho más: del 24’8% que marcaba el estudio preelectoral (mayo) al 21’7% de ahora. Iglesias está retrocediendo en sus bastiones, como ya reflejó el 26-J, donde su partido cayó especialmente en las capitales que gobiernan plataformas municipalistas apoyadas por Podemos (Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza, Santiago o A Coruña).
Esa bajada de 3’1 puntos en las dos ciudades más grandes se concentra principalmente en Madrid. Y es que En Comú Podem apenas retrocede tres décimas en Barcelona (unos 10.500 votos), siendo el resto de la caída (2’8 puntos) imputable directamente a Unidos Podemos en Madrid. Retroceder ese terreno respecto al 26-J significaría perder la segunda plaza en la circunscripción más grande de España, puesto que Iglesias la mantuvo por apenas 55.000 papeletas sobre el PSOE.
El 18’1% de los que se abstuvieron en junio votaría ahora por PSOE o PP; el 9’3%, por Unidos Podemos o Ciudadanos
Las buenas noticias para los partidos tradicionales y las malas para los emergentes aparecen también al comprobar qué harían ahora los electores que en junio se abstuvieron y los que no tenían edad para votar. Entre los primeros, un 49’9% se muestra seguro de repetir en su decisión y no acudir a las urnas, pero el 9’3% apoyaría ahora al PSOE, el 8’8% al PP, el 6’1% a Unidos Podemos y sus confluencias y el 3’2% a Ciudadanos. De los nuevos votantes, la mitad avalaría a Sánchez, pero la muestra es tan escasa que no permite sacar conclusiones.
Mal dato para Ciudadanos es, asimismo, que el electorado de centro aparece muy desmovilizado. El 18’7% de los que se ubican en el 5 en la escala ideológica -donde el 1 es la izquierda y el 10 la derecha- asegura que no votaría en unos nuevos comicios. En el preelectoral de mayo, esa cifra era del 13’2% y la media de todos los electores está ahora en el 13’4%. El nicho centrista, además de ser el más numeroso, constituye el principal granero de votos de la formación naranja. El 20’4% de los que se colocan en el centro de la escala votó a Rivera el 26-J; el 17’9% al PSOE; el 16’6% al PP; y el 9’8% a Unidos Podemos y las confluencias. Su apatía ante una nueva convocatoria electoral podría, pues, penalizar gravemente a C’s.
Recuperación del PSOE
En conclusión, el barómetro veraniego del CIS arroja un panorama parecido al que salió de las urnas el 26-J, pero con información cualitativa añadida que ayuda a explicar qué ocurrió en esa cita ante la que las encuestas sobreestimaron a Unidos Podemos e infraestimaron al PP. La mayor sorpresa, el no-sorpasso de Iglesias al PSOE, viene determinada por una recuperación global del socialismo a costa de la coalición, que se produce en todas las franjas de edad.
Sánchez aventaja a Iglesias en más de 18 puntos en el electorado que tiene 65 o más años
Sánchez consolida la ventaja sobre Unidos Podemos en el sector de los que tienen entre 53 y 64 años y en el de los que tienen 65 o más, al pasar de 2’1 y 11’9 puntos de ventaja a 3’1 y 18’1, respectivamente. Además, recorta distancias en la España de menos de 45 años y le da la vuelta a la situación en el nicho de los de 45-54, franja crucial para ellos, pues en gran parte está compuesta por personas que en los 80 votaron a Felipe González y últimamente presentaban altos índices de abstencionismo. En apenas dos meses, el PSOE ha subido en intención de voto en ese target del 14’1% al 15’7% y la entente Iglesias-Garzón-confluencias ha caído del 18’9% al 14’4%.
Todos estos datos parecen avalar la estrategia postelectoral de Ferraz y castigar la de los emergentes, manteniéndose estable el cuadro socioelectoral del PP. Pero conviene no olvidar que las 2.500 entrevistas a partir de las cuales se ha hecho el estudio fueron realizadas antes de que Rajoy terminara su primera ronda de contactos con el resto de líderes. Igualmente, la mayoría se realizó antes del Comité Federal en que el PSOE acordó su ‘no’ al presidente del Gobierno en funciones y todas ellas precedieron a los acontecimientos que en las últimas semanas han dibujado un nuevo bloqueo institucional que parece abocar, salvo giro imprevisto, a nuevas elecciones.