Han pasado tres meses desde que hice el curso Atleta Corporativo diseñado por el equipo de la leyenda del tenis español Emilio Sánchez Vicario y uno de los hombres más importantes entre los entrenadores de este deporte del mismo, Luis Mediero. Acabo de recibir una carta. En ella, la persona que era yo hace tres meses me recuerda los objetivos que me fijé durante estas intensas dos jornadas. Es el momento de terminar el artículo que empecé entonces.
Todo comienza en un hotel, el NH Eurobuilding en Madrid. No parece casualidad, teniendo en cuenta que el presidente de la compañía que imparte el curso es Gabriele Burgio, que lideró la expansión de esta cadena de hoteles entre 2007 y 2011 y que hoy preside el grupo turístico italiano Alpitour.
Reunido con directivos de empresas de distinto calado –una tecnológica, una start-up del mundo de la moda, un banco–, realizamos las sesiones destinadas a transformarnos, en la tradición de los formatos de ‘coaching’ estadounidenses, e intentar maximizar nuestro rendimiento.
El curso cuenta con un gancho irresistible: Emilio Sánchez Vicario, jugador que llegó a ser número 7 de la ATP en individuales y número 1 en dobles, consiguiendo medalla de plata en los Juegos Olímpicios de Seúl. Después, capitaneó el equipo de Copa Davis español que consiguió traer a España nuestra tercera ensaladera. Desde entonces, ha trabajado como comentarista televisivo y dirigido la Academia Sánchez-Casal, un centro en el que se han desarrollado jugadores como el número 2 del mundo, Andy Murray, reciente ganador de Wimbledon, así como Sveta Kuznetsova (campeona en Roland Garros y US Open), Grigor Dimitrov, Juan Mónaco, Gilles Muller, Johana Konta y muchos más.
Durante las sesiones nos cuenta que viene de atar un sueño: el lanzamiento de su academia en la Universidad de Nanjing, en China, que se convertirá en su tercera sede, junto a Barcelona y Florida, y que han llevado a la práctica gracias a la Fundación Samaranch y la Tennis Academy de China.
A su lado, Luis Mediero, otra leyenda del tenis, pero que se conoce mucho más en el mundillo de la raqueta y del entrenamiento, en general, que entre el gran público. Entrenador de entrenadores, en 1989 funda el International Coaches Institute, que a través de sus registros profesionales se ha convertido en la primera organización del mundo destinada a la educación de entrenadores, con más de 30.000 técnicos titulados en 121 países y que cuenta en sus listados con 100.000 entrenadores deportivos de distintas diciplinas (tenis, padel, golf, fitness…)
Emilio y Mediero son los responsables de transmitir a los alumnos la filosofía del curso, que después de haber tenido como clientes a empresas como Banco Santander, Unilever, Mapfre, Sabadell, Deutsche Bank, HSBC, Mediaset, Iberia y un largo etcétera, tiene como principal objetivo “sacar el atleta que todos llevamos dentro”.
Imparten el curso junto a la psicóloga Susana Cantón, especialista en el tratamiento del estrés y la modificación del comportamiento alimentario, y Siw Viktoria Johansen, que se encargará de machacarnos con ‘burpees’ en el gimnasio. En nuestro curso faltan algunos de sus pesos pesados, como el propio Burgio; John Vigda, que fue campeón de Noruega de aerobic de competición; Gabriel Sáez Irigoyen, fundador y presidente de Go-Fit, o Derek Touchette, responsable del Total Athletic Performance de la Academia Sánchez-Casal en Naples (Florida).
En la carta que me han enviado aparecen los objetivos que yo mismo me había fijado para mejorar mi rendimiento, siguiendo los cuatro pilares del programa, que se hace llamar Tetafime (técnico-táctico-físico-mental).
¿Técnico? Herramientas para priorizar la gestión de la energía y aumentar la productividad. ¿Táctico? El rumbo a seguir, la decisión de qué áreas son más importantes en tu vida. ¿Físico? Cómo producir energía y mejorar la productividad. ¿Mental? La generación de nuevos rituales para tener el máximo rendimiento y eliminar los poco efectivos.
Lo mejor que se puede decir del curso es que ofrece herramientas útiles a la hora de generar rutinas, y que el escepticismo inicial que rodea a cualquier tipo de formación no específica, y que pretende cambiar tu forma de ser, se ve rápidamente superado por el hecho de que trata de una combinación de técnicas que funcionan. En el apartado físico, los participantes se miden y analizan al dedillo, utilizando tecnología Polar y análisis de sangre, y descubren no sólo entrenamientos formales para el gimnasio, sino también pequeñas tácticas para reducir la inactividad en las largas sesiones de reuniones y que pueden hacerse con una simple pelota de tenis.
En el campo de la alimentación, nos quedamos con tácticas para no comer como animales todo lo que te ponen delante sino escoger el tipo de alimentación en función de la actividad que vayas a realizar. Descubrimos los ‘snacks estratégicos’ y vemos las ventajas de mantener el metabolismo funcionando. Frente al directivo de comilonas, uno que ve la comida como gasolina y que durante la jornada laboral consume sólo en función de lo que necesita.
Mediero y Sánchez Vicario son cercanos y abiertos, utilizan su experienca personal para hacer más entretenidas las sesiones y consiguen generar una magnífica relación con los participantes. Mi sesión es peculiar, porque los asistentes estamos en mejor forma que el directivo medio, tenemos claras nuestras prioridades físicas y emocionales y las limitaciones a las que nos podamos enfrentar en nuestros puestos de trabajo de alto rendimiento son, muchas veces, coyunturales. Sin embargo, ambos reconocen que su cliente tipo no suele ser así.
“Hay muchos directivos que vienen a decirme que les hemos cambiado la vida”, explica Mediero. Si alguien espera que durante las sesiones de Atleta Corporativo se hable en términos de los años 80 o 90, con filosofías extraídas de El Lobo de Wall Street y principios centrados únicamente en satisfacer las necesidades del individuo, se dará con un canto en los dientes. Los cursos ponen mucho cuidado en trabajar la conciliación y en hacer que el directivo se pregunte cuáles son sus motivaciones y para quién hace los sacrificios. Cuáles son los “anclajes” para poder realizar su «misión».
Sánchez Vicario y Mediero confían en que las nuevas generaciones de directivos, como la llegada del nuevo presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, maratoniano de pro, contribuyan a impulsar los cambios en las organizaciones. “El cambio se produce de arriba a abajo, por eso es tan importante que los directivos aprendan estos principios, porque luego será más fácil transmitirlos al resto de la organización”, subrayan.
Alinear los objetivos vitales con los profesionales, mejorar las prioridades, comer de forma estratégica, tener una forma física mejor, reducir peso, tener pequeños rituales mentales que ayuden a desarrollar hábitos positivos, mejorar la organización interna… Si la pregunta, después de leer todo esto, es si he cumplido los principios del programa, más de 90 días después, la respuesta es que he cambiado todo lo que estaba en mi mano en este momento de mi vida pero, lo que es más importante, es que en algunas cosas clave mi forma de ver la productividad ha cambiado y, en cuanto tenga ocasión de aplicar los principios que aún no he conseguido introducir, lo haré.
Porque no se dejen engañar. El programa Atleta Corporativo consigue corregir muchos hábitos, a veces terribles, de los directivos. Pero su intención subyacente es cambiar sus vidas a mejor.